Resumen 2017: la amenaza de conflicto solo fue amenaza

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Madrid. Con la toma de posesión en enero del republicano Donald Trump como nuevo presidente de Estados Unidos, el enfrentamiento entre China y EEUU elevó el tono, especialmente en torno a la cuestión de Taiwán y las nuevas relaciones comerciales que Trump prometió durante la campaña electoral imponer a Pekín de ser elegido presidente, mientras la tensión entre EEUU y Corea del Norte crecía motivada por una retórica belicista entre Washington y Pyongyang que nunca sobrepasó la provocación mutua.

El presidente chino, Xi Jinping, se erigió como protector de la globalización, el libre comercio y el multilateralismo en el Foro Económico de Davos ante la ausencia de Trump, asegurando que la postura china sería la del “no” a las proclamas proteccionistas y de guerra comercial defendidas por el mandatario estadounidense en su carrera hacia la Presidencia.

EEUU, Corea del Sur y Japón debatieron una estrategia frente al programa nuclear y balístico de Corea del Norte, al tiempo que China se defendía de los ataques de Trump,que acusaba a Pekín de no hacer nada contra Pyongyang, pero el Gobierno chino aseguró sus esfuerzos por la paz y la estabilidad en la península de Corea.

El surcoreano Ban Ki-moon, ex secretario general de la ONU, anunció en febrero su renuncia a presentarse como candidato para liderar el Ejecutivo de Corea del Sur, tal como en un principio tenía previsto tras concluir en diciembre de 2016 su mandato como jefe de las Naciones Unidas, y ante la convocatoria de elecciones presidenciales motivadas por la destitución por corrupción de la presidenta Park Geun-hye.

Un misil de medio alcance Rodong significó ese mismo mes el primer proyectil lanzado por Corea del Norte tras la investidura de Trump, alejando cualquier opción de reanudar la convocatoria de las conversaciones a seis bandas (Rusia, EEUU, China, Japón y las dos Coreas), encaminadas a detener el programa nuclear norcoreano a cambio de reconocimiento diplomático, petróleo para suplir su falta de energía y ayuda humanitaria, días antes del asesinato en Kuala Lumpur del hermanastro de Kim Jong-un, Kim Jong-nam.

En marzo, cuatro misiles balísticos norcoreanos, proyectados desde Dongchang-ri, en la provincia de Pyongan del Norte, coincidieron con la celebración de la Asamblea Nacional Popular (ANP) en China, su máximo cuerpo legislativo, quien se pronunció contra el lanzamiento de misiles norcoreanos y los ejercicios militares conjuntos entre estadounidenses y surcoreanos en territorio surcoreano.

Carrie Lam fue la primera mujer elegida presidenta de Hong Kong en unas restrictivas elecciones que ganó la candidata preferida por Pekín para representar la continuidad política de la isla, donde tiene que gobernar en medio de una división entre sus algo más de siete millones de habitantes.

Japón decidió enviar a parte de su flota de guerra al mar de la China Oriental para contener en la medida de lo posible las prácticas norcoreanas, en una acción que suscitó una oposición crítica que alegaba que aportar participación militar japonesa solo empeoraría las cosas, puesto que incluso Corea del Sur se muestra aún susceptible por la agresiva participación del Ejército nipón durante su ocupación de la península coreana entre 1910 y 1945.

Corea del Norte hizo valer en abril su eficaz artillería mostrando sus sofisticados cañones en los actos del 85 aniversario de la fundación del Ejército norcoreano; China presentó su primer portaaviones de fabricación nacional como un claro a aviso a EEUU para frenar su hegemonía en el Asia-Pacífico, y Corea del Sur inició la instalación del sistema antimisiles THADD mientras Donald Trump incorporaba sus barcos en las aguas de la península coreana, una militarización de la zona que recordó a los viejos tiempos de la “guerra fría”.

Tal como señalaban los pronósticos, el líder del Partido Democrático, el liberal Moon Jae-in (Minjoo-centro izquierda) ganó en mayo las elecciones presidenciales en Corea del Sur, seguido de Hong Joon-pyo (conservador), del gobernante Partido de Libertad Surcoreana, antes conocido como Saenuri, y Ahn Cheol-soo (centro), del Partido Popular (Kookmin).

Moon apostó por mejorar sus relaciones con Japón, pero Tokio exigió al nuevo presidente surcoreano la retirada de las estatuas de las esclavas sexuales frente a su Embajada en Seúl y el consulado nipón en la ciudad de Busan, y en plena disputa por la soberanía de las islas Dokdo/Takeshima, gobernadas por Seúl, pero reclamadas por Tokio, una situación algo embarazosa para EEUU por la rivalidad entre sus principales aliados en la zona.

Por su parte, Xi Jinping visitó en junio por primera vez Hong Kong como presidente de China, cuando se cumplían dos décadas de la integración de la isla bajo la soberanía del ”gigante asiático”, luego de 155 años como colonia británica, bajo un amplio dispositivo de seguridad destinado a contener las opiniones contrarias al régimen de Pekín, coincidiendo con la investidura de Lam como jefa del Gobierno hongkonés.

El fallecimiento del estudiante estadounidense Otto Warmbier, de 22 años, que estuvo preso en Corea del Norte durante más de un año y fue entregado en estado de coma a su familia, abrió otro frente con EEUU al régimen norcoreano, acusado de las lesiones neurológicas que Warmbier padecía a consecuencia de un paro cardio-respiratorio, que habría sufrido durante su internamiento en el país por haber intentado robar una afiche (cartel) de propaganda.

Otra muerte, en este caso del disidente chino y Premio Nobel de la Paz 2010, Liu Xiaobo, de 61 años, en julio, originó una cascada de protestas a nivel internacional que supusieron que Pekín presentara quejas formales a varios países, entre ellos a Estados Unidos, sobre el fallecimiento de Liu, que luchó por la democratización de China y pasó los últimos nueve años en prisión, excarcelado antes de fallecer tras haberle sido diagnosticado un cáncer de hígado terminal.

La cumbre anual del G20 evidenció una nueva panorámica del tablero mundial en el que EEUU se excluye por la política de Trump y sus medidas comerciales proteccionistas que chocan con Europa. China aseguró que cumplía con las sanciones internacionales impuestas por la ONU a Corea del Norte por sus programas nucleares y de misiles, pero advirtiendo a Estados Unidos de que no usara este tema como una forma de sancionar a empresas o a ciudadanos chinos.

Corea del Norte realizó en septiembre una nueva prueba nuclear con una bomba de hidrógeno que puede ser transportada en un misil balístico de largo alcance, el sexto ensayo de su historia, cuya explosión provocó un potente seísmo, de magnitud entre 5,7 y 6,3 grados y, según las primeras estimaciones, fue hasta diez veces más potente que el anterior ensayo, realizado un año antes.

Sin oposición, sin sucesor, sin la voluntad para aceptar el previsto y futuro adiós, el presidente chino, Xi Jinping, clausuró el Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), celebrado en octubre en Pekín, con la introducción de su teoría política en la Constitución de la formación, con la decisión de alargar su Presidencia.

Al mismo tiempo, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, líder del Partido Liberal Demócrata (PDL) ganó las elecciones de la Cámara Baja en Japón con un resultado superior al esperado, al obtener 284 diputados de los 465 que componen el Parlamento nipón, una victoria que le permitirá reformar la Constitución para crear su propio Ejército y adoptar medidas más “duras” contra Corea del Norte como justificante a esa reforma constitucional ante los recelos de China y el “apoyo” de Trump.

El propio Trump realizó en noviembre una gira asiática por Japón, Corea del Sur, China, Vietnam y Filipinas, pero el factor determinante de todas sus conversaciones con los líderes de estos países fue Corea del Norte, además de los importantes acuerdos económicos con Pekín y la venta de suministro militar a Tokio y Seúl, en un viaje que tuvo mayor acento económico que político.

En este sentido, Corea del Sur y EEUU comenzaron a principios de diciembre unas de las maniobras militares conjuntas más grandes de su historia con 230 aviones de combate y bombarderos, que Pyongyang calificó de una “auténtica guerra nuclear en cualquier momento”, ejercicios que no asustan al régimen de Kim Jong-un pese a la elevada tensión en la península coreana, todavía lejos de un enfrentamiento bélico. Al menos en este año 2017 que dice adiós.

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