La carne de perro sigue siendo un sabroso plato gastronómico (y II)

Madrid. De esta forma, sabido toda esta realidad, es importante tener en cuenta que la preocupación por el estado de los animales ganó peso, sobre todo en China y Corea, a medida que sus economías fueron robusteciéndose y la clase media se encontró con un poder adquisitivo lo suficientemente holgado como para permitirse tener una mascota en casa (en su mayoría, especies caninas), mientras el rechazo a su consumo es proporcional al aumento del número de mascotas en China.
De hecho, durante la época de Mao Zedong esta preocupación era sinónimo de un “humanismo falso de los enemigos de la clase”, por lo que todo amago de simpatía para con los animales desapareció del mapa. Muestras de esta preocupación se vieron en las protestas que se desataron en la China de los 90 cuando el gobierno, en aras de radicar la rabia, lanzó una campaña masiva de exterminio de los perros.
Ahora bien, existe una errónea concepción occidental que establece que, en cualquier punto del “gigante asiático”, la carne de perro es una tradición culinaria, pero lo cierto es que esta es únicamente típica del noroeste y sur del país: Gangxi, Guizhou y Cantón; amén de que la época en la que más can se consume es en el periodo que comprende a los sambok, esto es, los tres días más calurosos del año, porque, según los adeptos a ello, la carne de perro sirve para refrescar el cuerpo.
Y es que, según una encuesta realizada por la ONG Humane Society, un 70 por ciento de los chinos aseguran no haber comido perro nunca y un 64 por ciento de la población está abiertamente en contra del ya citado festival de Yulin, un festival que, además, se inauguró en el año 2009-2010 en concepto de reclamo turístico, aunque una encuesta realizada por Gallup Korea en junio de 2018 asegura que el 70 por ciento de la población coreana no toma carne de can. No obstante, más de 11 millones de firmas se han recogido contra el festival de carne de perro de Yulin, y un 64 por ciento de los chinos están en contra de este evento al dañar la imagen del país, según una encuesta de la agencia china Xinhua.
Por otra parte, no menos importante es la cuestión sanitaria pues, en el caso de China, no priman las granjas de perros para la venta y consumo de su carne, sino que, directamente, el mercado se sustenta en el secuestro y asesinato de perros callejeros, lo que se traduce en un problema de salud pública en la medida en la que muchos perros, al no estar vacunados, padecen algún tipo de enfermedad potencialmente extensible a todo aquel que ingiera su carne o trate con ella (como puede suceder con la rabia). Y es precisamente esta la razón por la cual el can es tan económico: porque el coste de su crianza es igual a cero.
Ciertamente, existen sendas cantidades de criaderos, mataderos y mercados de perros, mas, también es cierto que se trata, sin duda alguna, de una industria en declive en tanto que en los últimos años, decenas de granjas de perros han decidido entregarlos y reorientar su producción hacia otros horizontes.
Precisamente, un ejemplo de ello fue el mercado Moran (Seongnam, Corea del Sur) donde veintidós vendedores de carne canina entregaron a sus animales a cambio de recibir, por parte del gobierno, un apoyo pecuniario para la reforma de sus establecimientos y la reorientación de su producción/distribución, informó en su momento el rotativo The Korea Herald.
Asimismo, los activistas han multiplicado sus protestas en pos de radicar estas matanzas, como es el caso de las decenas de manifestantes que cada 17 de julio se concentran en el centro de Seúl con cadáveres de cachorros o peluches para protestar contra la industria. No obstante, la industria de carne de can se encuentra en un limbo legal dado que no es ni legal ni ilegal, amén de todas aquellas leyes promulgadas para proteger a los animales que se violan con cierta regularidad.
En cualquier caso, este debate de si está bien comer o no carne de perro y de los métodos empleados para su sacrificio nos plantea una inexorable pregunta: viendo que la industria cárnica (en términos generales) opera del mismo modo para obtener la carne y el resto de derivados de vacas, gallinas o cabras (entre otras especies), ¿qué diferencia a los perros de estas especies? ¿Acaso la vida de unos animales vale más que la de otros?
Por ahora, Vietnam es el único país en el que el consumo canino crece, y eso que las autoridades recomiendan “coman menos perros”, pero un alto porcentaje de la población disfruta con la carne de can, y, debido al crecimiento del poder adquisitivo, su demanda se ha disparado hasta los diez millones de perros al año. Es decir, un número elevado que obliga a su importación de países vecinos como Tailandia o Camboya.
La polémica sobre el consumo de la carne de perros como por ejemplo en Corea del Sur no ha llegado a Vietnam, cuya tradición gastronómica está cada vez más enraizada, sobre todo cuando se considera que esta carne tiene virtudes afrodisiacas y ayuda a los empresarios a “evitar los malos negocios”.
Pero ya en Hong Kong está prohibido comer a los canes y se castiga con un mes de prisión y en Corea del Sur, un tribunal de la ciudad de Bucheon (norte del país), dictó una ley (junio de 2019) que su venta para consumo humano no es justificación suficiente para su sacrificio, y condenó a un “granjero” de perros a pagar una multa de unos 2.500 euros por haberlo hecho, recogieron medios de comunicación del país.
En definitiva, la carne de perros con los tiempos tal vez vaya reduciéndose pero lo mismo que en Vietnam su consumo no decrece, en Corea del Norte esta especialidad tiene mucha más tradición que en la del Sur, pues el Boshintang es un plato de muchos años, ya lo comían durante el reinado de Koguryo (37 a. C- 668 d. C y durante la dinastía Yi (1392-1910) dada la efectividad que tiene el can para reconfortar los órganos internos, robustecer la médula, reforzar los intestinos y el estómago, además calienta la espalda y las rodillas y fortalece el espíritu.