Tokio 2020 (V): Inquilinos sin casa

Madrid. De nuevo un espejismo ha castigado a Japón en la cuenta atrás para organizar unos Juegos Olímpicos en calidad de anfitrión, como ocurriera el siglo pasado, si bien las circunstancias, aunque parecidas, con una enfermedad a la que se combate con el ánimo de una guerra, han invertido los papeles. De la cancelación en 1940 por la invasión japonesa de China, campaña a la que se prometió los recursos del país, una vez asegurada Corea en manos del imperio, se ha pasado a la demora un año de Tokio 2020 como consecuencia de un virus surgido en la ciudad china de Wuhan.
En mitad de la incertidumbre, la pandemia del coronavirus ha obligado a posponer la celebración de los Juegos a 2021, un aplazamiento del todo inesperado para los compradores de las viviendas de la Villa Olímpica, que esperaban ocupar los pisos a partir de septiembre, con las competiciones olímpicas y paralímpicas finalizadas.
Ubicada en la bahía de Tokio, en la isla de Harumi se han construido bloques de pisos, de catorce a dieciocho plantas, entre parques, jardines, tiendas y recintos deportivos. Con capacidad para unas 12.000 personas, la Villa tenía previsto convertirse en zona residencial. Un millar de las alrededor de 6.000 casas, con precios de 500.000 a dos millones de euros, ya tiene propietario.
El debate ahora es si transformar temporalmente las instalaciones en un hospital de campaña provisional frente a la pandemia, una propuesta de la gobernadora Yuriko Koike, que habla de la posibilidad como «aún evaluada».
Para la cita olímpica se había proyectado acoger a los deportistas en 21 edificios con 18.000 camas, capaces de aguantar hasta 200 kilos, fabricadas con cartón, que después del evento convertirían en papel reciclado.
Las inmobiliarias encargadas de explotar comercialmente la Villa han echado el candado a otra ronda de ventas, prevista para finales de marzo. Para los compradores surgen las dudas acerca de lo que pensaban como una inversión rentable en un enclave de la ciudad, recuerdo de los segundos Juegos de Tokio en sesenta años, para la historia.
Según datos oficiales, Japón ha registrado 96 fallecidos de 3.654 casos positivos por el virus, cifras que parecen surrealistas en comparación con China, donde han perdido la vida 3.331 personas, pero cercanas a las de Corea del Sur, con 186 fallecidos.
La responsable de una de las empresas encargadas de la gestión de la Villa, Zoe Ward, en declaraciones citadas por la agencia francesa AFP ha asegurado que entre los compradores habría quienes estarían consultando la letra pequeña de los contratos para saber si en el caso de dejar de pagar la casa, perderían el dinero invertido.
El aplazamiento de los Juegos, que se disputarán del 23 de julio al 8 de agosto del próximo año, supondría, según alertaba la inmobiliaria Japan Property Central (JPC) antes de la confirmación oficial, un «desastre» para los compradores de las viviendas. En el mejor de los escenarios, los clientes entrarían a vivir en 2025.
«Si el nuevo coronavirus resulta en un retraso en los Juegos», advertía la JPC, «el traspaso tardío de los apartamentos podría considerarse fuerza mayor, podría significar que las cláusulas de penalización no entrarán en vigencia. Los compradores que quieran retirarse podrían enfrentar la pérdida de su depósito. Aquellos que quieran quedarse podrían enfrentar problemas con la escuela y las fechas de mudanza».
La prórroga de los Juegos de Tokio sería, a su juicio, «aún más desastroso para los compradores», porque «desaparecería cualquier emoción sobre el legado olímpico del proyecto, dejando poco atractivo para las islas artificiales».
Con una estación de tren a unos veinte minutos a pie y apartamentos de un tamaño más grande de lo habitual, sostenía la inmobiliaria, la decisión de suspender las ventas conllevará problemas cuando se vuelvan a poner en el mercado. «En una ciudad donde los residentes prefieren cada vez más la proximidad, cualquier cosa que se encuentre a más de diez minutos del tren más cercano puede ser una venta especialmente difícil», añadía.
En opinión de un futuro inquilino, que había comenzado a organizar la mudanza con la familia con vistas a marzo de 2023, la situación provocada por la pandemia era imprevisible y abre a plantearse «muchos escenarios». Sin embargo, recoge AFP, se mostraba esperanzado: «No soy tan estúpido como para ver el efecto del coronavirus como un problema al mismo nivel que un defecto de construcción». Al menos él esperará. Como los Juegos.
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