Corea del Norte lanza 500 proyectiles y Seúl responde con fuego de artillería, pero no habrá guerra entre las dos Coreas
Madrid. El lanzamiento de Corea del Norte de unos 500 proyectiles, el pasado 31 de marzo, de los que unos cien cayeron en aguas de la conocida Línea Fronteriza del Norte (NLL), originó una grave tensión entre las dos Coreas que supuso que Seúl respondiera con fuego de artillería en las conflictivas aguas del mar Amarillo, sin embargo, pese a la agresividad militar de Pyongyang, no habrá guerra alguna y sólo pretende -como siempre- acaparar la atención mundial para seguir fortaleciendo al régimen.
¿Es posible una guerra o un enfrentamiento militar entre las dos Coreas?, imposible, pero sobre todo por la enorme superioridad de Corea del Sur, pese a que la Artillería norcoreana sea una de las mejores del mundo, pues un hipotético conflicto bélico daría la victoria a Corea del Sur por tener un ejército modernizado, una aviación que en poco tiempo destruirá los objetivos vitales de Corea del Norte y unas infraestructuras muy sofisticadas en comparación con Pyongyang.
Pero lo que sí está claro que los riesgos de tener dos ejércitos con más de dos millones de soldados desafiándose a pocos metros de distancia origina tensión y preocupación en la comunidad internacional, aunque una guerra en la Península coreana es improbable.
Corea del Sur se vio obligada a enviar aviones de combate F-15 a la zona ante la posibilidad de nuevos incidentes y tuvo que evacuar a refugios a los residentes de las islas surcoreanas cercanas al mar Amarillo, además Seúl confirmó que los dos aviones no identificados (drones) hallados en los últimos días cerca de la frontera con Corea del Norte fueron enviados por Pyongyang para espiar.
Otra cosa sería que en un hipotético escenario bélico China corriera en ayuda de Corea del Norte, lo que empujaría a EEUU a hacer lo mismo con Corea del Sur, pero aún así una guerra es imposible y sólo cuando el régimen norcoreano mueve sus peones provocativos estalla la alarma con “cierta exageración” en Occidente de una nueva guerra en la Península coreana.
Un ataque norcoreano a Corea del Sur sería un suicidio para Pyongyang, ya que sabe que nunca ganaría esa guerra. El régimen norcoreano no sabe hacer otra cosa que invertir su tiempo en la guerra, en el enfrentamiento permanente, el país lleva seis décadas en “guerra psicológica” y así ha crecido una gran parte de la población norcoreana, donde la miseria y la hambruna han caracterizado a un país que sigue dedicando el 16 por ciento de su PIB a sus Fuerzas Armadas.
Kim Jong-un y sus asesores no permiten que su pueblo piense libremente, pues cuando hay una mínima posibilidad de mejora en las relaciones con el Sur que pueda traer beneficios económicos, algo de bienestar, medicinas y cierta calma, el régimen se la carga con cualquier mínima justificación, pero sobre todo si esa “calma” trae pensamientos que no sean los que Pyongyang viene propagando de que “estamos en guerra y que EEUU y Corea del Sur nos quiere invadir”, entonces Corea del Norte actúa y provoca lo que viene haciendo desde hace más de sesenta años, pues, al parecer, no gusta mucho que haya sosiego, calma y tranquilidad en el pueblo norcoreano, a quien el régimen lo entretiene con “juegos bélicos” que sirven para defender a “muerte” a su “brillante camarada”, quien acaba de sentenciar que su Ejército “aplastará la política hostil de Estados Unidos”.
Por otra parte, esta nueva provocación norcoreana ha tenido cierta influencia ucraniana, pues la enorme tensión existente entre Rusia y la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, ha supuesto que Moscú responsabilizara poco después del lanzamiento de Corea del Norte de diversos proyectiles a aguas surcoreanas de generar tensión entre las dos Coreas al participar en ejercicios militares conjuntos con las Fuerzas Armadas de Corea del Sur, un reproche que sin la crisis de Crimea no se hubiera producido, aunque eso sí, condenó ese posible rumor de que Pyongyang se prepara para nuevos ensayos nucleares.
China, que puede influir mucho para que Pyongyang deje de “jugar a la guerra”, se mostró «preocupada» por la escalada de tensión en la Península coreana e instó a ambas partes a «mantener la calma» y a no poner en peligro la estabilidad de la zona.
China, el mayor inversor y socio comercial del aislado régimen comunista norcoreano, suministra la mitad de la comida y la energía que utiliza Corea del Norte, más de 400.000 toneladas anuales de alimentos y 500.000 toneladas de petróleo y tiene también fuerte influencia para detener esos rumores de que Pyongyang se dispone a realizar más pruebas nucleares, sin valorar sus graves consecuencias, pues aún está pagando un alto precio de las sanciones de la ONU por la prueba nuclear del 12 de febrero de 2013.
EEUU también condenó las acciones provocadoras de Corea del Norte y reafirmó la defensa de sus aliados en la zona. Es decir, están todos los integrantes de las conversaciones a seis bandas, sin olvidar a Japón que no sólo condenó el “ataque norcoreano”, sino que está cada vez convencida de su necesidad de ir construyendo un “gran ejército” para defenderse de Corea del Norte y de una China que le “quiere quitar sus islas”.
Corea del Norte inició nuevos ejercicios militares sin previo aviso en la conflictiva frontera marítima, en el mar Amarillo, en la conocida como Línea Fronteriza del Norte (NLL), que serpentea entre las islas de la costa occidental de la Península coreana y, según Pyongyang, está demasiada cerca de su litoral, lo que permite, dice el régimen norcoreano, que los navíos surcoreanos patrullen cerca de las posiciones norcoreanas y oteen sin dificultades sus numerosas plazas artilleras en tierra.
Pero fue en esta zona, el 23 de noviembre de 2010, cuando Corea del Norte lanzó un ataque con artillería sobre la isla surcoreana de Yeonpyeong, que puso a la Península coreana al borde de un enfrentamiento armado a mayor escala, que originó la muerte de dos soldados y de dos civiles. Un ataque a esa isla que no tuvo el objetivo de ser marítimo sino que se hizo en un territorio donde había civiles.
La isla de Yeonpyeong se encuentra a trece kilómetros de la costa norcoreana y en plena frontera marítima entre las dos Coreas, que Pyongyang rechaza al asegurar que fue trazada unilateralmente por el comando de la ONU que lideraba EEUU en 1953.
Esta zona del mar Amarillo ha sido un frecuente foco de tensión entre las dos partes, con enfrentamientos que ya en el pasado han provocado peligrosas escaladas de violencia en la región, entre ellos el hundimiento de la corbeta surcoreana “Cheonan” en la isla de Baengnyeong, el 26 de marzo de 2010, que causó la muerte de sus 46 marineros y que Seúl acusó a Corea del Norte de que un torpedo norcoreano provocó este grave incidente.
En definitiva, Corea del Norte siempre ha utilizado el asunto de las maniobras conjuntas de EEUU y Corea del Sur, que finalizan el próximo 18 de abril, como una agresión que van contra paz y son ensayos para invadir el país como su mejor justificación para llevar a cabo sus acciones. Unas pruebas militares como unas de las más graves de los últimos tiempos, en especial cuando Pyongyang ha estado en los dos últimos meses lanzando misiles y cohetes de corto alcance en señal de protesta por las maniobras conjuntas.
Pero en realidad, con maniobras o sin ellas, al régimen de Kim Jong-un solo le queda una salida para que su país salga del aislamiento internacional y a la vez mejore económicamente acudiendo a las negociaciones a seis bandas (China, EEUU, Rusia, Japón y las dos Coreas), suspendidas en 2008, y que constituyen la única referencia posible para sacar a Corea del Norte de su actual y grave situación con objetivos de mínimos cambios para mejorar el nivel de vida de sus 24 millones de ciudadanos y con pequeñas aperturas como están ocurriendo en Camboya y la actual Myanmar (Birmania).
Las dos Coreas se mantienen técnicamente enfrentados desde la Guerra de Corea (1950-53), que finalizó con un armisticio nunca reemplazado hasta hoy por un tratado de paz.
Santiago Castillo, periodista, director Asianortheast y experto en la zona