Moon Jae-in y Joe Biden empujan a Corea del Norte a desnuclearizarse
Madrid. A menos de un año de las elecciones presidenciales en Corea del Sur, que podría ganar la formación opositora del conservador Partido del Poder del Pueblo (PPP), menos proclive a concesiones a Corea del Norte, el presidente surcoreano, Moon Jae-in, quiere acelerar su estrategia con Pyongyang tras su reciente encuentro con Joe Biden en la Casa Blanca con el compromiso de la «desnuclearización total» de la península, pero el régimen de Kim Jong-un no va a ceder mientras no tenga la seguridad y confianza de Seúl y Washington y no se le garantice el levantamiento de las sanciones.
Biden y Moon Jae-in han subrayado su propio enfoque estratégico en Asia, sobre todo tras la también reciente visita del primer ministro japonés, Yoshihide Suga, en abril, lo que evidencia que Estados Unidos da mucha prioridad a sus dos mejores aliados en la zona para hacer frente a su mayor desafío, como es combatir el liderazgo de China y afrontar sin ambages el arsenal nuclear de Corea del Norte.
Tal vez dar más flexibilidad para encontrar la solución al problema nuclear es una posibilidad no descartable, pero la radicalidad en actitudes contra Corea del Norte no soluciona el problema de la desnuclearización, en especial cuando Pyongyang siempre ha mostrado un infranqueable comportamiento cuando ha tenido que hacer ver a “todos”, dentro y fuera del país, su verdadera fuerza nuclear, que le garantiza la supervivencia del régimen, aunque, obviamente, la economía es la que realmente le proporcionará la seguridad que busca.
Biden ha querido mostrar su interés en ver qué soluciones hay para “suavizar” las relaciones con Corea del Norte y para ello ha nombrado al diplomático estadounidense nacido en Corea del Sur y actual embajador de EEUU en Filipinas, Sung Yong-kim, como nuevo enviado especial para Corea del Norte, reiterando su deseo de explorar una vía diplomática que permita tomar «pasos pragmáticos» para reducir las tensiones.
Un hecho que también el presidente Moon, que se convirtió en el segundo líder extranjero que visita la Casa Blanca desde la llegada de Biden a la Presidencia de EEUU, el 20 de enero pasado, ve como positivo para avanzar en los contactos con Pyongyang y reducir las tensiones en la península coreana.
Biden sabe lo complicado que es lograr la desnuclearización de Corea y su objetivo durante sus cuatro años en la Casa Blanca está en conseguirlo, lo que hasta ahora no ha hecho ninguna de las cuatro administraciones anteriores a su Presidencia.
Tampoco ha descartado un encuentro con el líder Kim Jong-un pero con una agenda más pragmática, más de contenido y sobre todo para garantizar el éxito de la cumbre sobre la revisión nuclear y, por supuesto, con otros contenidos que satisfagan a Corea del Norte, una posible realidad que tampoco vería mal China.
El encuentro entre Biden y Moon servirá para revisar la política estadounidense en relación a Corea del Norte y que traiga resultados más prácticos y menos mediáticos que los habidos con la Administración de Donald Trump.
Una nueva diplomática estadounidense hacia Corea del Norte en la que la seguridad de EEUU y Corea del Sur no se vean mermadas, y aunque también se trató el asunto de los derechos humanos, pero mientras no haya progresos en las conversaciones con el régimen norcoreano, esta problemática será difícil o que cambie o mejore, aunque sí se facilitará la provisión de ayuda humanitaria para los más necesitados. Pero lo importante es y será la cooperación trilateral entre EEUU, Corea del Sur y Japón para abordar la seguridad en la zona.
Una seguridad que tanto Japón como Corea del Sur valoran altamente con importante bases militares en sus respectivos países, y donde también el Estrecho de Taiwán tiene su valor para no desestabilizarla cuando China quiere recuperarla “como sea”. Una seguridad que Biden quiere mostrar a Pekín, que no va a permitir debilitar el orden en la zona ni en el espacio Indo-Pacífico.
Y pese a que el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, haya descartado que vaya a haber un gran acuerdo entre Washington y Pyongyang, al considerar que la desnuclearización de Corea del Norte solo puede producirse paso a paso con una «diplomacia calibrada», desde cualquier perspectiva política las conversaciones entre las dos Coreas, y en especial entre el régimen de Kim Jong-un y la Casa Blanca, son la vía más adecuada para solucionar el problema de la península coreana tras más de 70 años de inestabilidad y tensiones.