La COVID-19 y las pérdidas millonarias ante una posible suspensión de los JJOO de Tokio

Madrid. Cada vez queda menos para la inauguración de los JJOO de Tokio (23 de julio al 8 de agosto) y cada vez son más las distintas opiniones vertidas sobre la conveniencia de su celebración, las enormes pérdidas económicas, unos 13.560 millones de euros, según el Instituto de Investigación Nomura, y el temor a que surja una nueva cepa de coronavirus, como señala el Sindicato Nacional de Médicos japoneses, suscitan dudas, pero los organizadores mantienen los juegos sin público extranjero mientras sobre el nacional se decidirá en junio.
Para los deportistas, una suspensión de los Juegos Olímpicos supondría un daño irreparable en todos los aspectos. Ya el pasado año se aplazaron, aunque la situación pandémica era peor. Los llamamientos en contra de los Juegos Olímpicos de Tokio se han incrementado en las últimas semanas, cuando restan menos de dos meses para la inauguración del evento, prevista para el próximo 23 de julio.
Las últimas estimaciones de los organizadores de Tokio 2020 prevén que aterricen en Japón unos 15.000 atletas y 78.000 miembros de la familia olímpica, en tanto el Comité Olímpico Internacional (COI) cree que más del 80 por ciento de los asistentes vendrán vacunados desde sus países de origen.
Por encima de todo preocupa la lenta vacunación en Japón, en torno a un 6 por ciento de la población, a partir de los 65 años, está inoculada al menos con una dosis, pero este grupo de edad tiene poca relación con las olimpiadas, decía recientemente el galeno nipón Naoto Ueyama, presidente del Sindicato Nacional de Médicos.
Para Ueyama, «si surge una nueva cepa resistente a las vacunas, dará igual el porcentaje de inmunizados» que haya alcanzado cada país, y calificó de poco práctica la propuesta del COI de que cada comité olímpico nacional lleve personal sanitario al país para contribuir a asegurar los medios sanitarios necesarios.
Precisamente para acelerar la vacunación Japón ha abierto esta semana centros en Tokio y Osaka gestionados por las Fuerzas de Autodefensa (ejército) con el fin de lograr la mayor inmunización posible contra la COVID-19 de su población, dado el lento proceso a menos de dos meses de los JJOO.
No obstante, los organizadores, al igual que el COI, están convencidos que habrá Juegos este verano. El comité organizador del evento afirmó que la estrategia de prevención de contagios testada en una serie de eventos deportivos organizados alrededor de Japón en los últimos meses ha resultado exitosa, unas medidas que se reforzarán, añadió, antes de la celebración de los Juegos este verano.
En estas pruebas intervinieron más de 1.000 personas entre atletas y representantes de comités extranjeros. Seiko Hashimoto, la presidenta del comité organizador, anunció que tan solo se registró un contagio de COVID-19 en un participante diagnosticado a la entrada en el país, y resaltó la efectividad de las medidas anticontagios frente a las dudas, cada vez mayores, sobre la viabilidad de las competiciones por el estado de la pandemia en Japón.
Pese a que el Departamento de Estado de Estados Unidos ha emitido la máxima advertencia posible de viaje a Japón ante el aumento de los casos positivos en el país nipón, EEUU participará en el evento deportivo e incluso la Unión Europea (UE) ha expresado su apoyo a la celebración «segura» de los Juegos Olímpicos y los Paralímpicos este verano en Tokio, y considerando que esta cita olímpica se identifique como “símbolo de unidad” internacional frente al coronavirus.
Y como dice el primer ministro japonés, Yoshihide Suga, que la celebración de los JJOO sea una “prueba de la victoria de la humanidad contra la COVID-19”.
Está claro que los JJOO tienen mucho dinero por medio. Una segunda cancelación traería graves consecuencias económicas, cuyo presupuesto inicial, incrementado en 2.800 millones de dólares para hacer frente al aplazamiento del pasado año, supondría pérdidas de 42.600 millones de dólares y una contracción del 0,2 por ciento del PIB nipón, según señala la asesoría financiera Bloomberg, que añade que una celebración olímpica con la mitad de espectadores (locales) permitiría que la economía japonesa sumara hasta 4,3 puntos porcentuales.