Las prácticas de Corea del Norte provocan dudas sobre Pyeongchang 2018

Villa olímpica en Pyeongchang, Corea del Sur.
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Madrid. La comarca surcoreana de Pyeongchang (no confundir con Pyongyang, capital de Corea del Norte), situada en la provincia noreste de Gangwon, organizará la vigesimosexta edición de los Juegos Olímpicos de Invierno entre el 9 y el 25 de febrero de 2018, bajo el eslogan “Pasión. Conectados”, en la primera vez que Corea del Sur acoja un evento de estas características después de los Juegos Olímpicos de Seúl, en 1988.

La confrontación verbal con Seúl y Washington y la intensificación de los ensayos balísticos y nucleares por parte del régimen norcoreano, ha puesto en cuestión la elección tomada por el Comité Olímpico Internacional (COI) en 2011. Especialmente tras la detonación subterránea de una bomba nuclear, la más potente a día de hoy, a comienzos de septiembre de 2017 en Hamgyong del Norte.

Por entonces, las crisis entre estos actores eran estacionales y las pruebas militares mínimas. Sin embargo, el ascenso de Kim Jong-un a líder supremo de la República Popular Democrática de Corea del Norte, después del fallecimiento de su padre, Kim Jong-il, a finales de diciembre de 2011, ha generado un constante interés por perfeccionar la faceta armamentística y reivindicar el papel del Estado a nivel internacional.

Ante la preocupación de naciones como Francia, Austria o Alemania, el presidente del COI, Thomas Bach, no ve razón alguna para que los próximos Juegos de Invierno se conviertan en el primer evento olímpico en ser cancelado desde la Segunda Guerra Mundial, pues confía en el respeto y la diplomacia del país vecino, y señala que la mitad de las entradas para espectadores foráneos ya se han vendido, reflejando el escaso temor del público extranjero.

En la misma línea, el ministro surcoreano de Cultura, Deportes y Turismo, Do Jong-hwan, ha anunciado que el Gobierno redoblará las medidas de seguridad en favor de los asistentes, si bien es consciente de la agresividad dialéctica entre Donald Trump y Kim Jong-un, aunque ve asegurada la paz en la península coreana y cree que Pyeongchang 2018 es una buena oportunidad para restablecer la cordialidad.

La agencia surcoreana Yonhap informó que el Ejército de Corea del Sur baraja la posibilidad de entablar conversaciones con Estados Unidos para solicitar el aplazamiento de las maniobras militares que cada mes de marzo la Armada estadounidense efectúa en su territorio, ya que coincidiría con la cita paralímpica (del 9 al 18 de marzo). Corea del Norte considera estas maniobras una provocación y un ensayo para una posible invasión del país, por lo que anualmente responde con el lanzamiento de misiles balísticos.

Do Jong-hwan coincide con el presidente del COI en mantener la puerta abierta a los atletas norcoreanos en señal de neutralidad política, incluso Bach aboga por el apoyo económico para sufragar los gastos de viaje y alojamiento, de tal manera que puedan participar en igualdad de condiciones.

Según palabras del ministro de Cultura, Deportes y Turismo, la organización está dispuesta a esperar hasta el último momento. No obstante, la única participación posible ahora, y siempre que Pyongyang de el visto bueno, será la de los patinadores artísticos Ryom Tae-ok y Kim Ju-sik.

La postura más “oficial” que se conoce por estas fechas es la emitida por un funcionario norcoreano, próximo al Ministerio de Deportes, al gobernador de Gangwon, Choi Moon-soon, a quien confirmó la presencia de Corea del Norte en los JJOO durante un partido de la Segunda División del Campeonato Mundial de la IIHF (International Ice Hockey Federation) disputado en Gangneung, municipio de la provincia de Gangwon.

El líder del Partido Democrático de Corea y presidente de la República, Moon Jae-in, se ha esforzado desde su acceso al cargo el pasado mes de mayo en lograr que el régimen de los Kim, con el que técnicamente lleva en guerra durante más de 64 años (se firmó un armisticio, no un tratado de paz), coopere acogiendo pruebas de esquí, creando un conjunto de hockey-hielo femenino o formando parte del recorrido en la llegada de la antorcha de Grecia.

Moon es quizá el aliado más fuerte, que ha aceptado promocionar la competición deportiva y asumir el rol de embajador honorario.

El COI priorizó la ciudad de Pyeongchang sobre Múnich y Annecy por su carácter de sede compacta, que ostenta una docena de instalaciones junto con Gangneung y Jeongseong, todas ellas a no más de media hora de distancia. La mitad de los centros de competición ya existían con anterioridad, pero los otros seis han sido construidos a lo largo de la década y se prevé la conclusión de las obras antes de fin de año.

En total se han invertido 776 millones de dólares, y la encargada de supervisar las infraestructuras ha sido la sueca Gunilla Lindberg, directora de la Comisión de Coordinación del COI para estos Juegos de Invierno. A pesar de mostrarse muy satisfecha por el resultado, advierte de la necesidad de mejorar los transportes para incentivar la asistencia.

Los anfitriones intentarán cosechar veinte medallas, ocho de ellas de oro, y situarse entre los cinco primeros puestos. De las 15 disciplinas de siete deportes que se disputarán, los surcoreanos destacan especialmente en patinaje de velocidad, patinaje artístico y velocidad a pista corta, siendo favoritas las atletas Shim Suk-hee y Choi Min-jeong.

En palabras de Yi Chongyul, director del Centro Cultural Coreano de Madrid y Consejero de Asuntos Culturales de la Embajada de la República de Corea, esta convocatoria deportiva es una excelente oportunidad para que “los españoles puedan conocer mejor” la cultura surcoreana. Así mismo, hace hincapié en que el gobierno anfitrión está trabajando para que “los extranjeros visitantes de los Juegos Olímpicos conozcan la mezcla de modernidad y tradición que posee Corea del Sur”.

Las ceremonias de inauguración y clausura de la competición estarán organizadas por el director de teatro surcoreano Yang Jung-ung, y la mascota seleccionada para la ocasión es un tigre blanco, considerado un animal protector sagrado, llamado Soohorang.

Ángel Carreño Arias

Estudiante de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid (UCM)

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