La segunda cita Trump-Kim debe ser definitiva en la desnuclearización y en las sanciones

Madrid. La cumbre de junio pasado en Singapur fue histórica pero la que se anuncia para finales de febrero –tal vez en Vietnam- entre Donald Trump y Kim Jong-un debe certificar los pasos definitivos para la completa desnuclearización de la península coreana y la aplicación del levantamiento de las sanciones para crear el clima adecuado al éxito de la nueva cita.
La primera cumbre, celebrada en junio de 2018 en Singapur, se logró un acuerdo para trabajar hacia la completa desnuclearización de la península coreana, a cambio de garantías de seguridad para el régimen norcoreano, unas garantías que deben ir acompañadas del paulatino levantamiento de las sanciones que pesan sobre el régimen norcoreano, dado que el proceso político iniciado por Kim Jong-un es irreversible.
La cumbre de Singapur fue el primer encuentro entre Estados Unidos y Corea del Norte, dos países enfrentados durante décadas, directa o indirectamente a través de sus aliados alimentando siempre la propia “guerra fría”, cuyas tensiones bélicas marcaron la situación política de la península coreana.
Pese a que la declaración conjunta de Singapur fue bastante “dudosa” tras comprobarse lo pactado con el asunto nuclear, el hecho en sí de la cita de dos personajes que hasta hace poco tiempo se dedicaban todo tipo de insultos, fue positivo al desactivarse las tensiones en la zona y sobre todo generar una confianza en la región que han propiciado un nuevo escenario político nunca visto desde la división de la península coreana en 1948.
Desde la cumbre de Singapur los progresos no han sido constantes, pero se ha mantenido una espiral positiva de declaraciones y buenas intenciones por parte de Estados Unidos, China y las dos Coreas que van a desembocar en la segunda cumbre de finales de febrero para certificar unas negociaciones que no tienen freno alguno, al menos por ahora.
La paciencia sigue siendo vital pero no hay que olvidar que al menos diez años podría tardarse el desmantelamiento completo del programa nuclear norcoreano, además de un coste en torno a los 20.000 millones de dólares, coste que obviamente no va a pagar Corea del Norte.
Estados Unidos ya reiterado en varias veces que espera que Corea del Norte renuncie a su arsenal nuclear, pero Pyongyang pide a su vez a Washington que respete su soberanía y cese cualquier amenaza ante la presencia militar en la región de bases estadounidenses en Japón, Corea del Sur o la isla del Pacífico de Guam, una realidad que se tratará con seguridad en esta segunda cumbre.
Y luego Corea del Norte pide a Estados Unidos que renuncie a las sanciones, las cuales en estos momentos mantenerlas sólo contribuirían a entorpecer un proceso que no puede detenerse y que cambiará gran parte de la realidad política de la península coreana.
Lo mismo ocurre con la Unión Europea (UE), cuyo organismo comunitario, firme partidario del diálogo entre Corea del Norte y EEUU, debe reducir paulatinamente sus sanciones dado el actual panorama que ha creado el régimen de Pyongyang, pero sobre todo teniendo en cuenta las enormes dificultades por las que atraviesan algunas Legaciones norcoreanas en Europa, donde tienen paralizado gran parte de sus movimientos económicos con un bloqueo a cualquier operación.
Realmente todavía está todo muy reciente, hay demasiadas coordenadas que aún no tienen asentadas las posiciones adecuadas que conduzcan al espacio concreto para obtener resultados tangibles en este proceso histórico que vive la península coreana y que con toda seguridad a lo largo de 2019 se certificarán avances ineludibles de cara a una definitiva y nueva situación política en la región.
Corea del Norte ha recibido en los últimos años fuertes sanciones de la ONU y de Estados Unidos por su desarrollo de su arsenal nuclear, cuyo país realizó seis pruebas nucleares y ha fomentado y probado misiles balísticos que, según expertos, podrían alcanzar el territorio continental de Estados Unidos, que nunca atacaría, pese a otras afirmaciones.
Pero la realidad es ahora bien distinta, el escenario es otro, las perspectivas son esperanzadoras y sobre todo el actual éxito “diplomático” en la península coreana debe llevar implícito paulatinamente un levantamiento de las sanciones, dado que es difícil creer que Corea del Norte pueda de nuevo dedicarse a lanzar misiles.
Es un tiempo pasado pese a las dudas sobre una desnuclearización de la península coreana, que más pronto que tarde se producirá.
Kim Jong-un ha mostrado su determinación para alcanzar una desnuclearización completa y al mismo tiempo ha reclamado a EEUU menos presión y el levantamiento de las sanciones, pero, en suma, la posible cumbre de finales de febrero estará marcada por los dos ejes esenciales de la nueva cita: desnuclearización y levantamiento de las sanciones.
Vietnam puede ser un lugar perfecto para la segunda cumbre, un país que mantiene buenas relaciones con Corea del Sur y además también las mantiene con Corea del Norte y Estados Unidos.