El fútbol disipa tensiones entre las dos Coreas
Madrid. Pese a que el partido de fútbol de clasificación para el mundial de Catar 2022 entre las dos Coreas se disputó a puerta cerrada, sin espectadores, periodistas extranjeros y sin televisión, el choque, que termino con empate a cero, debe servir para reducir asperezas y acercar posiciones entre ambos países cuando las conversaciones con EEUU están en un punto muerto.
De hecho, esta misma semana, el secretario adjunto para Asia Pacífico del Departamento de Estado estadounidense, David Stilwell, aseguró que Estados Unidos abordará los intereses de seguridad de Corea del Norte en un camino que conduzca a una retirada de su programa de armas nucleares, pero Pyongyang mantiene que el levantamiento de las sanciones que pesan sobre el régimen son claves para el éxito en los inminentes encuentros entre los dos países.
Desde los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 en Pyeongchang (Corea del Sur) las relaciones deportivas habían tenido un vital protagonismo en el deshielo diplomático entre los dos países, en un evento en las que los dos Coreas decidieron tener su primer equipo olímpico unificado y precisamente sirvió para que los atletas de las dos partes desfilaran juntos en la ceremonia de apertura, detrás de una bandera de la unificación mostrando una península unida y sin fronteras.
A lo largo de los dos últimos años con distintos encuentros de Corea del Norte con EEUU y con su vecina del Sur, además de las citas del líder Kim Jong-un con los presidentes chino, Xi Jinping, y de Rusia, Vladímir Putin, respectivamente, la nueva política norcoreana sembró unos alicientes de sosiego y de buen clima en la zona que no se conocían desde la fundación del país en 1948.
Corea del Norte necesita poco a poco asomarse más al exterior y ahora en su nueva etapa política el régimen norcoreano no debe desaprovechar la ocasión, de ahí que este acontecimiento futbolístico, celebrado en el estadio de Kim Il-sung, en Pyongyang, el primer duelo entre las dos Coreas desde octubre de 1990, aunque disputado sin público ni televisión, ya que aún perduran medidas de no emitir en directo los partidos de la selección norcoreana, sea un evento que favorezca la confianza entre los coreanos de ambas partes y a una tercera cumbre entre Kim Jong-un y Donald Trump.
La normativa de no emitir por televisión los partidos de la selección de Corea del Norte ya quedó resaltada cuando el último encuentro ante Líbano, que concluyó con un 2-0 a favor de los norcoreanos y el encuentro se vio en todo el país con un día de retraso, pero los tiempos cambian y nuevas aperturas, aunque sean mínimas, tendrán que dar paso a este nuevo mundo globalizante.
Corea del Norte vive un momento especial con su nueva política exterior, de ahí que el régimen necesite asegurarse una infraestructura suficiente para que nada le pueda salpicar dentro y fuera del país y al mismo tiempo consolidar una nueva realidad que le proporcione su deseada reforma económica, la cual se ve condicionada con el levantamiento de las sanciones y su desnuclearización.
El partido de fútbol entre las dos Coreas ha tenido poca repercusión fuera de la península, pero a nivel interno es fundamental para las dos partes. Ya en septiembre de 2018, el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente surcoreano, Moon Jae-in anunciaron que optarían en una candidatura conjunta a los Juegos Olímpicos de verano de 2032 en un proyecto que exigiría un nivel de cooperación y de confianza mutuos sin precedentes entre los dos países.
Bien es cierto que en este partido de fútbol, en medio de cierto enfriamiento en las relaciones entre las dos Coreas y con la congelación del diálogo con EEUU, Pyongyang decidió no emitir visados especial para ningún surcoreano que no fuera futbolista o parte del cuerpo técnico, pero eso sí, dio la autorización al presidente de la FIFA, Gianni Infantino.
El régimen norcoreano sabe que las cosas deben ir cambiando poco a poco, sobre todo si quiere junto a Corea del Sur presentar una candidatura común para albergar los Juegos Olímpicos de 2032. Las dos Coreas han convenido participar conjunta y activamente en las competiciones internacionales, incluido los Juegos Olímpicos de 2020, en Tokio.
Por otra parte, el partido correspondió a la tercera jornada del grupo H dentro de la segunda ronda clasificatoria en Asia para el Mundial de 2022 que finaliza el próximo mes de junio, y ahora habrá que esperar para el encuentro de vuelta en Seúl el 4 de junio de 2020, varias semanas antes de los JJOO de Tokio, para la propuesta de las dos Coreas con vistas a coorganizar el Campeonato Mundial femenino de fútbol 2023.
Un sueño lejano, no imposible, entre dos vecinos que siguen técnicamente en guerra (guerra civil-1950-1953) al no existir un tratado de paz, cuya península vive separada desde 1945 tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial que ocupaba toda Corea desde 1910.
En definitiva, el deporte siempre ha sido en muchas ocasiones clave para acercar posturas entre los países en conflicto y las Coreas desde los JJOO de invierno de 2018 en Pyeongchang (Corea del Sur) las relaciones, pese a los altibajos existentes, están mejor y ahora sólo falta que a lo largo de 2020 el encuentro entre Kim Jong-un y Donald Trump se haga realidad.
Tras este histórico partido, Corea del Sur, que ocupa el puesto 37 de la clasificación de selecciones de la FIFA, y Corea del Norte, en el puesto 113, ya se habían enfrentado anteriormente en varias ocasiones con el resultado de siete victorias para el Sur, ocho empates y un triunfo para el Norte. Las dos selecciones con siete puntos están al frente del grupo H de clasificación para el Mundial de Catar 2022, que integran junto a Líbano, Turkmenistán y Sri Lanka.
El encuentro tuvo su gran aliciente al sonar el himno del Sur y ondear su bandera en el estadio de Kim Il-sung a diferencia de hace 30 años cuando ambos equipos debían enfrentarse y entonces Pyongyang se opuso a que sonara el himno y se ondeara la bandera surcoreana, pero en este choque futbolístico al menos si ha servido para que esa tensión desapareciese, lo que evidencia que pese a la frialdad el partido, la tensión de antaño se ha ido reduciendo.