JJOO de Pekín 2022: ¿Vuelve la era de los boicots olímpicos?
Madrid. El 30 de noviembre el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció que acudiría en febrero a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022. Era la respuesta del principal aliado de China a la amenaza de boicot occidental. Y es que el presidente de EE UU, Joe Biden, aseguró que la Casa Blanca está «considerando» un boicot diplomático de los Juegos por los abusos de derechos humanos en el gigante asiático.
Aunque no ha habido aún confirmación oficial del boicot por parte de la Casa Blanca, es probable que algunos líderes occidentales no acudan finalmente a los Juegos Olímpicos de Pekín, que se disputarán del 4 al 20 de febrero. ¿Volverán las grandes potencias a la tradición del boicot olímpico? ¿Se vengará China en las olimpiadas de 2028 en Los Ángeles?
Argumentos para un boicot
Mientras el líder ruso aceptaba la invitación de su homólogo chino Xi Jinping, Estados Unidos y, su principal aliado, el Reino Unido, contemplan seriamente el boicot de los Juegos. Alegan como argumento las múltiples violaciones de los derechos humanos, principalmente por la persecución de los uigures en la región china, de mayoría musulmana, de Xinjiang. Los atletas británicos y estadounidenses competirían, pero los líderes no acudirían a los eventos.
Desde que Pekín recibió la llama olímpica en 2015, organizaciones de derechos humanos protestan contra los Juegos de 2022. Uigures, tibetanos, residentes de Hong Kong y otros grupos minoritarios pidieron el boicot del evento por parte de la comunidad internacional. «Si los juegos continúan, Pekín obtiene el sello internacional de aprobación por lo que están haciendo», afirmó Lhadon Thetong, activista y líder del Instituto de Acción del Tíbet.
Recientemente, se les sumó Enes Kanter, el pívot de los Boston Celtics de la NBA, quien se pronunció en apoyo a los uigures y los tibetanos. En octubre, culpó a la multinacional Nike (una de las principales patrocinadoras de la liga de baloncesto) de hipocresía. Según el jugador turco, las fábricas que fabrican el calzado de Nike usan el trabajo forzoso de los uigures, haciendo la vista gorda a las violaciones de derechos humanos, mientras que en EEUU apoyan los movimientos LGBT y el BLM.
Kanter llamó además a los deportistas estadounidenses a boicotear también los Juegos de Pekín en señal de protesta. «Todas las medallas de oro del mundo no merecen que vendas tus principios morales», dijo Kanter, enemigo acérrimo del líder turco Recep Tayyip Erdogan, que le privó de la ciudadanía por sus críticas.
El Comité Olímpico Internacional (COI) resiste a las presiones con el argumento de que está al margen de la política, por lo que continúa a toda marcha lo preparativos para los Juegos. Las autoridades chinas consideran «falsas» las críticas y acusan a Estados Unidos de estar «violando la Carta Olímpica» y «su principio de neutralidad política». Moscú también critica este posible boicot. «Lo valoramos negativamente», comunicó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Occidente logró un nuevo argumento para el boicot cuando en noviembre desapareció misteriosamente la tenista china Peng Shuai justo después de haber publicado en sus redes sociales una acusación de abuso sexual contra un alto cargo del Partido Comunista de China. Cuando el escándalo estalló, diversos organismos internacionales (entre ellos la ONU) empezaron a presionar el Gobierno chino. Pekín se limitó a negar implicación en el caso y asegurar que desconocía el paradero de la deportista.
Peng Shuai reapareció unas semanas después y tranquilizó a la prensa: «No estoy desaparecida. Las acusaciones de abuso sexual no son ciertas. Estoy descansando en casa y estoy bien». A continuación, se publicaron varios vídeos, donde se podía ver a la tenista firmando autógrafos a los participantes de una competición juvenil de tenis. Además, se comunicó con el COI para asegurar que se encontraba bien y pedía que se respetara su privacidad. Tanto la siniestra historia como las declaraciones de Peng dejaron muchas preguntas sin responder.
Rusia, ostracismo por dopaje de Estado
El respaldo de Putin a China llega en una época de profunda crisis para el deporte ruso. Tras el escándalo del dopaje de Estado, Rusia fue castigada con dos años sin poder participar en competiciones internacionales. Desde principios de este año los atletas rusos no pueden llevar la tricolor o escuchar el himno, y la sigla ROC (Russian Olympic Committee) sustituye a RUS en el medallero.
Entre otras medidas, el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) prohibió a los altos funcionarios asistir a cualquier evento olímpico hasta el 1 de enero de 2023. La única excepción es si el funcionario en cuestión es invitado personalmente por el gobierno del país anfitrión, como es el caso de Putin.
Algunos funcionarios del Comité Olímpico ruso creen que el TAS fue presionado por Occidente, en concreto por la Casa Blanca, por lo que sus sanciones no serían más que parte del juego geopolítico para contener a Rusia. Sin bandera, pero los atletas rusos participaron en los Juegos de Verano Tokio, que tuvieron lugar este año. Quedaron quintos en el medallero con un total de 20 oros.
La era de los boicots
Boicotear los Juegos Olímpicos por motivos políticos es una práctica que se remonta a los años 50. China, por ejemplo, no participó en ninguna de las olimpiadas de verano entre 1956 y 1972 porque los países anfitriones invitaban a participar a Taiwán. Egipto, Líbano y Siria se negaron a competir en 1956 en señal de protesta a la ocupación de la Península Sinaí por las fuerzas anglo-israelíes.
Pero los casos más famosos comprenden los Juegos de Moscú (1980) y Los Ángeles (1984). Los de Moscú fueron boicoteados por 65 países, entre los cuales estaban Estados Unidos, Canadá, Egipto, Alemania Occidental e incluso China. Un año antes (1989) había comenzado la invasión soviética de Afganistán, que fue condenada unánimemente por la comunidad internacional. Dicha fallida intervención armada, que dejó más de 15.000 soldados soviéticos muertos, es considerada uno de los detonantes de la disolución de la URSS en 1991.
La Unión Soviética respondió con el boicot de las olimpiadas de 1984, apoyada por el Pacto de Varsovia y otros países comunistas como Vietnam y Corea del Norte. El gigante asiático, con el que Moscú estaba enfrentado desde la guerra fronteriza de 1969, sí compitió.
Ahora, en cambio, Putin y Xi hacen frente común, tanto en materia económica como política y militar. El nuevo campo de batalla son las olimpiadas y el objetivo es impedir que Occidente siga imponiendo sus reglas en el deporte mundial.