Japón: Defensa ciudadana contra la COVID-19
Madrid. Que el minimalismo japonés venga de sus artes marciales es discutible, pero que va con ellas, seguro. La lucha ciudadana contra la COVID-19 lleva el espíritu de sus más conocidas artes marciales: lograr lo más con lo menos. Pongamos las dos más famosas.
Kara-te: literalmente “mano-vacía”. Bien traducido: sólo las manos, el cuerpo, como defensa, sin armas. Algo que todos tenemos, siempre disponible, y gratis.
Yuu-doo: “suave-camino”. Técnica o camino de lo fácil, aprovechando la energía del atacante. Siempre disponible si se da la contienda. La fuerza del otro, ni palo ni espada. Basta con saberse zafar de su ciega fuerza. También gratis.
Yo he visto a la ciudadanía japonesa materializando ese espíritu de lograr lo más, la prevención sanitaria contra el virus, con lo menos. Simplemente practicando tres sencillas costumbres bien arraigadas:
O-shibori: Es la toallita húmeda que te dan gratis para las manos, junto con un vaso de agua, en cualquier restaurante, cafetería, chiringuito, o casa de amigo al visitarlo, nada más sentarte. Caliente en invierno, fría en verano, y gratis. Así, las manos, cobijo del virus, siempre asépticas.
O-yigui: La reverencia al saludarse se convierte en el actual y obligado distanciamiento social. Secular en Japón. La máxima consideración al otro. Y más gratis imposible. ¿Difícil? ¿Ridículo cambiar?
Masku (del inglés mask): La mascarilla para no transmitir la gripe, o causar cualquier molestia o aprensión al otro, no contaminar productos manipulados, cocinados, vendidos…superpopularizada de muchos años. Ya en la mal llamada, hace cien años, “gripe española”, la apodaron “mascarilla de amor al país” (“aikoku no masku”). Murieron menos de 500.000 del total mundial de 40 o 50 millones. El virus SARS de 2003 castigó duramente a toda Asia, pero en Japón no hubo ninguna víctima. Así ha llegado hasta hacer moda hoy.
Siempre lo más simple, incluso si hay que poner algún medio, por el camino más fácil hacia la paz ciudadana. Y con lo más barato, si no gratis.
¿En qué tanto por ciento contribuyó este minimalismo instrumental sanitario a reducir el número de víctimas del Covid? Dos pinceladas. De 22 de febrero a 6 de julio: contagiados totales, menos de 20.000 (19.998), y víctimas mortales menos de 1.000 (991). En una población de casi tres veces la española (127,5 millones de habitantes). Densidad de contactos: sólo las tres estaciones principales de metro-tren en Tokio superan, cada una, al día, los dos millones y medio de usuarios. Sin estricto ni conminatorio confinamiento general…
No sé cómo ni cuándo terminará el tormento, pero que les quiten lo salvado. ¿Y nada que ver esta actuación preventiva ciudadana?
Viviendo el día a día de los dos países por televisión directa (con siete horas de decalaje), hablando largo con familiares y amigos, vía telefónica Line gratis, saltan las preguntas. ¿No merecerá la pena probar estas vacaciones los medios minimalistas de las artes marciales y su espíritu de aprovechamiento máximo de lo fácilmente disponible? Arte marcial ciudadana practicable hasta por los más flacuchos. Minimalismo eficaz de prevención sanitaria. Aunque suene vulgar.
Quizás sería más atractivo algún maximalismo soñador, semi milagrero. Venta de mascarillas inmunológicas a precios para pocos, geles inmunizadores al alcance de menos bolsillos, o pago al sol, regulado oficialmente, según los segundos empleados en reverencias salutatorias salvíficas de acuerdo con las auras personales. Todo según recomendación de algún comité secreto de sabios, y con su recaudación consecuente. Este sería un buen relato ilusionante para las multitudes. Aunque con lo otro, además de vidas, nos salvásemos del inminente, ya anunciado, posible impuesto por el Corona.