El viaje de Biden por Japón, China y Corea del Sur rebaja la tensión pero no soluciona el conflicto territorial

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Madrid. Estados Unidos no quiere un conflicto con China a causa de las islas en disputa con Japón tras la decisión de Pekín de crear la nueva defensa aérea en el mar de China Oriental, pero su fuerte alianza –militar y económica- de años con Japón y Corea del Sur le sirve para “vigilar” al “gigante asiático” e impedirle que extienda su presencia en la región.

El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, ha dejado claro en sus visitas (3 al 6 de diciembre) a Japón, China y Corea del Sur que EEUU no reconoce la nueva zona de defensa aérea que ha establecido Pekín sobre las islas Senkaku-Diaoyu, controladas de facto por Tokio desde 1972 y reclamadas por Pekín, además del islote de Leodo, bajo soberanía de Seúl pero que con la nueva Aérea de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) se adentra unos 3.000 kilómetros cuadrados en el espacio surcoreano.

Biden en su visita a Tokio trato de calmar los temores sobre cualquier alteración territorial, y en su encuentro con el primer ministro nipón, Shinzo Abe, éste dejó claro que ni Japón ni Estados Unidos, con quien el país asiático tiene un tratado de seguridad que incluye las Senkaku/Diaoyu, tolerarán el paso dado por China, sin entrar en las posibles diferencias con su aliado sobre los vuelos comerciales al nuevo espacio aéreo de la ADIZ.

Mientras, el vicepresidente Biden en su encuentro con el presidente chino, Xi Jinping, elogió la buena relación existente entre ambos países pero puntualizó que EEUU no acepta ninguna alteración territorial que suponga romper el “estatus quo” en la región mostrando su claro apoyo a Japón.

Estados Unidos quiere intensificar la cooperación con la segunda potencia económica del mundo, en el marco de su giro político y económico hacia Asia, pero China, que es la mayor acreedora de deuda estadounidense, no acepta tampoco una mayor presencia de EEUU en la región, ya que lo interpreta como un intento de contener el ascenso del “gigante asiático”.

El presidente Xi, que escuchó de Biden la enorme preocupación de Japón por la nueva ADIZ china, dijo que la situación y el panorama regional están experimentando “cambios profundos y complejos”, y que “hay más desafíos globales como el cambio climático y la seguridad energética”. “El mundo no está tranquilo”, subrayó.

China, que también le preocupa el militarismo nipón, tiene claro que el Pacífico no es propiedad americana, su desarrollo económico le obliga a una proyección oceánica lejos de sus costas, y, en opinión de expertos, defenderá con la fuerza, si es preciso, sus reclamaciones territoriales en sus mares contiguos.

Lo que está claro que Biden trató con los dirigentes chinos aplacar las tensiones con la normativa de la nueva ADIZ. “Estados Unidos tiene interés en rebajar las tensiones en esta parte de la región, y “creo que todos los países en Asia nororiental comparten este interés con nosotros”, dijo el vicepresidente estadounidense, pero con mucho respecto a China, hasta tal punto que ni Xi Jinping ni Biden hicieron mención a la zona de defensa aérea china en público, lo que se interpreta los muchos intereses comunes que hay, pese a que cada uno acusa al otro de querer imponer su propia hegemonía en la región.

Tanto China como EEUU no van a poner en peligro sus relaciones por estos islotes y Washington tendrá finalmente que aceptar que hay un conflicto territorial entre Pekín y Tokio que debe ser negociado, pero la cuestión será cómo se tratará y negociará, dado que Shinzo Abe no está dispuesto a ceder en la soberanía de estas islas, una situación que pondrá a prueba el compromiso estadounidense en defensa de Japón.

Estados Unidos sabe de la importancia de China en la solución final del conflicto sirio, así como la resolución definitiva del tema nuclear iraní y norcoreano, ya que Pekín tiene la llave para abrir muchas puertas y a la vez cerrarlas con el asunto resuelto siempre en consonancia con los estadounidenses, sin olvidar a la Rusia de Putin.

Por otra parte, Biden en su visita a Corea del Sur se comprometió a incrementar la influencia, los recursos y el alcance diplomático de Estados Unidos en la región y fortalecer la presencia militar con objeto de que para 2020 el 60 por ciento de los barcos de guerra estadounidenses tengan su base en la zona, frente al 50 por ciento actual dejando claro que Asia seguirá siendo prioridad para Washington.

Biden pidió a la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-Hye, que se acerque a Japón contra las aspiraciones chinas de expansión territorial, una alianza surcoreana-japonesa que puede quebrarse cuando EEUU sabe también el conflicto existente sobre las islas Dokdo/Takeshima, gobernadas por Seúl pero reclamadas por Tokio y que en cualquier momento Washington tendrá también que intervenir con su propia iniciativa.

Pero Corea del Sur también ha querido dejar claro que extenderá su espacio aéreo hacia el sur, incluyendo dos islas territoriales y un arrecife cuya soberanía se disputa con China, y se superpone así con la «zona de identificación aérea de defensa» establecida hace dos semanas por Pekín, según el Ministerio de Defensa surcoreano.

Biden y Park, además de consolidar las buenas relaciones entre los dos países, revisaron las negociaciones para el desmantelamiento del programa nuclear norcoreano, que se encuentran estancadas, donde las conversaciones a seis bandas (China, Japón, Rusia, EEUU y las dos Coreas), que desean todas las partes, China también, incluso Pyongyang desea reanudarlas, para poner fin al programa nuclear norcoreano.

Un conflicto militar es prácticamente difícil, aunque nada es descartable. De momento, se han dado los primeros pasos para largas negociaciones entre China y Japón con la mediación de EEUU para resolver las disputas territoriales y luego también está Corea del Sur, que tampoco originará una batalla militar con Pekín por la nueva ADIZ.

No obstante, tres barcos de la guardia costera de China entraron el domingo en las aguas territoriales de las islas japonesas de Senkaku/Diaoyu, situadas en el mar de China Oriental y cuya soberanía reclama Pekín, según la agencia estatal de noticias nipona, Kiodo. Es decir, se están calibrando las fuerzas y las posibles reacciones a cualquier movimiento que se desarrolle en las islas.

Como referencia clara hay que señalar que China y Japón, la segunda y tercera economía mundial, tienen cada vez más interdependencia la una de la otra. Por un lado, China necesita la tecnología japonesa y el valor añadido de una economía madura y, por otro, Japón requiere de un mercado chino ávido de consumismo y de una mano de obra con la que abaratar los productos japoneses y convertirlos en más competitivos.

Y en medio está una economía fuerte como la surcoreana que vende más a Pekín que a EEUU, por lo que cualquier conflicto a causa de las disputas de las islas traería para todas las partes graves consecuencias. Sólo los PIB de China, Japón y Corea del Sur totalizaron en 2012 hasta 15 billones de dólares, lo que supuso el 20 por ciento del total mundial registrado y un 70 por ciento del de Asia. Pero también sabe muy bien Seúl de la importancia de sus buenas relaciones con China en su eterno conflicto con Corea del Norte, pues Pekín es clave a cualquier solución en la península coreana.

Santiago Castillo, periodista y escritor, experto en asuntos del Nordeste asiático

www.asianortheast.com

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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9 Respuestas

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