Corea del Norte y EEUU, obligados a entenderse

Madrid. La vía diplomática entre Corea del Norte y EEUU es el único recurso factible para que una nueva estrategia política dé soluciones a la desnuclearización de la península coreana y al paulatino levantamiento de las sanciones que pesan sobre el régimen norcoreano, pero ni los ataques de Pyongyang contra Washington ni el pasado estadounidense con el país asiático arreglan la situación actual, que sólo se beneficiaría en un compromiso de ambas partes para objetivos comunes en aras de una definitiva estabilidad política en la zona, tras más de 70 años de permanentes tensiones de todo tipo.
Realmente es utópico, y no es la primera vez, pensar que podría producirse un ataque nuclear norcoreano o que Estados Unidos junto a sus aliados en la zona como Corea del Sur y Japón, vayan a atacar a Corea del Norte por el peligro que originan sus políticas. En Corea del Norte y EEUU, pese a reeditar tiempos pasados en los últimos días con una verborrea ya conocida, el pragmatismo se impone y sólo la vía diplomática, con la implicación de China, obviamente, daría lugar a un encuentro de Joe Biden y Kim Jong-un para definir la realidad norcoreana.
Joe Biden sabe por su experiencia como vicepresidente de EEUU con Barack Obama que ejercer una política dura contra Corea del Norte no sólo no soluciona el problema sino que lo enquista más, dado que Pyongyang, pese a sus penurias económicas, no va a ceder en nada por su propio orgullo político, de ahí la necesidad de flexibilizar las posturas de unos y otros para que este rincón de la península coreana, el único existente de la auténtica Guerra Fría, desaparezca con una firma de un tratado de paz que sustituya al armisticio que ambas coreas firmaron en 1953 que puso fin a la contienda bélica.
El régimen norcoreano denuncia la “política hostil” de Joe Biden contra Corea del Norte, cuyas autoridades reafirman que esta “hostilidad” ha estado vigente durante más de medio siglo, pero la realidad es otra bien distinta y los tiempos también son distintos. La crisis económica que vive el país es altamente preocupante y además la COVID-19 ha paralizado prácticamente todo el mecanismo de una economía muy castigada que padece al mismo tiempo las sanciones internacionales lideradas por EEUU.
El objetivo de Pyongyang y Washington es encontrar un terreno común sin suspicacias y que dé suficiente confianza a Corea del Norte para empezar una etapa política que conlleve un escenario muy distinto a las anteriores citas, cumbres, declaraciones, que terminaron embarrando aún más el delicado y frágil posicionamiento político en la zona. Ahora se requiere un firme propósito de solucionar la crisis permanente de la península coreana, aunque la “confianza” es vital para que Corea del Norte se siente sin tapujos segura de que nadie va atacarla y comience a dialogar con EEUU.
China es imprescindible, el mejor aliado de Corea del Norte. Pekín coincide con Washington, pese a las mucha divergencias que tiene con Joe Biden desde que llegara a la Presidencia de EEUU, y lo mismo sucede con Rusia, además de Corea del Sur, que trata de mejorar y estabilizar en lo posible sus relaciones con su vecino del Norte, y Japón, pero estos seis países (artífices de las Conversaciones a seis bandas) son los que en realidad antes tuvieron un papel determinante y ahora no les queda otra que bendecir el diálogo e, incluso, un nuevo encuentro entre norcoreanos y estadounidenses.
El líder norcoreano y actual presidente del Comité de Asuntos de Estado, Kim Jong-un, lo ha reconocido recientemente: «Corea del Norte se enfrenta a la peor situación de su historia», unas palabras reproducidas por la agencia estatal de noticias KCNA. Y de ahí que el régimen, que vive uno de sus peores momentos en una década, con el aislamiento por el coronavirus, las sanciones económicas y otros factores, tiene que reflexionar para reconducir una nueva situación que origine sin humillaciones sentarse a dialogar con EEUU y las partes concurrentes para la desnuclearización y el levantamiento de las sanciones. Kim ha advertido que se avecinan tiempos «difíciles».
Ahora viene la Cumbre del G7 en Londres, la primera a la que asisten en persona los ministros de Relaciones Exteriores, que, además de suscribir la vacunación contra la COVID-19 en los países más pobres, explorará la situación nuclear de la península coreana, así como las actuales conversaciones nucleares de EEUU con Irán, país que también ha exigido al igual que Pyongyang, que Washington levante las sanciones sobre Teherán. Irán y Corea del Norte siempre han condicionado el diálogo al levantamiento de sanciones de Estados Unidos.
Eso sí, el Grupo de los Siete (G7) tratará de contrarrestar los retos de China y Rusia, sin frenar a Pekín y buscando al mismo tiempo unos lazos más estables con el Kremlin, según indicaron estos días diplomáticos occidentales. O sea, muchos asuntos para poco tiempo de debate y en medio de una comunidad internacional afectada profundamente por la crisis económica actual.
Esa sigue siendo la cuestión clave para que el problema coreano desaparezca: «…una firma de un tratado de paz que sustituya al armisticio que ambas coreas firmaron en 1953 que puso fin a la contienda bélica.» Lo demás, yo sigo creyendo que es mear frío, desde que estuve oyéndolo enérgicamente en Panmunjom dos veces en 1983, cubriendo para la Agencia EFE sendas reuniones de la Comisión Militar del Armisticio, en tiempos del Gran Líder, mientras el contraalmirante americano Storms casi bostezaba.
Me da que estuvieron a punto de firmarlo el mariscal y Trump en Hanoi.
Realmente la problemática de la península coreana sigue llena de miles de intereses. La más perjudicada ahora mismo es Corea del Norte que padece las sanciones económicas que dañan su economía. Es decir, primero crear una confianza que no existe para dar lugar a un periodo político que conlleve a firmar un tratado de paz, pero esto está lejos hasta, y sería el segundo punto, no haya acuerdos entre EEUU y Corea del Norte para la desnuclearización y posteriormente el levantamiento de las sanciones que pesan sobre el régimen. Y luego tercero son ya más de 70 años con el monotema y de ahí que Corea del Norte cambie de estrategia con el apoyo de China, pues nadie va a atacar a nadie y nadie va a invadir al Corea del Norte. La economía manda y el país necesita urgentemente soluciones económicas de gran calado.
Se me ocurre que alguien debería de proponer allí acabar con la ocupación americana en el Sur y, a cambio, celebrar elecciones en ambos lados con candidaturas unificadas para crear una Asamblea Popular Nacional. ¿Qué dirían a eso el presidente Biden, el presidente Moon y el mariscal Kim?
Elecciones en Corea del Norte es una utopía. Y habría que ver si todos quieren la reunificación, lo que realmente dudo, y unas candidaturas unificadas son difíciles mientras antes no se pongan en circulación infraestructuras políticas que ahora no existen. La clave está en la confianza, en la mejora de la economía y que el pueblo norcoreano viva mejor y luego decida, pues el régimen lo controla todo y es complicado por no decir imposible de elecciones en el Norte. Y claro, Biden, Moon, Putin, Xi Jinping, o Japón, todos quieren una estabilidad en la zona. Es complejo. O sea, políticamente primero cambios y después el resto.