Wuhan, antes de: una «burbuja» militar (I)
Madrid. Las ruandesas Valentina y Penélope posaban sonrientes en un campo de entrenamiento para el fotógrafo del Consejo Internacional de Deporte Militar (CISM), organizador de los Juegos Mundiales Militares, que del 18 al 27 de octubre acogió la ciudad china de Wuhan, origen de la pandemia del coronavirus, que ya ha provocado 300.000 muertos en todo el mundo. Alrededor de 10.000 atletas de un centenar de países se congregaron en Wuhan. Nada hacía presagiar la enfermedad. Sulanjana, venido de Sri Lanka, celebraba su 26 cumpleaños en la cantina con un pastel. Un escultor chino modelaba en arcilla el busto de Elhussein, un voluntario egipcio, que se llevó de regalo la pieza. De regreso a España, un coronel del Ejército de Tierra aseguraba en un blog castrense: «Teníamos todo tipo de comodidades. Estábamos como en una burbuja».
Ante la cámara, la pareja de voleibol africana llevaba el pelo sujeto atrás con una coleta. Al fin y al cabo, su cometido era jugar a un deporte que requiere de unos ojos despejados. El escenario asustaba. Acostumbradas a velar por la seguridad en Ruanda, durante una semana defendieron la bandera de su país a miles de kilómetros de casa, con cuatro brazos y una pelota. Valentina decía estar «impresionada» de la «magnitud» del evento, que para Penélope, convencida de la importancia del deporte, podría ayudar a mejorar las relaciones entre países.
Los casos confirmados de coronavirus en Ruanda ascienden a 287, sin ningún fallecido, según datos oficiales. Hay 23 personas contagiadas por cada millón en un país con poco más de doce millones de habitantes. Las Fuerzas Armadas difunden entre las medidas de seguridad recomendaciones como la de lavarse las manos a menudo o guardar una distancia interpersonal de al menos un metro. Los ruandeses están obligados a usar en público la mascarilla y tienen prohibido salir de ocho de la tarde a cinco de la madrugada.
Christophe, el entrenador, miraba con el semblante serio, lo que no le impedía deshacerse en elogios hacia los juegos, que enfrentaban a soldados en el «campo deportivo» en vez de en el «campo de batalla».
En su tiempo libre, los atletas disfrutaban con las vistas del millar de edificios por la noche iluminados a lo largo de la ribera de los ríos Yangtsé y Han. Según Zhang Tai, responsable de la oficina local de turismo, los sitios más visitados fueron la torre de la Grulla Amarilla, el lago del Este y el Museo Provincial de Hubei. A plena luz del día, los deportistas callejeaban por el centro histórico, con quinientos años de antigüedad, de Hankou, la desaparecida ciudad imperial. El recorrido pasaba además por el distrito comercial de Jianghan, de acuerdo con el diario de competición del CISM.
Jianghan acoge el mercado de mariscos de Wuhan, posible punto de partida del coronavirus, seguía funcionando a pleno rendimiento, y no echó el cierre, para tareas desinfección, hasta el 1 de enero. El 31 de diciembre China había alertado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la existencia de 44 pacientes con neumonía de causas desconocidas. Once de los casos eran graves, y algunos de los contagiados trabajaban en el mercado de animales silvestres, que iba más allá de la oferta de marisco. Los clientes tenían al alcance de su mano ratas, serpientes, salamandras, murciélagos o pangolines. Una muralla de vallas custodia el perímetro del comercio. En la provincia central de Hubei, donde se encuentra Wuhan, han fallecido más de tres mil personas a causa del virus.
Unas 170 personas, entre atletas, entrenadores, sanitarios o autoridades, formaban la delegación española en los Juegos Mundiales Militares. Varios soldados sufrieron síntomas compatibles con el coronavirus durante la competición o han sufrido síntomas después, ya en España, que relacionaron con una gripe común o una neumonía, ha podido confirmar la agencia EFE. Más de 27.500 personas han perdido la vida en España desde el pasado 13 de febrero, cuando el contador echó a rodar tras la muerte de un enfermo en Valencia.
Margarita Robles, ministra española de Defensa, despedía el 15 de octubre en Madrid, con todo «el ánimo, el apoyo y la buena suerte», al equipo español, que trajo de vuelta consigo una medalla de bronce y quince diplomas. «El deporte une culturas, países y posicionamientos», resaltó la ministra.
La noche de inauguración el presidente chino, Xi Jinping, dio por abierta la competición ante 60.000 espectadores en el Centro Deportivo de Wuhan en una «ceremonia deslumbrante» con muestras de «la antigua civilización de la nación», reportaba la agencia estatal Xinhua. A principios de octubre los desfiles militares habían monopolizado las calles de Pekín, envuelta en los fastos del 70 aniversario de la fundación de la República Popular.
Francia, Italia o Suecia cuentan con casos de militares que participaron en los juegos que dicen haber atravesado síntomas similares. El coronavirus podría haber salido de Wuhan meses antes de lo previsto, aprovechando, como polizón, la repercusión de los Juegos Mundiales Militares, entonces un desahogo para el régimen chino de cara al exterior en medio de la tensión con el movimiento prodemocracia de Hong Kong.