¿Quién está detrás de los recientes envenenamientos de niñas en Irán?

Madrid. Irán lleva envuelto desde mediados de septiembre de 2022 en las mayores protestas del siglo, que sobrepasaron incluso a las manifestaciones tras las elecciones de 2009, las de 2017 contra las políticas económicas del gobierno y 2019 contra la subida de los precios del combustible. El levantamiento popular empezó tras la muerte de la kurda Mahsa Amini, torturada por la llamada «Policía de la moral» por no llevar correctamente el velo, obligatorio en la República Islámica. Las protestas perdieron intensidad en los últimos meses, no obstante, Irán reapareció en los grandes periódicos después de que cientos de niñas fueron envenenadas con gas por todo el país. Según ‘BBC’, más de 1.000 estudiantes fueron afectadas desde noviembre cuando se registró el primer caso en la ciudad sagrada de Qom. Esta siniestra práctica, según la mayoría de los medios, es una forma de obligar a los padres a mantener a sus hijas en casa, propinándole así un fuerte golpe a la educación femenina en el país.
Sea cual sea la causa, es un hecho que estos envenenamientos no contribuyen a la ya mancillada imagen interna del Gobierno de los ayatolás. La pregunta que muchos se hacen es: ¿Quién haría algo así? Las teorías difieren según la fuente: algunos acusan al Gobierno de Teherán, otros ven en esto una provocación organizada por los múltiples rivales de Irán, tales como el Estado Islámico (o Dáesh), habiendo algunos que apuntan a grupos radicales del régimen que pretenden vengarse de los manifestantes de esta forma. Aunque, según el informe del ‘think tank’ anglosajón Critical Threats, los ataques cesaron en los últimos días, esto se debe con gran probabilidad a la preparación de las autoridades para las festividades del Año Nuevo iraní que tendrán lugar la semana que viene. Para estas importantes fechas el gobierno suele duplicar la seguridad para evitar convulsiones sociales ahora que la mayoría del país se toma unos días libres. Además, muchas escuelas tomaron unas vacaciones prolongadas hasta el pasado miércoles, minimizando así el riesgo.
Los argumentos que apuntan a Teherán son varios. Primero, el Gobierno de Ibrahim Raisi parece mostrarse reacio a investigar los alegados crímenes, a pesar de que los envenenamientos afectasen a niñas por todo el país, incluso en la ciudad sagrada de Qom. Sin embargo, esto no significa necesariamente que las autoridades estén involucradas directamente. Es probable, que los ataques a las escuelas estuviesen organizados por otros grupos, pero el gobierno temía admitir ser incapaz de defender a su propia población, por lo que propagó teorías de histeria colectiva y ralentizó las investigaciones. Aun así, el ministro del interior anunció que tras estudios médicos de algunas pacientes fueron halladas señales de sustancias extrañas. Estas serán objeto de pesquisa en las semanas venideras y los resultados «serán publicados lo antes posible», aseguró.
Además, según las fuentes de ‘Iran International’, los agentes químicos usados no circulan libremente en el mercado y son difíciles de encontrar y usar sin el equipamiento necesario, lo que apuntaría, según el periódico opositor, a la implicación de Teherán. No obstante, sigue sin saberse qué sustancia fue usada para envenenar a las niñas iraníes, dejando abiertas estas acusaciones.
Intentar privar a las mujeres de la educación primaria sería poco coherente para la política iraní. Los líderes de la República Islámica siempre presumieron de que la mayoría de los estudiantes en sus universidades son mujeres. Cerrar las escuelas para las niñas sería más propio de sus vecinos septentrionales, los talibanes, que temen la protesta femenina organizada como el fuego. Para el Gobierno de Raisi esto sería una forma de reavivar las protestas y echar más leña al fuego. Además, esto iría en contra de los recientes intentos de las autoridades iraníes de recuperar el apoyo de la población femenina del país, promoviendo el adoctrinamiento desde la infancia, siendo las escuelas y las universidades el mejor sitio para hacerlo de forma organizada.
La segunda teoría sospecha la participación de enemigos de Irán, tales como el Dáesh, enemigo acérrimo del Estado chií. La práctica de envenenamiento para mantener a las niñas fuera de las escuelas no sería nueva: fue usada en su época en Chechenia y Afganistán por grupos terroristas. Aun así, en caso de ser la Dáesh o cualquiera de sus organizaciones afiliadas, reivindicaría el crimen para desacreditar públicamente a Teherán y mostrar su debilidad actual. Así hizo, por ejemplo, con los ataques al hotel en Kabul, para mancillar la imagen internacional de los talibanes.
Por último, es posible que los ataques hayan sido organizados por radicales prorrégimen que pretendían copiar los métodos de los talibanes para vengarse de esta macabra forma de los manifestantes e intentar amenazar así a sus padres.
En cualquier caso, todas las teorías mencionadas son solamente especulaciones, ya que sigue sin haber declaración oficial alguna que corrobore una u otra opinión. Lo que sí es seguro es que el gobierno de Irán no consiguió defender a su propia población en esta situación que no puede no afectar su legitimidad popular.