Japón y Corea del Sur estrechan sus relaciones y refuerzan sus vínculos con EEUU
Madrid. Japón y Corea del Sur, dos países con un nacionalismo particular y con connotaciones históricas de su propia idiosincrasia, acaban de estrechar sus relaciones económicas y políticas, que geopolíticamente marcará una nueva etapa en la región con el apoyo de Estados Unidos, empeñado en frenar la hegemonía de China en el Indo-Pacífico y que ahora con la visita del presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, al país vecino, tanto Tokio como Seúl protagonizarán una nueva realidad estratégica, con el visto bueno de Washington para controlar a Pekín y protegerse de la amenaza nuclear norcoreana.
El Indo-Pacífico cobra cada vez más protagonismo y pese a la felicitación de Pekín por la mejora de las relaciones entre nipones y surcoreanos en aras de una mayor estabilidad, el primer ministro japonés, Fumio Kishida, y el presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, acordaron reforzar su cooperación bilateral en materia de seguridad ante el desarrollo armamentístico de Pyongyang, pero tampoco quedó ajeno la política de China en la región, la cual cada vez está más militarizada ante el auge militarista de la zona, en la que sigue el desarrollo nuclear norcoreano en alza, la incertidumbre de Taiwán, además de los litigios en el mar de la China Meridional, que conducen al gigante asiático en su anhelo de controlar esos mares y rutas navales para que el Pacífico pase al dominio chino y consolidarse como una potencia global.
Corea del Sur ha marcado una nueva dimensión geopolítica en el contexto internacional cuando el Indo-Pacifico está en un momento clave por la pugna entre EEUU y China, pero Japón, firme aliado de Washington, claro defensor de Taiwán, también cobra su relevancia ante la política de Joe Biden en Asia, una política más pragmática que la que originó Donald Trump que se desentendió política y económicamente del continente permitiendo a Pekín ocupar más espacio en la región. Una cumbre de mayor valor estratégico liderado por EEUU.
De momento, Japón y Corea del Sur estrechan su colaboración tras el misil balístico intercontinental (ICBM) lanzado esta semana por Corea del Norte, pues Pyongyang considera que las maniobras militares entre Seúl y Washington son ensayos para invadir al país. La península coreana sigue con su tensión permanente, pero por ahora ataques o invasiones mutuas no se van a producir, nadie va a invadir a nadie y nadie va a atacar a nadie, salvo un sorpresivo cataclismo bélico, pero no obstante en esta ocasión China expresó su «grave preocupación» por las maniobras militares conjuntas entre surcoreanos y estadounidenses, pero al mismo tiempo Pekín lleva a cabo esta semana, junto a Rusia e Irán, ejercicios navales en el golfo de Omán. O sea, las maniobras militares ya son estrategias para evaluar la capacidad de reacción ante el aumento del presupuesto de defensa a escala mundial.
De esta forma, la cumbre celebrada esta semana entre Japón y Corea del Sur marca un nuevo capítulo en las relaciones de estos países vecinos que se habían distanciado durante ocho décadas, a causa, entre otras circunstancias, por las compensaciones de trabajadores surcoreanos esclavizados por empresas japonesas durante la época colonial (1910-1945).
Es la primera visita en 12 años de un presidente surcoreano a Japón para celebrar una cumbre bilateral en la que ambos países intentan mejorar relaciones. Una visita para zanjar dificultades y asumir conjuntamente soluciones, como la de reforzar la cooperación de seguridad ante la amenaza nuclear de Corea del Norte. Unos lazos que tuvieron su punto más bajo en décadas durante el anterior gobierno del presidente liberal surcoreano Moon Jae-in.
Ahora, tras la visita de Yoon y del plan para compensar a estas personas esclavizadas durante la Segunda Guerra Mundial, y que ha despertado críticas por parte de víctimas y familiares al financiarse con dinero de empresas surcoreanas y no japonesas, ha supuesto manifestaciones al plan, en el que se compensa a personas esclavizadas por las compañías Nippon Steel y Mitsubishi Heavy a través de un fondo financiado con dinero de las empresas surcoreanas que se beneficiaron del acuerdo de 1965 y ello ha originado que muchas de las víctimas lo tachen de inaceptable y los sondeos recientes muestran que un 60 % de los surcoreanos no están de acuerdo con el plan. Aun así, el Gobierno surcoreano está convencido que enderezará definitivamente la situación que ya dura muchos años.
Por otra parte, ambos dirigentes profundizaron en la seguridad económica y así se decidió levantarse las actuales limitaciones de exportación sobre varios artículos que afectaban a la industria surcoreana de los semiconductores, mientras que Seúl retirará la protesta que presentó ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por ese motivo.
No obstante, la disputa por la isla de Dokdo/Takeshima sigue ahí como un foco de «dormida» tensión y con cierta ambigüedad de EEUU en un hipotético conflicto bélico en caso de tener que pronunciarse. La situación está en calma y lo más positivo es crear un ambiente de confianza para dos países que históricamente han tenido dificultades para mejorar sus relaciones políticas, económicas y estratégicas y que Washington reclama coordinación para ejercer con más seguridad el liderazgo en la zona, la cual se ha visto reforzada por las alianzas con Estados Unidos, que también comparte información sobre armas nucleares de Corea del Norte con Tokio y Seúl.
China y EEUU siguen en su pugna por liderar el mundo, pero ambas potencias están lejos, por ahora, de una escalada militar, pese a las tensiones en la guerra de Ucrania, Taiwán o el potencial desarrollo nuclear norcoreano. El gigante asiático sigue trabajando por liderar la tecnología mundial, busca su autosuficiencia y así dejar de depender de terceros que le servirá para consolidar su influencia política y económica, mientras EEUU trata de evitar que siga con su avance tecnológico, pero Pekín no se va a detener para lograr sus objetivos.
De momento, pese a la volatilidad de su economía y reduciendo su crecimiento económico para 2023 no más allá del 5 por ciento, la República Popular China continuará ejerciendo sus influencias económicas y políticas en gran parte de la comunidad internacional. China quiere llevarse bien con Japón pero tiene sus dudas, pero en las relaciones económicas prevalecen los interese comunes, y lo mismo pasa con Corea del Sur pese al enfado de Pekín con Seúl por la instalación de los misiles de defensa Thaad, que originó una grave crisis entre los dos países, pero por ahora ni las turbulencias económicas y las distintas discrepancias en los temas políticos, como los marítimos van a reducir los intereses comerciales comunes de Pekín, Tokio y Seúl y sin olvidar que los tres países ocupan una destacada posición económica a nivel mundial. Eso sí, Taiwán siempre está ahí. La isla que bloquea a la «Gran China» pero todos quieren la estabilidad del Indo-Pacífico.
En definitiva, Japón y Corea del Sur, dos países cercanos pero distantes, dos países llenos de modernidad y pese a sus disputas políticas ello no impide que las artes o la industria del entretenimiento, ya que Japón figura como el mayor mercado de consumo para la industria musical del K-Pop, al igual que muchos surcoreanos sienten devoción por cantantes y actores japoneses o por la industria de los doramas, estén más comunicados. Los dos países quieren profundizar en los intercambios bilaterales y mejorar las relaciones.