El nordeste asiático con sus litigios, tensiones e intereses (y II)

Madrid. La península coreana sigue siendo el foco principal de las tensiones existentes en la zona que está originando una mayor militarización del nordeste asiático con el pretexto de las pruebas nucleares norcoreanas.
China reitera una y otra vez que se evite incrementar la tensión en la zona con las maniobras militares entre EEUU y Corea del Sur y se opone firmemente al igual que Rusia que Estados Unidos instale a finales de 2017, en el sureste surcoreano, el escudo antimisiles estadounidense THAAD, con el apoyo de Japón, que transformará parte de la seguridad del nordeste asiático y servirá para aumentar la lucha hegemónica entre Pekín y Washington por el control de la zona.
No obstante, también China y Rusia hicieron en este mes de septiembre ejercicios marítimos de las maniobras militares conjuntas que realizan en el disputado Mar de China Meridional, que por muy rutinarias que sean, las vienes realizando desde 2012, que supone el recelo países como EEUU, que las consideran como una demostración de fuerza por parte de China en una zona en la que disputan islas con países vecinos y aliados de Washington.
Pero en el tema norcoreano si Pekín y Washington quieren, y dejan sus intereses estratégicos aparcados, Pyongyang no haría más ensayos nucleares y más cuando cada vez hay más ciudadanos surcoreanos a favor de que su país posea armas nucleares tras la último ensayo realizado por el régimen comunista, que ha supuesto incluso que el Ejército de Corea del Sur contemple el asesinato de Kim Jong-un como parte de un plan de ataque preventivo en caso de detectar signos de agresión inminente de Corea del Norte, que nunca se producirá por razones de supervivencia del régimen norcoreano.
Para rematar todo esta complejidad asiática, ahora va el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, buscando estrechar sus lazos con Rusia y China para para compensar el deterioro de las relaciones con su aliado tradicional, Estados Unidos, y ha anunciado que en breve visitará ambos países con el objetivo de abrir nuevas alianzas comerciales, pero de ahí que rompa relaciones con EEUU es harto difícil y más cuando Filipinas mantiene un contencioso sobre la soberanía de varios islotes en el Mar de China Meridional con Pekín.
Y para redondear este nuevo mapa estratégico que se está produciendo en la zona se encuentra Taiwán, que ve como sus lazos con Pekín se deterioran al comprobar Taipéi en un informe oficial la presión sobre la isla para que acepte una futura unificación, dentro de unas relaciones que han ido enfriándose desde la llegada a la presidencia taiwanesa, la independentista Tsai Ing-wen.
Taiwán protestó ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) por la expulsión de sus funcionarios de una reunión de la comisión de Pesca de ese organismo, cuyo incidente es a causa de la creciente presión china sobre la isla, tras la subida al poder en mayo de la presidenta Tsai Ing-wen, que poco después Pekín respondió con el corte de los intercambios oficiales y semioficiales con la isla.
En definitiva, todos tienen sus argumentos para desarrollar sus políticas estratégicas en la zona, donde Filipinas se aleja de EEUU y se va con China y Rusia, Japón sigue con su política de mayor desarrollo militar con el visto bueno de Washington, Seúl, pese a su alianza militar con Estados Unidos, trata de no verse perjudicada en sus relaciones comerciales con el “gigante asiático”, al igual que hace Tokio, y luego está Taiwán.
El distanciamiento entre Pekín y Taipéi ha ido incrementándose y al mismo tiempo Taiwán se está acercando a Japón, lo que origina distintas estrategias en la zona con Estados Unidos como baluarte de la seguridad de japoneses, surcoreanos y taiwaneses, sin olvidar, de momento, a los filipinos.