Las cumbres de la ASEAN y APEC legitiman la influencia de China y sus tensiones con EEUU
Madrid. Las dos recientes cumbres de la ASEAN y APEC han legitimado la influencia de China y las tensiones de EEUU con Pekín, en dos foros importantes dentro de la globalización político-económica en la que sigue imponiéndose el “gigante asiático”.
La cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), celebrada en Singapur, puso de manifiesto las tensiones entre chinos y estadounidenses al acusar EEUU de imperialista a China, que, a su vez, censuró el proteccionismo de Washington.
Además, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, señaló que «imperios y agresiones» no tienen cabida en la región Indo-Pacífico, en clara alusión al litigio que China mantiene con cuatro socios de ASEAN por el control sobre el Mar de China Meridional.
La seguridad en el Mar de China Meridional, una de las rutas principales del comercio marítimo mundial y rica en recursos naturales, lleva tiempo originando problemas ya no sólo con EEUU sino con países que también reclaman sus derechos sobre los islotes.
China, principal socio comercial de la ASEAN, negocia desde hace varios años un Código de Conducta para proveer de paz y estabilidad en la zona, cuyo control se disputa con Filipinas, Malasia, Brunei y Vietnam, además de Taiwán y con varios conflictos que también afectan a las islas Spratly o las Paracel.
De ahí que Malasia hiciera un llamamiento a la no militarización de la zona, la cual Pekín ha establecido varias bases navales con la protesta en especial de Estados Unidos.
Pero el enfrentamiento entre Pekín y Washington también tuvo su capítulo centrado en la economía, donde China alabó el crecimiento del proteccionismo en referencia a las barreras arancelarias impuestas por EEUU a los productos procedentes del “gigante asiático” y que luego los chinos han respondido con medidas similares aplicadas a los materiales estadounidenses.
Estados Unidos ha reforzado su posición de un claro compromiso con la ASEAN al calificarla como «irremplazable e indispensable» socio estratégico en la región indo-pacífica.
Al mismo tiempo, China también proclamó su deseo de terminar en 2019 el tratado Asociación Económica Integral Regional (RCEP), que busca aunar a casi la mitad de la población mundial, el 40 por ciento del comercio mundial y más de un tercio del PIB global, junto a ASEAN, Australia, India, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda.
En definitiva, China a través de su primer ministro Li Keqiang, reclamó, ante la compleja situación del mundo, más multilateralismo y libre comercio.
La ASEAN, creada en 1967, la forman Birmania, Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam y esta reunión ha servido para analizar los avances económicos del bloque, que acumula una población de 630 millones de personas y un producto interior bruto de 2,5 billones de dólares.
Por otra parte, Estados Unidos y China volvieron de nuevo a manifestar sus diferencias en materia comercial dentro del consenso existente en la cumbre anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), celebrada en Papúa Nueva Guinea sin que sus 21 economías pactaran un comunicado conjunto por primera vez en más de tres décadas.
El reflejo de las divergencias lo resumió el primer ministro de Papúa Nueva Guinea, Peter O’Neill, quien como anfitrión del encuentro señaló en un comunicado: «Había dos gigantes en la habitación. ¿Qué más puedo decir?».
Una de las inquietudes reflejadas en la cita de la APEC estuvo en la preocupación de la guerra comercial entre China y EEUU, que afecta al mundo entero y con la esperanza de que la próxima semana en Buenos Aires en l cumbre del G-20 sea una buena ocasión para resolver estos problemas, según la nota oficial de la cita.
La APEC, fundada en 1989, representa el 60 por ciento del PIB mundial, más de la mitad del comercio global y engloba un mercado de unos 2.850 millones de consumidores, el 40 por ciento de la población mundial.
En definitiva, las cumbres de la ASEAN y APEC demuestran la creciente influencia de China en los países insulares y la fuerte tensión con Occidente, en especial con EEUU y ya lo ha dicho el presidente chino, Xi Jinping. “El mundo está viviendo cambios profundos. La globalización debe continuar avanzando, pero el unilateralismo y el proteccionismo amenazan el crecimiento económico».
Y en relación a Donald Trump, el presidente Xi señaló: «La historia ha demostrado que, en un enfrentamiento, ya sea en una guerra tradicional, una guerra fría, o una guerra comercial, nunca hay vencedores».
Eso sí, China cada vez más fuerte en su liderazgo en Asia-Pacífico ante el vacío y la nefasta política de Estados Unidos con un Donald Trump que permite a Pekín seguir con su influencia y compromiso en apoyo a los países en desarrollo del Pacífico, además de la ayuda en préstamos para infraestructuras e inversiones en Asia y América Latina.
Hay que destacar que el acercamiento de China al Pacífico también tiene sus propias derivadas sobre la disputa soberanista con Taiwán, cuya isla mantiene en ese área un tercio de sus apoyos diplomáticos, reducidos a 17 naciones ante la presión de Pekín.
En esa zona del Pacífico, seis naciones -Kiribati, las islas Marshall, Naru, Palau, las islas Salomon y Tuvalu- reconocen la soberanía de Taiwán (República de China), que en los últimos meses ha perdido en Latinoamérica los apoyos de El Salvador, Panamá y República Dominicana.
Precisamente Taiwán ha aprovechado la cumbre de la APEC para impulsar su ingreso en el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), pero su ingreso por ahora es una incógnita por la política de la República Popular de China que considera a la isla parte de su territorio nacional.
China sigue bloqueando todos los intentos taiwaneses de participar en organismos internacionales, incluso como mero miembro observador, desde la subida al poder de la presidenta taiwanesa, Tsai Ing-wen, que no acepta que la isla sea parte de China, país que también se opone a que los países firmen acuerdos de libre comercio con Taiwán, lo que pone a la isla, que depende económicamente de las exportaciones, en una situación de desventaja frente a competidores como la propia Corea del Sur.