Juegos Olímpicos: De Tokio a París pasando por Pekín
Madrid. Tokio 2020 ha cerrado sus puertas. París espera en 2024 unos Juegos Olímpicos con la esperanza de celebrarlos sin pandemia. Sólo restan tres años, y mientras tanto Pekín también espera que en febrero de 2022 en los Juegos Olímpicos de Invierno no aparezcan factores políticos que enturbien los esfuerzos del gigante asiático por ofrecer una normalidad en el país para una celebración deportiva con público y sin restricciones por la COVID-19 que los convertirá en una clara referencia para que los Juegos vuelvan a la normalidad.
Tanto Pekín como París no quieren unos Juegos similares a Tokio. La capital de China quiere un espectáculo deportivo que marque la era post pandemia, es decir, público y sin coronavirus, unos Juegos que la capital de Francia tomará nota para borrar para siempre los Juegos Olímpicos de Japón. Falta saber si en los próximos meses la normalidad será normal, si el mundo global funcionará sin límites y con alternativas. París aún está más lejos, pero Pekín está a seis meses de un evento deportivo que aprovechará para abrir sus fronteras cerradas a los extranjeros desde marzo de 2020.
Todos han aprendido de la difícil experiencia de Tokio. París se convertirá en la tercera ocasión que los organiza en 2024 tras haberlos celebrado en 1900 y 1924, una partida triple igual que Atenas y Londres, y luego serán los Juegos de Los Ángeles, en 2028, que también fue anfitriona en 1932 y 1984.
La COVID-19 retrasó un año los JJOO de Tokio y hubo muchas dudas para su celebración en 2021, ya sin público, pero siempre con el temor del aumento de los contagios, como así ocurrió durante el evento deportivo, aunque sin demostración alguna de una relación entre la celebración de los Juegos y el incremento de los casos de infectados. Pekín espera ahora en 2022 y poco después París en 2024.
La pandemia ha dejado huellas imborrables, pero a Japón no le quedaba otra alternativa que celebrarlos, pues las pérdidas económicas eran ya enormes pero su cancelación definitiva habría sido catastrófica. Y más allá del coste económico y humano de estos Juegos, su herencia deportiva perdurará en una cita olímpica con una enorme obra arquitectónica y urbanística durante décadas con su propia infraestructura.
Los Juegos se han celebrado, pese a que al menos un 80 por ciento de los japoneses estaba en contra y quería su cancelación. Unos Juegos con los estadios, hoteles y restaurantes prácticamente vacíos, pero ya sólo cuando el Comité Olímpico Internacional (COI) le concedió la celebración a la capital japonesa, su coste oficial ascendía a 6.163 millones de euros.
Con un presupuesto aumentado a 2.800 millones de dólares por el aplazamiento del pasado año por la pandemia, al final, según estimaciones de la Auditoría Nacional de Japón su precio final estará en torno a los 22.000 millones de dólares, aunque hay otras fuentes que lo elevan aún más. No quedaba otra y había que celebrarlos por el brutal coste económico de una definitiva cancelación.
Sin embargos, estos Juegos también han sido considerados los “juegos de la salud mental” cuando la gimnasta estadounidense Simone Biles, llamada a ser la gran protagonista de los Juegos, donde se llevó una plata y un bronce, decidió poner el debate de los problemas de salud mental de los deportes y se retiró de otras pruebas al no soportar la enorme presión que tenía sobre sus hombros. Una decisión que no pasará desapercibida, que marcará un punto de inflexión para el deporte ante las exigencias y presiones que inundan a los deportistas.
Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 han sido los menos vistos en televisión de los últimos 30 años, y también se han caracterizado por un calor altísimo lleno de humedad, aunque ya se sabía que cuando el COI en su reunión de 2013 en Buenos Aires decidió otorgar la sede a Tokio, los meses de julio y agosto el calor era el principal enemigo de los deportistas, e incluso ha habido también opiniones sobre por qué no se han celebrados los Juegos en septiembre, como ocurrió con Seúl en 1988, con temperaturas similares a Japón y cuyo evento tuvo lugar del 17 de septiembre al 2 de octubre de ese mismo año.
Tokio ha despedido a los Juegos con sus tradiciones y simbolismo, abriendo un nuevo ciclo deportivo que pasará antes por Pekín en los Juegos de Invierno de 2022 y luego los de verano de París en 2024, y con la ilusión que el mundo esté menos revuelto, más armonioso y más esperanzado en una nueva etapa en la que la COVID-19 haya sido un mal sueño para todos pero con una nueva realidad global.