Josep Piqué, el ministro español de las relaciones con Corea del Norte: «El siglo XXI es asiático»

El exministro español de Exteriores Josep Piqué. | Casa de América, Flickr
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Madrid. Apenas llevaba dos meses Josep Piqué (1955-2023) en el cargo de ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España cuando en junio del año 2000, para cerrar un siglo en el que la península coreana pasó de la invasión japonesa a la división en dos países por los intereses geopolíticos de la Guerra Fría, los presidentes de ambas Coreas, Kim Jong-il y Kim Dae-jung, escenificaron en una cumbre en Pyongyang, la capital norcoreana, el primer encuentro entre líderes de ambos Estados desde la partición de mediados de siglo.

La reunión resultó un éxito e incitó a la Unión Europea (UE) a explorar y encontrar una vía definitiva de entrada en un país, Corea del Norte, que hasta entonces creía infranqueable. Además, la cumbre Asia-Europa (ASEM) ratificó en Seúl el apoyo de parte de sus miembros, entre ellos España, al proceso de diálogo intercoreano. En ese contexto, el 15 de diciembre del 2000, en Madrid, el Consejo de Ministros presidido por José María Aznar (PP), con Piqué como titular de Exteriores, acordó el establecimiento de relaciones diplomáticas con Corea del Norte, que echaron a andar el 7 de febrero de 2001.

Para el Gobierno de Aznar, abrir relaciones oficiales con los Kim era «conveniente», indicó, «porque contribuirá al proceso de reconciliación y normalización de la península coreana y permitirá tratar con las autoridades de Corea del Norte aquellos temas que preocupan al Gobierno español». En una entrevista para una tesis final de carrera sobre los vínculos históricos entre españoles y norcoreanos, el porqué de aquella decisión y el papel de Asia en el mundo, el exministro Piqué me contó lo que sigue:

Pregunta.- En junio de 2000 se reúnen por vez primera los líderes de las dos Corea. De no haberse celebrado la cumbre, ¿habría sido posible establecer relaciones con Corea del Norte?

Respuesta.- España respondía a la voluntad de ayudar a Corea del Sur, con quien las relaciones políticas y económicas siempre han sido buenas y estrechas, aunque con poco contenido por la lejanía. Corea del Sur es un aliado clarísimo de los valores occidentales en Extremo Oriente. La actitud de la diplomacia española, mantenida en el tiempo, es hacer lo que para Corea del Sur tenga sentido en su relación con Corea del Norte.

-El Consejo de Ministros aprueba el 15 de diciembre de 2000 establecer relaciones diplomáticas. ¿Había interés por Corea del Norte en aquel gobierno?

-Poco. La relación con Corea del Norte es prácticamente inexistente. Otra cosa es que pudiera ser de utilidad para el gobierno de Corea del Sur de cara a una reunificación en un futuro indefinido y a lo que entonces era una mera hipótesis, pero que después se ha materializado: que Corea del Norte pudiera trabajar en un programa nuclear y constituir una amenaza regional.

-Una vez establecidas las relaciones, ¿fue una condición de Pyongyang encargar de Corea del Norte a la Embajada española de Pekín y no a la de Seúl?

-Es habitual en la diplomacia. El embajador en Moscú era el responsable de las relaciones diplomáticas con las repúblicas ex soviéticas de Asia Central.

-¿La necesidad de Pyongyang de recibir ayuda humanitaria fue la causa principal que llevó a la Unión Europea al inicio de relaciones con Corea del Norte?

-No fue la razón fundamental. La razón fue política.

-¿Apoyó China este plan europeo en el viaje de Aznar a Pekín en junio de 2000?

-De manera muy genérica. Como aliada de Corea del Norte, China ha mantenido una posición de apoyo pero al mismo tiempo una cierta preocupación respecto a lo que pudiera hacer el régimen de Pyongyang.

-En la cumbre Asia-Europa de octubre de 2000 en Seúl la UE se divide en dos grupos. Por una parte, Reino Unido y Alemania deciden iniciar relaciones con Corea del Norte. Por otra, Francia resuelve esperar la evolución de los derechos humanos y la no proliferación de armas nucleares. ¿Qué circunstancia considera que determinó la negativa francesa?

-Francia tiene un principio orientador de su política exterior: solo compartir la política común cuando coincide con sus intereses y diferenciarse en ámbitos en los que nada le afecta. Francia estaba en una posición proclive a distinguirse de Estados Unidos.

-¿Puede trazarse un paralelismo con la devolución a China de Hong Kong y Macao? Es decir, ¿las relaciones de la UE con Corea del Norte estaban también orientadas a intentar liberalizar Pyongyang?

-En el caso de Hong Kong y Macao hablamos de procesos de descolonización. Corea del Norte es un país soberano. Es un país con un régimen político cuestionado y absolutamente despótico, pero el proceso no es comparable.

-El 14 de marzo de 2002 una veintena de norcoreanos entró en la Embajada de España en Pekín para pedir protección. España tenía la Presidencia de la UE y al día siguiente se celebraba en Barcelona el Consejo Europeo. ¿Fue un tema de preocupación en la cumbre?

-En todo caso fue un tema muy marginal que no se trató.

-El entonces embajador español en Pekín, Eugenio Bregolat, me asegura que habló con el Ministerio chino de Asuntos Exteriores. ¿Se entabló desde Madrid alguna conversación a más alto nivel?

-Todo se hizo a través del embajador.

-Usted elaboró el Plan Asia-Pacífico que elaboró en 2000. ¿Era un plan únicamente para China o incluía a las dos Corea?

-Era un plan para Asia y el Pacífico que tenía un sentido muy claro. Los tres ejes tradicionales de la política exterior española son Europa, el Mediterráneo y América Latina. Como se ha demostrado, el siglo XXI es asiático. No mirar hacia aquella zona era un error. Había cuatro prioridades: China, Japón, India y Corea del Sur. Nunca se planteó Corea del Norte.

-¿Fue el histórico dirigente comunista Santiago Carrillo, que presumía de amistad con Kim Il-sung, precursor en las relaciones entre España y Corea del Norte?

-Carrillo fue uno de los propulsores del eurocomunismo, de un distanciamiento con la Unión Soviética, y cultivó relaciones con los regímenes que dentro del bloque socialista también se alejaron, como Rumanía. Para Carrillo Corea del Norte era algo parecido a Rumanía.

-En septiembre de 2017 España expulsa al embajador de Corea del Norte en Madrid. Había presidido España el Comité 1718 de la ONU, encargado de las sanciones a Pyongyang. ¿Influyó en la medida?

-Intervino probablemente la voluntad de incrementar la relación amistosa con Estados Unidos.

-¿Acertó España con la expulsión?

-Tampoco es relevante. A efectos prácticos la relación bilateral es nula. Es un mensaje político. A Corea del Norte le da igual lo que España haga con sus relaciones diplomáticas. El problema de Corea del Norte es otro.

-Tras el asalto a la Embajada norcoreana en Madrid en febrero de 2019, Corea del Norte ha reclamado a España una investigación responsable y un castigo justo. ¿Es solo una declaración?

-Más allá de las vicisitudes diplomáticas, asaltar una embajada extranjera constituye una clara violación del derecho internacional. Hay que investigar hasta las últimas consecuencias y perseguir judicialmente a los responsables. España no tiene alternativa.

*Entrevista realizada en Madrid el 7 de mayo de 2019 para el trabajo de investigación universitario ‘Las relaciones de España y Corea del Norte: asociación y crisis’.

Sergio Perea Martínez

Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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