Maniobras militares por doquier y tensión en la península coreana
Madrid. Las maniobras militares se han convertido en una referencia de objetivos a largo y corto plazo con diversos intereses geopolíticos que desestabilizarán aún más el inestable mundo actual. Mientras en Europa tenemos el enconado problema de los Balcanes con Serbia, apoyado por Rusia, frente a Kosovo, en el Pacífico están las maniobras de China en las cercanías de aguas de Taiwán y, ahora, los ejercicios militares de EEUU y Corea del Sur con la siempre oposición de Corea del Norte, que las considera ensayos de invasión. Unas maniobras, las mayores en años, que no pasarán desapercibidas para Pyongyang.
Las maniobras entre los ejércitos de EEUU y Corea del Sur llegan en un momento de máxima tensión tras los ejercicios militares de China en las cercanías de Taiwán, y coinciden con la preocupación de Corea del Sur por incursiones de aviones rusos y chinos -países fronterizos con Corea del Norte- en su zona de identificación, y aunque esta penetración en zonas aéreas surcoreanas no supone una violación de la ley internacional, sí sirve para resituar distintos escenarios que se vienen produciendo con las maniobras militares, las cuales deben ser advertidas por las leyes internacionales para evitar posibles accidentes que luego traigan consecuencias mayores.
Con la globalización en sus peores momentos, empieza a ser la geopolítica parte de la estrategia militar y de la propia diplomacia con el objetivo de profundizar en las capacidades de cada país en lo referente a sus territorios, pues en las maniobras en la península coreana los dos ejércitos simularán ataques, practicarán técnicas de reabastecimiento, desactivarán armas de destrucción masiva, entre otros objetivos, y con la participación de unos 10.000 soldados por parte estadounidense y otros 200.000 por parte surcoreana. Pero a estos ejercicios militares se suman también otros previstos (30 de agosto al 5 de septiembre) de China con Rusia y con la participación de India, Bielorrusia, Mongolia y Tayikistán, que ha motivado la preocupación de EEUU. Todo ello sirve para militarizar aún más el Indo-Pacífico, uno de los escenarios más tensos dentro del mundo global actual.
En la visita de mayo de Joe Biden a Japón y a Corea del Sur, el presidente estadounidense dejó claro que ampliará su cooperación frente al auge económico y militar de China, además de promover el comercio y la inversión entre EEUU y países de la región, así como reforzar las cadenas de suministro y reducir así la dependencia hacia China, y de ahí que la fuerte crisis desatada por las maniobras chinas en las cercanías de Taiwán haya servido también para cerciorarse de las enormes dificultades que ya existen por controlar esa zona, y más cuando Japón está evaluando desplegar más de 1.000 misiles de crucero de largo alcance para mejorar su capacidad de hacer frente a las crecientes amenazas regionales de China.
Los «Ulchi Freedom Shield», el nombre que se le ha dado a estos ejercicios militares conjuntos que llevan a cabo Estados Unidos y Corea del Sur (22 de agosto al 1 de septiembre), son los más grandes que hayan tenido lugar en la península de Corea, practicando lo que sería una guerra con una Corea del Norte cada vez más hostil pero lejos de un enfrentamiento bélico y, menos, nuclear. En suma, son dos ejércitos defendiendo a una nación. Unas maniobras con dos partes bien diferenciadas, donde por un lado está la parte ofensiva y, por otra, la defensiva.
Desde la base aérea estadounidense de Osan en Corea del Sur, las Fuerzas Armadas de los dos países trabajan en plena armonía para un sólo país y ese fue el compromiso que en su día asumió EEUU con Corea del Sur tras el fin de la guerra entre las dos Coreas (1950-53), aunque tras más de 70 años de su finalización aún no se ha firmado un tratado de paz, prevaleciendo el armisticio estampado en 1953. Y claro, cualquier excusa puede servir para que Corea del Norte no afloje su desarrollo nuclear y las maniobras son la mejor garantía para ello. La vuelta a las conversaciones con EEUU y el entendimiento con Corea del Sur forman parte de una posibilidad que China debe tener en cuenta dado el apoyo de Pekín al régimen norcoreano.
De esta forma, en unas operaciones de un enorme desarrollo, las fuerzas aéreas, navales, militares, espaciales y cibernéticas se coordinan desde esta base de Osan, en la que se estudia y se analizar una respuesta a un hipotético ataque de Corea del Norte, un ataque que no se va a producir, como tampoco Seúl y Washington lo harán contra Pyongyang. Unas maniobras que se cancelaron en 2018, cuando Corea del Sur y EEUU intentaron convencer a Corea del Norte de deshacerse de sus armas nucleares a cambio del levantamiento de sanciones.
Lo que está claro es que el reforzamiento del eje Tokio-Seúl es una garantía para EEUU, pese a las distintas discrepancias entre nipones y surcoreanos en sus relaciones, como también está clara la sintonía entre China y Corea del Norte, aunque Pekín, metido ahora en otras prioridades logísticas, descarte una involución en la península coreana con un enfrentamiento militar en la zona. Las maniobras pasan desapercibidas en la ciudadanía surcoreana, mientras en la parte norcoreana todo se trata de ejercicios de una invasión que no va a ocurrir. Levantamiento de las sanciones a cambio de ir desnuclearizándose el régimen de Kim Jong-un.
Las maniobras están sirviendo para certificar su propio sistema de seguridad. Todos se preparan para un ataque y cualquier chispa en estos y otros ejercicios puede provocar un incendio de graves consecuencias para todas las partes. El rechazo de Corea del Norte a la ayuda económica que le ha ofrecido Seúl en vísperas de estas maniobras y las críticas de Kim Yo-jong, hermana del líder norcoreano Kim Jong-un, a esta oferta del presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, a cambio de que el régimen se desnuclearice y así ver qué pasa con el levantamiento de las sanciones, es una muestra más de la tensión reinante, que irá a más en las próximas semanas, pero aún lejos de un enfrentamiento bélico entre las dos coreas.
Nadie duda, como afirma su líder Kim Jong-un, que Corea del Norte está «preparado» y «dispuesto» para desplegar su arsenal nuclear de cara a cualquier enfrentamiento militar con Estados Unidos y Corea del Sur. De hecho, en el 69 aniversario del armisticio de la Guerra de Corea (1950-1953), llamado Día de la Victoria, el régimen de Pyongyang afirmó tener «armas capaces y completamente listas para responder a todas las crisis», a la par que señaló estar en «condiciones de movilizar completa y rápidamente con precisión» sus «propias fuerzas con vocación por la disuasión nuclear».
Y mientras tanto, el líder norcoreano dice que los lazos «sellados con sangre» con China se desarrollarán durante generaciones y a la vez manifiesta su claro apoyo a Rusia en su guerra con Ucrania, que ha supuesto la ruptura de relaciones diplomáticas entre Kiev y Pyongyang. Y al mismo tiempo se acaba de celebrar el 30 aniversario del establecimiento oficial de las relaciones diplomáticas entre Seúl y Pekín, donde incomoda el funcionamiento del escudo antimisiles estadounidense THAAD, desplegado en el Sur y que ha sido siempre un asunto espinoso en las relaciones bilaterales de ambos países, dado que el gigante asiático insiste que el sistema de defensa antimisiles perjudica los intereses de seguridad de su país, en un momento en el que se intensifica la rivalidad entre China y Estados Unidos.