Japón sorprende al mundo por su tardía respuesta ante el coronavirus

Madrid. El pasado día 16 el primer ministro japonés, Shinzô Abe, declaraba finalmente el estado de emergencia nacional, tras varios días de incertidumbre y de medidas tomadas a medias, sin que el aumento de infectados por el coronavirus dejase de aumentar en el país a ritmo diario.
Abe, que había declarado que la situación era «horrible», ha vuelto a solicitar a todo el mundo que «por favor se abstengan de salir», así como «de tener contacto con la gente tanto como sea posible» en las 47 prefecturas que conforman Japón.
El objetivo es evitar el colapso del sistema sanitario, que ya ha sido puesto en jaque en países como Italia, España, Francia o Reino Unido. Japón cuenta actualmente con unos 10.300 infectados y cerca de 225 fallecidos confirmados por la pandemia.
Sin embargo, las unidades de cuidados intensivos en hospitales japoneses ya se están viendo colapsadas y medios locales denuncian que algunos centros no están aceptando a enfermos con síntomas trasladados en ambulancia por miedo al contagio de los otros pacientes ingresados y al descontrol absoluto de la situación.
El caso más denunciado ha sido el de un enfermo con fiebre y problemas respiratorios que fue llevado a varios hospitales de Tokio durante el viernes, siendo rechazado en todos ellos, con la ambulancia circulando durante horas. Se estima que hay un 112 por ciento de ocupación de camas en cuidados intensivos, han marcado datos oficiales.
Y es que Japón cuenta actualmente con menos camas de cuidados intensivos por habitante que, por ejemplo, Italia, contándose cinco por cada 100.000 habitantes, frente a las 30 que tiene Alemania o 35 en Estados Unidos, según ha denunciado el director de la Sociedad Japonesa de Cuidados Intensivos de Medicina, Osamu Nishida.
Son varias las instituciones sanitarias, incluyendo el Ministerio de Sanidad nipón, que han apresurado a Abe para que tomara medidas a tiempo, ante la pasividad del gobierno frente a la situación y el temor de que se repitiera el mismo caso que en Estados Unidos.
Se estima que la situación de los Juegos Olímpicos, que iban a celebrarse en Tokio este julio, ha sido la principal causa de la aparente pasividad del gobierno. El Comité Olímpico Internacional en Japón negaba a principios de marzo el posible aplazamiento de las Olimpiadas, mientras ciudades como Londres se ofrecían como candidatas a sustituir a la capital nipona.
No obstante, el 24 de marzo Abe anunciaba lo evidente, que los JJOO serían pospuestos al menos un año, fijándose días más tarde las nuevas fechas: del 23 de julio al 8 de agosto de 2021 en Tokio.
Una vez anunciado que los JJOO no se llevarían a cabo en 2020, la contabilización de infectados por coronavirus en el país empezó a subir en cifras de más de un centenar de casos diarios, llegando a sumar 181 solo en Tokio el pasado sábado y otros 201 el viernes.
En estas fechas los datos oficiales han confirmado más de 10.000 contagiados en toda la nación, siendo las prefecturas de Tokio, Osaka, Kanagawa, Chiba y Saitama las más afectadas.
El pasado 7 de abril, Abe había declarado el estado de emergencia únicamente en las prefecturas de Tokio, Osaka, Saitama, Kanagawa, Fukuoka, Chiba y Hyogo, solicitando a sus residentes que redujeran el contacto social entre un 70 y un 80 por ciento con la esperanza de que la curva alcanzase su pico y descendiese tras dos semanas.
La primera prefectura que había declarado el estado de emergencia había sido Hokkaido a finales de febrero ante el incremento de casos. A mediados de marzo habían logrado reducir la cifra de contagios a dos por día y optaron por levantar el estado de emergencia para el día 19 de aquel mes. Actualmente la región cuenta con más de 200 infectados, sumando 33 solo el viernes.
El temor al colapso económico ha sido el otro factor decisivo para no declarar el estado de emergencia nacional. Japón pasa por una crisis económica desde la década de 1990, de la cual todavía no se ha logrado recuperar completamente. Pequeños comercios y empresas en el país nipón llevan denunciado desde marzo cuantiosas pérdidas.
El gobierno de Abe ha tomado medidas de impulso económico basadas sobre todo en el pequeño consumo, como el otorgamiento de 100.000 yenes, unos 850 euros, a cada ciudadano japonés a partir de mayo. Todavía se desconocen detalles sobre si ciudadanos como presos, japoneses no residentes o recién nacidos serán receptores, o cómo será entregado el dinero.
El hecho de que el vecino y rival de Japón en el panorama económico mundial, China, actualmente segunda potencia mientras que el país nipón es la tercera, vaya a incrementar su influencia económica y presencia internacional tras la crisis de la COVID-19, según últimas estimaciones, a pesar del desplome de su PIB en un 6,8 por ciento, es probablemente otro factor que despierta inquietud en las cúpulas japonesas.