Jack Ma, fundador de Alibaba (y II): Las lecciones a sacar de su vuelta a China

| World Economic Forum - Greg Beadle, Flickr
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Madrid. El consorcio por la descentralización de Alibaba constará de seis elementos, cada uno especializado en su respectivo sector: Cloud Intelligence Group (servicio de nube), Taobao Tmall Commerce Group (comercio online interno, se quedará con el control de plataformas de venta como Taobao o Tmall), Global Digital Commerce Group (comercio internacional, AliExpress, principalmente), Local Services Group (servicios locales), Cainiao Smart Logistics (logística, controlará los almacenes) y Digital Media and Entertainment Group (medios de información y ocio). Cada elemento tendrá a su propio director y junta ejecutivos, y tan solo Tmall será controlada por el consorcio directamente, mientras que las demás empresas obtendrán la libertad de organizar por su propia cuenta sus OPVs, por ejemplo.

La decisión de desmembrar una empresa de tal forma es poco común para China. El propio caso de Ant Group fue diferente: diversos sectores de la empresa, especialmente su algoritmo, fueron repartidos entre otras compañías estatales y privadas del país. En este caso, Alibaba sigue su vida como «empresa paraguas», que acoge el vasto imperio de su fundador, Jack Ma, sin el riesgo de atraer la atención de las autoridades antimonopolio. Esto puede ser, en teoría, un problema para el Gobierno chino, ya que ahora la actividad de la empresa quedará descentralizada y no dependerá de la voluntad de un grupo reducido de personas. Esto significa que el control estatal que los reguladores pretenden establecer se verá dificultado por la estructura de hidra que tendrá el consorcio.

Sin embargo, la división en seis partes debilitará el poder de mercado de Alibaba en conjunto, quitándola así de la lista de posibles amenazas para Pekín por ahora. Ma, considerando pionero en el mercado de la venta online, dominó durante años este sector en el país, estableciendo casi un monopolio total, lo que no podía no atraer la atención del gobierno. Hoy en día la competencia ha aumentado y la dominación de Alibaba está siendo diluida por rivales como JD.com o Tencent. El periódico ‘Nikkei’ apunta a que esto pueda ser un proyecto piloto para ver cómo los mercados reaccionarían a una división así. Después, Pekín podría presionar a otros gigantes tecnológicos a subyugarse a su voluntad sin perder la popularidad entre los inversores.

Mientras tanto, el nuevo primer ministro chino, Li Qiang, tomó una postura «promercado», como así lo definieron los medios internacionales chinos. Culpó a las «discusiones y comentarios incorrectos en la sociedad el año pasado” de preocupar a algunos inversores extranjeros, aludiendo a la común crítica de la política draconiana ‘cero covid’ durante la pandemia y su perjudicial efecto en la economía china. Reafirmó el apoyo de Pekín a la propiedad privada y aseguró que China no pretendía distanciarse económicamente de Estados Unidos, debido a sus estrechos lazos comerciales. Además, el Gobierno mantuvo inesperadamente al gobernador del Banco Central Chino, el tecnócrata Yi Gang, decisión que promete mejorar el ánimo en los mercados.

Para el gigante asiático, que el año pasado no cumplió con las expectativas de crecimiento con tan solo un 3 % anual, es esencial recuperar la confianza de los mercados. La represión del sector privado, la crisis inmobiliaria y el ‘cero covid’ no hacían más que empeorar la situación. Aunque al presidente chino, Xi Jinping, parezca importarle más la seguridad de la dictadura del partido que la economía, esta sigue siendo como un barómetro de la eficiencia de su gobierno. El renacimiento nacionalista chino profetizado por el dirigente Xi no puede coexistir con un desarrollo a la velocidad de un caracol. Cuando fueron abolidas las restricciones pandémicas, muchos chinos temían salir a la calle, ya que estaban correctamente preocupados por el retorno del virus ahora que las defensas estaban bajas. El Gobierno chino tiene que convencer tanto a la población local, como a las empresas extranjeras que operan en el país de que ni el bloqueo completo de Shanghái ni la caída de Evergrande se repetirán en el futuro próximo.

El caso de Jack Ma demuestra la posición de los multimillonarios en la China de Xi y su utilidad para Pekín. Por un lado, son un ejemplo de éxito alcanzado gracias a las reformas económicas, una bonita fachada, pero por otro son una incongruencia y una amenaza al monopolio del poder del Partido Comunista. Al igual que Ícaro, Ma voló demasiado cerca del Sol, y el Sol le castigó por ello. Ma sobrevivió a la caída y aprendió de sus errores, pero sigue siendo incierto si el Sol será igual de despiadado con el siguiente que piense en desafiarle.

Iván Ortega Egórov

Estudiante de Economía y Estudios Internacionales de la Universidad Carlos III de Madrid

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