Andrés Iniesta: «El japonés es apasionado pero distinto, me siento muy cómodo cuando salgo a la calle»
Madrid. A sus 38 años y a 10.000 kilómetros de distancia, Andrés Iniesta sigue jugando al fútbol. Lo hace en la ciudad de Kobe, en Japón, alejado del gran foco que fue España y Barcelona y donde ganó todos los grandes títulos. Y entre sus planes, según dice, no está colgar las botas y retirarse, al menos a muy corto plazo.
En esta entrevista para ASIAnortheast.com, el jugador español habla de su futuro, de la vida en Japón, del fútbol asiático y del momento más feliz del fútbol español, con él como protagonista, una noche de julio de 2010.
Pregunta.-Termina contrato con el Vissel Kobe a final de año. ¿Será el punto final o queda Andrés Iniesta como futbolista para unos años más?
Respuesta.- No lo sé, aún no lo sé. Lo único que quiero es ayudar a mi equipo a conseguir sus objetivos. Solo me preocupa esto. Mi idea es jugar, seguir jugando. Me encanta el fútbol. Es mi pasión desde que era un niño. Mientras continúe con esa pasión aquí estaré jugando.
-¿El adiós a la etapa de futbolista supondrá el regreso inminente a España o le gustaría seguir viviendo y trabajando en Japón o en cualquier otro país de Asia que le atraiga?
-Todavía no tengo decidido. Pienso en el día a día. En seguir mejorando, en seguir evolucionando. Me siento muy cómodo en Japón, es un país que nos ha acogido de maravilla a mí y a toda mi familia. Aún no he valorado lo que haré en un futuro. Mi futuro está ahora. En seguir en el campo.
-Le he oído decir que prefiere ser de momento llamado futbolista y no empresario. Pero sí que se está preparando profesionalmente para el día después y ha puesto en marcha, por ejemplo, una agencia de representación no solo de futbolistas, sino además de personas del mundo del cine, la música o ‘influencers’. ¿Dónde se ve más en el futuro: en los despachos o en los terrenos de juego como entrenador?
-Lo tengo que ver. Creo que tenemos la necesidad como personas de aprender y evolucionar en todos los aspectos. Y tienes que formarte. Ya seas entrenador, director deportivo, empresario… O lo que seas. Es fundamental la formación y rodearte de personas que te aporten cosas y te permitan ir avanzando.
-Llegó en 2018, está a punto de cumplir cinco años en Japón. ¿Exportaría, copiaría algo del fútbol japonés al fútbol español?
-Ufff, no sé. Hay muchas cosas, no sabría decirte una en concreto. Pero la verdad es que me encanta esa sensación de respeto que hay hacia el jugador y la conexión con los aficionados. Claro que también pasa lo mismo en España, ¡por supuesto! Pero cada cultura es distinta y creo que debemos sacar lo mejor de cada una de ellas.
-Respecto a la vida social, ¿puede salir a la calle y pasear con la familia como una persona normal sin que le reconozcan? ¿El aficionado japonés es igual de apasionado que el español o se lo toma más a la ligera?
-Sí, claro. Salgo a la calle con mi familia, disfruto de Kobe, me siento muy bien aquí. Son apasionados, pero distintos. Es diferente. No digo que sea peor o mejor. ¡Eso no! Digo que es diferente. Me siento muy cómodo cuando paseo con Anna, mi mujer, o mis hijos o hijas por las calles de la ciudad. La disfruto como todos. Como uno más.
-El fútbol chino llamó la atención hace no tanto por su gran desembolso para fichar a futbolistas de renombre que jugaban en Europa. Aquello ha pasado factura a las economías de equipos grandes de China, alguno de los cuales ha desaparecido. ¿China, Japón y Corea podrán en algún momento mirar de tú a tú a Europa en el césped o está condenado el nordeste asiático a ser de por vida una fábrica de jugadores para las grandes ligas europeas?
-Está avanzando el fútbol en todos los continentes. Y en Asia, también. Claro que pueden mirar de tú a tú a los otros países. El juego no para de evolucionar; el talento, tampoco. Pero, como en cualquier aspecto de la vida, se necesita un proceso de tiempo y aprendizaje para alcanzar esos objetivos.
-El número 116 le trae seguro muy buenos recuerdos. Aquel minuto cambió la historia del fútbol español en 2010 con un gol suyo en la final del Mundial, en Sudáfrica. El recuerdo le provocará placer, ¿pero ha tenido alguna pesadilla en la que el balón no entraba?
-No, nunca pensé eso. Siempre creía en que la pelota entraría. Además, estaba convencido porque no era solo un disparo mío sino de millones y millones de españoles que me estaban acompañando cuando recibí ese balón. Creía que era gol. Y que debía ser gol. Y fue el gol de todos.