El fútbol chino se reestructura con inversiones millonarias
Madrid. La Superliga de China cerró el mercado invernal de fichajes la pasada semana con una inversión total de 335 millones de euros, en vísperas del comienzo de una nueva temporada y con el ánimo de convertirla en un referente mediático del país, inmerso en un proceso de reforma dentro del fútbol tras años de corrupción pública y privada en su organización.
Una cifra que supera con creces las cantidades destinadas por las principales competiciones domésticas a nivel mundial, como la Premier League inglesa (250 millones de euros), la Serie A italiana (87), la Bundesliga alemana (52), la Liga española (36) o la Ligue 1 francesa (35), superadas estas tres últimas, a su vez, por la China League One (56), la segunda categoría del fútbol chino, según el portal digital ‘Transfermarkt’.
La liga china, que arranca este fin de semana, fue creada en 1994 con el nombre de Jia A y contaba con una división inferior, la Jia B, hasta que en 2004 adoptó la denominación de Superliga, conquistada las últimas cinco ediciones por el Guangzhou Evergrande, campeón de la Liga de Campeones asiática en 2013 y 2015, y rival del FC Barcelona en las semifinales de la pasada Copa Mundial de Clubes, celebrada en diciembre en Japón.
Entre los movimientos más destacados se encuentran los nombres de Alex Teixeira, Ramires o Jackson Martínez, que llegó al Guangzhou Evergrande procedente del Atlético de Madrid tras un desembolso de 42 millones de euros, que, en total, contando los 78 millones de euros que abonó el Jiangsu Suning por Teixeira (50), al Shakhtar Donetsk ucraniano, y Ramires (28), al Chelsea inglés, adquieren un valor conjunto de 120 millones de euros.
El delantero brasileño Cléverson, traspasado por cuatro millones de euros al Guangzhou Evergrande, en 2010, inauguró la larga lista de jugadores extranjeros que, a cambio de elevadas transacciones, decidieron probar suerte en el fútbol chino, y fue seguido por estrellas de renombre provenientes del continente europeo, como Lucas Barrios, Robinho, Nicolas Anelka, Didier Drogba o Kanouté, entre otros.
Estas inversiones millonarias que se vienen sucediendo en el mercado de traspasos del ‘’gigante asiático’’ reflejan la necesidad de resurgir la pasión y el consumo de la población sobre esta actividad, luego de una década protagonizada por un fútbol profesional enviciado, donde primaba el amaño de partidos por medio de sobornos interrelacionados entre los gestores públicos y privados de las competiciones, y de apuestas ilegales.
La escasa repercusión mediática de la liga, sumado a la baja participación de los jóvenes en la práctica de este deporte, con menor aceptación que otros consolidados como el tenis de mesa o el bádminton, y las numerosas evidencias de corrupción institucionalizada hicieron que, en 2009, el Gobierno chino tomase la iniciativa y estableciera las directrices de un plan para la reestructuración del fútbol en el país.
El vicepresidente de la Asociación China de Fútbol (AFCh) en aquel momento, Nan Yong, mostró, en el mes de noviembre, su descontento con las informaciones que apuntaban al inicio de una fuerte crisis en el seno organizador. ‘’Si no resolvemos el problema, aunque sea necesario pagar un precio alto, nuestro fútbol se quedará sin esperanzas de evolucionar’’, aseguró.
Dos meses después, en enero de 2010, fue detenido, acusado de aceptar sobornos y condenado a diez años y medio de prisión, en 2013, junto a su antecesor en el cargo, Xie Yalong. Ambos arrestos establecieron el punto de partida de una lucha contra la corrupción en el fútbol chino, que, a día de hoy, continúa en funcionamiento.
Bajo un clima convulso, las sanciones también llegaron a otros estamentos como el comité de árbitros, con la entrada en la cárcel de Gong Jianping y Lu Jun, dos de los árbitros con mayor reputación dentro del panorama futbolístico del país; directivos, como Xu Hong, mánager del Sichuan Guancheng, y futbolistas de la selección china como Shen Si, Qi Hong o Jiang Jin, que fueron apartados de por vida del combinado nacional.
Asimismo, entre 2010 y 2013, se establecieron multas económicas y deportivas a 12 equipos de la Superliga, destacando el descenso a la segunda división del Guangzhou Pharmaceutical —actualmente Guangzhou Evergrande—, por arreglo de partidos en el año 2006 con el Shanxi Luhu y el Zhejiang Lucheng.
Con la colaboración del Ministerio de Seguridad Pública, las primeras medidas incluidas en el plan para la reforma integral, que entró en vigor el pasado año, están destinadas a la descentralización de la AFCh respecto de la Administración central, con el objetivo de fomentar el juego limpio, una mayor competitividad y protagonismo del libre mercado para reducir el control estatal y potenciar el profesionalismo dentro de las estructuras de los clubes.
«Estamos ante un paso enorme y decisivo en el sistema para revivir el fútbol en China. Ahora, con más autoridad y responsabilidad, la AFCh tendrá también más poder de motivación en el futuro», aseguró Liu Peng, ministro de Deportes del Gobierno chino, en el mes de agosto.
Los objetivos de la reforma buscan, del mismo modo, convertir a los combinados nacionales en potencias mundiales, tanto el masculino, dirigido entre 2011 y 2013 por el entrenador español José Antonio Camacho, con una única presencia en la fase final de la Copa del Mundo —Corea del Sur/Japón 2002—, como el femenino, que busca una mayor regularidad que le aúpe a los escalones más altos del ranking.
Desde la educación deportiva en las escuelas, con asignaturas dedicadas exclusivamente al fútbol, hasta la puesta en marcha de torneos conformados por equipos procedentes de distintas universidades, la política del Partido Comunista Chino (PCCh), encabezada por el presidente Xi Jinping, un gran aficionado al fútbol, según la prensa china, persigue revitalizar la práctica de uno de los deportes con mayor tirada comercial en todo el planeta.
La AFCh, además, en colaboración con la FIFA, el órgano rector del fútbol a nivel mundial, también involucrado en prácticas delictivas y, al mismo tiempo, en proceso de renovación, ya con un nuevo presidente, el suizo Gianni Infantino, ha impulsado, desde 2011, el desarrollo de mecanismos para el control y la asistencia técnica en todos los ámbitos futbolísticos del país, que se van introduciendo progresivamente en las competiciones chinas.
Aunque ahora el riesgo de que aparezcan nuevos casos de actividades fraudulentas es menor, de producirse, sería en el espacio privado, con plenos poderes desde que la AFCh decidiera otorgar la responsabilidad de organización y gestión de la competición a la Superliga, que acoge en su estructura, desde 2005, un consejo formado por los 16 equipos competidores, dejando a un lado la fuerte intervención del Estado, que, a pesar de todo, continúa ejerciendo su papel de máximo accionista.
Tras los clubes, de capital privado, se encuentran grandes corporaciones empresariales como Evergrande (sector inmobiliario) y Alibaba (comercio electrónico), propietarios del Guangzhou Evergrande; Suning (electrodomésticos), del Jiangsu Suning; China Fortune Land Development (inmobiliaria industrial), del Hebei China Fortune, o CITIC Guoan (tecnologías de la información), del Beijing Guoan.
La expansión del fútbol a nivel nacional anhela, igualmente, erradicar el éxodo de los jóvenes talentos a Europa, América o países vecinos, apostando por favorecer la inversión del Gobierno en deportes con un recorrido constante, en detrimento de aquellas actividades que se desarrollan con largos intervalos de espacio entre distintas ediciones, como los Juegos Olímpicos —cada cuatro años—.
La ambición de China por deslumbrar al mundo más allá de citas olímpicas, como hiciera en Pekín 2008, donde finalizó en el primer puesto del medallero, con un total de 100 metales, tiene en el ámbito futbolístico su inminente objetivo. Para ello, el fútbol profesional deberá ir acompañado de un riguroso control, encargado de evitar que el sistema vuelva a reincidir en hechos del pasado, controlando todo el engranaje, que año tras año contará con más inversión y capital.