¿Guerra Fría o Guerra Financiera?
Madrid. Realmente no se palma una Guerra Fría similar a la anterior a la caída del Muro de Berlín (1989) ni tampoco se contempla tensiones ideológicas y políticas como las protagonizadas entre EEUU y la Unión Soviética tras finalizar la IIGM (1939-45), lo que se mastica de forma nítida son las tensiones económicas que conducen a una escalada de alto voltaje entre China y Estados Unidos que van a ir en aumento hasta los comicios presidenciales en noviembre que pueden dar la victoria al demócrata Joe Biden. Pero lo que hay es una Guerra Financiera.
Donald Trump ha convertido a China en un importante asunto de campaña de cara a las elecciones de noviembre próximo, cuya reelección no está garantizada ante la nefasta política realizada en su lucha contra el coronavirus, de ahí que si ganara Biden, de momento con ventaja en los sondeos, la relación bilateral con China sufriría grandes cambios y con ello los asuntos económicos entre los dos países volverían a la normalidad para liquidar la guerra comercial que inició Trump y que ha originado inestabilidad económica y bursátil mundial.
La Guerra Fría es la actual Guerra Financiera entre EEUU y China. La Administración Trump no cesa en presionar para que se produzca un desacoplamiento parcial en áreas claves relacionadas con el comercio, la tecnología y la actividad financiera chinas.
Para los analistas, cualquier movimiento de Washington para aislar a China del sistema del dólar o la venta en represalia de una gran parte de la deuda de EEUU en manos de Pekín podría afectar a los mercados financieros y perjudicar a la economía mundial, es decir, esta es la auténtica “guerra fría” que no va a decaer hasta noviembre próximo.
Pero la Guerra Financiera actual se acentúa con las tensiones entre las dos primeras potencias mundiales y sobre todo ante el temor en China de que pudiera ser excluida del sistema mundial dominado por el dólar, una quimera hace tiempo y que ahora, según los analistas, no es tan imposible, por lo cual esta posibilidad traería consecuencias muy graves para la economía china y también para la estabilidad del sistema financiero mundial.
China teme que Estados Unidos le expulse del sistema de pagos en dólares, por ello ahora Pekín quiere globalizar el yuan, internacionalizarlo, según el execonomista del Banco Popular de China (PBOC, por sus siglas en inglés) Shuang Ding.
Pero la Guerra Financiera también origina inquietud en China si EEUU congelase o confiscara parte de la enorme deuda estadounidense en manos chinas y todo ello conlleva a unos temores que obliga a Pekín a reforzar la influencia global del yuan para así reducir su dependencia del dólar.
Sin embargo, lo que fue política y económicamente el “Telón de acero”, que separaba a los países, tras la Segunda Guerra Mundial, de la antigua Unión Soviética de los países occidentales pro estadounidenses, ahora podemos calificarlo como el “telón de acero financiero” a causa de las tensiones entre China y EEUU, que también les salpican a nivel científico en su lucha por ver quién es primero en conseguir la vacuna real contra el coronavirus, la pandemia que tiene al mundo paralizado con catastróficas secuelas económicas.
En definitiva, las tensiones durante más de 40 años habidas entre EEUU y la OTAN y la antigua URSS (Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas) con el Pacto de Varsovia o las amenazas con recurrir a la bomba atómica alteraban al mundo en medio de una Europa dividida en dos bloques, una “guerra fría” consolidada en gran parte del siglo pasado y ahora todo parece indicar que será China, fuera de circulación la Unión Soviética, quien ocupe su lugar en este ya siglo XXI, la nueva superpotencia mundial, la que rete a Estados Unidos en todos sus frentes.
Y claro las relaciones internacionales actuales, no exentas de dificultades, pero fuera de lo que fue la etapa de tensiones ideológicas y políticas que protagonizaron EEUU y la Unión Soviética por controlar el mundo, ahora será China el país que ocupe el puesto de la antigua URSS pero sabiendo que la ideología no tendrá el peso político que tuvo en plena “Guerra Fría”, ya que en la actualidad su vitalidad influyente es y será la “Guerra Financiera”.
No obstante, lo que es la “guerra fría política” en pleno siglo XXI está ahí. Por un lado, Irán y China firman un acuerdo estratégico que implicaría por parte de Pekín inversiones por 340.000 millones de euros en el país islámico a cambio de petróleo y gas y con ello evitar las sanciones de EEUU impuestas a Teherán y al mismo tiempo le sirve a Pekín para afianzar su Nueva Ruta de la Seda, sobre todo ahora que los Emiratos Árabes se han convertido en el tercer país árabe, por mediación de Trump, en establecer relaciones diplomáticas plenas con Israel, después de Egipto (1979) y Jordania (1994), una situación que incomoda a todas luces a Irán.
Y, por otro, asuntos como los de Hong Kong, la crisis del cierre de consulados, la culpabilidad del origen de pandemia del coronavirus, el veto de EEUU a TikTok y WeChat, la imposición de sanciones relacionadas con Xinjiang, acusaciones de espionaje como la reciente detención de un exagente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de origen hongkonés acusado de espionaje y de vender secretos de estado a la República Popular China.
Y sin olvidar el cada vez más apoyo que Taiwán tiene de Washington frente a Pekín, cuyas autoridades taiwanesas se oponen a cualquier anexión de la isla a China, mientras a nivel tecnológico Estados Unidos presiona a Huawei, una de las empresas tecnológicas chinas de más proyección internacional y que Washington la considera un brazo del Ejército y del Partido Comunista Chino (PCC), y trata de imponerle medidas que dificulten su capacidad de la compañía para conseguir microprocesadores, son, entre otros, lo que originan tensiones políticas con enormes ramificaciones económicas que afectan a la comunidad internacional.
La vuelta a la Guerra Fría del siglo XX entre lo que fue la antigua URSS y EEUU no es tan fácil. Con China como protagonista, el “gigante asiático”, la segunda potencia mundial, tiene claro que quiere desbancar a Estados Unidos como primera potencia mundial y ahí está en todos los frentes, pero el duelo entre los dos países es cada vez más intenso y ello no favorece a una mayor estabilidad económica que el mundo necesita con la grave crisis de la COVID-19.
En suma, todos estos asuntos formarán parte de la nueva Guerra Fría entre China y EEUU, al menos intensificada hasta las elecciones presidenciales en noviembre, pero los problemas que ahora son acuciantes y repercuten a escala mundial conducen a la Guerra Financiera, más si cabe cuando los dos países no han cerrado la guerra comercial que inició hace ya casi tres años Donald Trump contra China y que ahora se dificulta en un arreglo definitivo a causa del coronavirus. Y más cuando EEUU cree que China amenaza sus intereses estratégicos y económicos y compite de manera injusta en el ámbito comercial. Pero hasta noviembre la tensión irá en aumento.