Los mercados se preparan para un otoño caliente por la amenaza de la burbuja inmobiliaria china
Madrid. El sector inmobiliario chino amenaza a la comunidad inversora internacional con que habrá más agitación en los mercados este otoño, mientras crece en las mesas de operaciones el convencimiento de que los problemas de sobreendeudamiento de la compañía Evergrande no son un caso aislado y de que la burbuja podría estallar dejando efectos muy perniciosos para la economía.
El grupo incumplió esta semana el pago de un cupón de 148 millones de dólares de bonos y acumula ya tres impagos de deuda extranjera en algo más de dos semanas. Pero no es la única compañía del negocio del ladrillo en China que ha incurrido en un comportamiento similar. También esta semana, otra firma inmobiliaria, Sinic Holdings, anunció que no podrá atender a sus obligaciones de deuda por valor de 216 millones de euros el próximo 18 de octubre por su estrecha liquidez.
Recientemente, la promotora Fantasia Holdings Group no hizo frente a un pago de 178 millones de euros, mientras que Modern Land ha pedido a los inversores que le dejen aplazar el pago de un cupón de 250 millones de dólares con vencimiento el próximo 25 de octubre.
Sin duda, los inversores de todo el mundo tendrán en el radar la evolución de esta industria para limitar las pérdidas en sus carteras, ante las ramificaciones que podría tener en otros sectores un escenario más lúgubre de lo esperado del mercado inmobiliario chino, que representa una cuarta parte de la economía del gigante asiático. Eso, a buen seguro, deteriorará la percepción general de la economía global en un momento en el que no está clara la fortaleza con la que se está saliendo de la pandemia.
Y eso que la economía china parecía tomar algo de aliento a finales de la semana pasada, pese a la acuciante crisis energética que vive el país. Las menores restricciones como resultado de la reapertura económica permitieron un rebote en el sector servicios en septiembre, como reflejaron los datos del PMI elaborado por Caixin. Fue un notable incremento -desde la cifra anterior de 46,7 a 53,4- el que posibilitó que este indicador regresara a la zona de crecimiento, lo que compensó el lastre que soportan las manufacturas por los embotellamientos en la cadena de suministro y los cortes de electricidad ante la subida de los precios del carbón.
Si bien los expertos se inclinan por descartar que la crisis de Evergrande se convierta en otro colapso como el de Lehman Brothers y todo apunta a que Pekín tratará de controlar la suspensión de pagos del grupo inmobiliario para que la situación no se le vaya de las manos. Para medios emblemáticos como The Wall Street Journal, las dificultades por las que atraviesa esta compañía, con una deuda de 250.000 millones de euros -el 2 % del PIB chino-, son un recordatorio de que la economía china se ha vuelto más inestable, en un contexto en el que China pugna con Estados Unidos por convertirse en la potencia dominante a escala mundial.
Esa desazón ha castigado fuertemente a la renta variable del país y del resto del mundo recientemente y, desde luego, no puede obviarse que será más que probable que en las bolsas se vivan nuevos episodios de pánico por este motivo. Las ventas de viviendas en China pierden fuelle y para la firma de análisis Capital Economics la construcción de inmuebles en el país está entrando en un periodo de caída estructural. Se teme, pues, que las empresas del ladrillo terminen sucumbiendo a la crisis actual, asestando un impacto devastador a la sociedad china.
El círculo vicioso en el que está inmerso el sector, en el que sus clientes pagan por casas aún sin terminar facilitando así una rápida expansión del negocio, podría provocar tensiones si los ciudadanos se ven sin techo y sin dinero en la hipotética coyuntura de una cascada de quiebras de empresas inmobiliarias.
De ahí que el Gobierno chino haya empezado a poner coto a la situación restringiendo el endeudamiento de estos grupos y frenando la especulación para evitar un derrumbe con consecuencias catastróficas no solo a nivel económico, sino también social. Se trata de un ejercicio de malabarismo descomunal, mientras Pekín asiste a una rebaja de las estimaciones del PIB chino para este año de los grandes bancos de inversión. Goldman Sachs ahora prevé que la economía china se expandirá en 2021 un 7,8 % frente al cálculo inicial del 8,2 %.
Sin embargo, no todo son funestos augurios. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo esta semana que China tiene margen de maniobra si la crisis inmobiliaria se agrava. En su opinión, las autoridades chinas «tienen las herramientas para intervenir» si el colosal apalancamiento de Evergrande y sus implicaciones para el sector empeoran. Además, consideró que, por el momento, el contagio a otras inmobiliarias chinas se ha limitado a promotoras que ya afrontaban una situación de fragilidad financiera y cuya deuda era de baja calidad.
El problema de este acertijo es que infunde un elevado nivel de incertidumbre a los mercados, siempre reacios a que se le nuble la vista hacia el horizonte futuro. Y tiene poca pinta de que este nubarrón vaya a desaparecer pronto.