El G7 apoya a Ucrania, advierte a China y Japón es cada vez más influyente en el escenario geopolítico mundial

Madrid. La reciente cumbre del G7 ha verificado el apoyo sin fisuras a Ucrania frente a la siempre posición ambigua de China en la invasión rusa. Una cumbre en la que la Cancillería china se quejó por «las difamaciones» y «los ataques» a Pekín en la reunión de este último fin de semana en la ciudad japonesa de Hiroshima, que ha validado a Japón como un influyente país en el escenario geopolítico actual, ya que la tercera economía mundial cobra cada vez más protagonismo a escala mundial.
Pero mientras la cumbre del G7 en Hiroshima ha servido para reforzar el frente común ante Rusia con nuevas medidas sancionadoras y de presión a Moscú y de respaldo a Kiev, China y Rusia han celebrado esta semana un foro empresarial en la ciudad china de Shanghái, considerada la capital económica del país, ante la visita oficial del primer ministro ruso, Mikhail Mishustin, para profundizar en la cooperación industrial en sectores como el de la alta tecnología o el de las tecnologías de la información entre chinos y rusos y al mismo tiempo como una respuesta a la reunión de los países del G7.
El G7 ha dejado satisfecho al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, gran protagonista de la cumbre. Y además ha abordado las complejas relaciones geopolíticas que se mantienen con China, dada la preocupación existente en cuanto a los deseos chinos de seguir expandiéndose territorial y económicamente y que siempre el gigante asiático ha considerado de injerencias en sus políticas, de ahí que también el G7 pidiera a Pekín que no sólo mediara con Moscú sino que ponga fin a sus demandas de soberanía «injustificadas» y que resuelva las tensiones en torno a Taiwán por la vía pacífica.
El G7, que defiende el ‘statu quo’ de Taiwán y el rechazo de la expansión militar de China en Asia, subrayó, en su documento final, una advertencia al gigante asiático por sus maniobras militares y pretensiones expansionistas en Asia-Pacífico, reclamándole actuar de forma «responsable» para devolver la estabilidad en torno a Taiwán.
Una petición de la reunión del G7 (Francia, Alemania, Italia, Reino Unido, Japón, Estados Unidos y Canadá), en la que Zelenski se mostró «satisfecho y muy agradecido» a Japón y a estos países por haberle dado la oportunidad de venir a Hiroshima y así «seguir presionando diplomáticamente a Rusia porque, con su invasión de nuestro territorio nacional está violando la Carta de la ONU y todas las leyes internacionales».
Rusia sigue en su matraca de repetir siempre los mismos argumentos. Moscú considera que Occidente está utilizando a Ucrania como herramienta para infligir una derrota estratégica a Rusia, pero lo que está claro es que la guerra la inició Vladimir Putin al invadir al país vecino, una realidad política que ha hecho que el líder ucraniano no se haya entrevistado en la cumbre del G7 con el presidente de Brasil, invitado a la reunión junto a Corea del Sur, Australia, India, Indonesia y Vietnam, al considerar Lula da Silva que Ucrania es tan responsable en la guerra como Putin. No obstante, Zelenski lo justificó resaltando que cada uno tiene su propia agenda.
En suma, el objetivo de los países del G7 era reiterar su apoyo a la integridad y la soberanía de Ucrania y conseguir que países invitados como Brasil o India se sumaran a la defensa de estos principios recogidos en la carta magna de Naciones Unidas. No obstante, la Cancillería china dejo claro al G7 que la cuestión de Taiwán es un asunto que deben decidir los propios chinos y que Pekín «no permitirá que fuerzas externas interfieran» en asuntos como Xinjiang, Hong Kong o el Tíbet.
El G7 quiere invertir en sus propias economías y reducir así la alta dependencia comercial con China, un objetivo que no va contra el gigante asiático pero que resalta la preocupación actual de esa dependencia, y hay que destacar que una «guerra comercial» no se va a producir dado que no interesa a nadie y más viendo el desastre económico a nivel global que sigue provocando la guerra de Ucrania.
Lo que está claro es que tras esta cumbre del G7 y ante la crisis desatada por la guerra de Ucrania, y con una economía muy interdependiente de factores condicionantes a causa de un conflicto que solo Rusia es el auténtico culpable, China y Estados Unidos, pese a sus diferencias en cuestiones políticas y otras esferas de la realidad global, están obligados a entenderse, es realmente difícil que Washington y Pekín lleven a cabo enfrentamientos que debiliten sus economías que a la postre repercute en todo el mundo, de ahí que la coexistencia pacífica y el propio progreso con soluciones tangibles a los grandes problemas globales no tendrían solución si las dos primeras potencias no se entendieran y más cuando la guerra ucraniana ha dejado claro que los conflictos bélicos sólo traen miseria, caos y ruina.
Además, la reciente cumbre del G7 solicitó más sanciones a Corea del Norte por sus lanzamientos de misiles a lo largo de 2022, así como mostró su inquietud ante el marco normativo de la Inteligencia Artificial (IA), dado que su desarrollo lleva una rápida expansión sin demasiado control y, entre otros asuntos, el cambio climático no quedó exento de preocupación viendo el excesivo aumento de la temperatura global, pero en realidad lo que no se puede hacer es que sólo se planteen los problemas cuando hay cumbres o reuniones entre las naciones más potentes del mundo. La solución no puede esperar.
En definitiva, una cumbre que refleja también la existencia de dos mundos. Por un lado, China, Rusia e Irán y, por otro, el liderado por EEUU con Occidente como aliado principal, y con el firme apoyo de Japón, cada vez más influyente y muy unido Washington para contrarrestar la amenaza de Corea del Norte y los desafíos de China por su ascenso militar en la región, lo que también ha servido a Tokio para fortalecerse militarmente firmando un acuerdo de seguridad con el Reino Unido y con esas conversaciones que mantiene con la OTAN para abrir una oficina de la Alianza Atlántica en territorio nipón.