‘Chibérica’, un acercamiento ibérico a propósito de China

Comparte esta noticia:

Madrid. Quiere entroncar la comprensión, aspiraciones y potencialidades de la relación entre la península ibérica y China. En ‘Chibérica’ (Editorial Popular), Xulio Ríos y Jorge Tavares da Silva han coordinado este volumen, en el que participa una larga nómina de especialistas españoles, portugueses y también chinos, como Luís Tomé, Inés Arco, Fernanda Ilhéu, Enrique Fanjul, Irene Rodrigues, Anna Ferrer, José Duarte de Jesús, Manel Ollé, Carmen Amado Mendes, Ferran Pérez Mena, Carlos Rodrigues, Andrés Herrera-Feligreras, Hou Xiaoying y Luo Huiling.

Publicado en la colección Asiateca de Editorial Popular, concreta un esfuerzo de reflexión en clave ibérica sintetizando los enfoques sobre China en materia política, económica, social, cultural, política exterior, relaciones bilaterales o los estudios respectivos a propósito de China a través de una tercera óptica, esta vez la china.

La yuxtaposición de tan ricas y variadas perspectivas desde la disciplina académica, investigadora, diplomática, histórica, o económica también aporta un mosaico que deja entrever las coincidencias y discrepancias, con holgura para establecer una agenda conjunta.

En un momento en que parece estar de moda la respuesta ibérica a algunos desafíos, quizá valdría la pena ponderar la idoneidad de ese acercamiento para identificar y aunar estrategias en relación a la segunda economía del mundo y referente claro del emergente mundo multipolar.

En esa línea cabe insertar esta propuesta bibliográfica, una entrega que incita al diálogo, conocimiento, intercambio, debate y, cómo no, la generación de iniciativas triangulares y compartidas.

Iberismo en boga

Sin duda, China, segunda potencia económica mundial con compromisos económicos crecientes en España y Portugal, es un actor de referencia para ambos países. Ya nos refiramos al plano comercial, inversor, o a la presencia de comunidades inmigrantes chinas significativas, la relación con China no es un asunto menor.

A mayores, hay vínculos históricos y culturales que aportan un plus significativo nada despreciable. Es más, para China, son Portugal y España dos países cuya trascendencia relacional se establece en función de su historia, cultura o lenguas, en primer lugar. Como es sabido, la consideración civilizacional tiene un importante significado simbólico en la percepción china, que acostumbra a contextualizar sus vínculos con peculiar atención a la perspectiva general, que primará siempre sobre los vericuetos de la coyuntura. No es esta una cuestión menor. Si en la actualidad, la significación y el peso específico de ambos países es el que es, desde la perspectiva china, ello no es óbice para plantear una relación ambiciosa capaz de aportar beneficios a todos con base en la reciprocidad y la igualdad.

Hemos constatado recientemente como el diálogo peninsular puede cuajar y servir de acicate para instrumentar ventajas prácticas a nuestras respectivas sociedades. La definición de estrategias conjuntas -y hasta alianzas- con un enfoque que participe de valores y concepciones geopolíticas afines, materializa una unidad en el escenario continental que está lejos de agotar sus posibilidades.

Portugal y España no forman parte del grupo de cabeza de los países europeos que capitalizan la relación con China, resultado de las limitaciones existentes en el orden económico y comercial. Sin embargo, tanto en razón de aquel vínculo histórico como de otros imperativos actuales, constituyen referentes de significativa importancia tanto en la dimensión bilateral como en el marco de la relación Beijing-Bruselas.

Hoy día, la posición geopolítica de la península o su importancia en el dimensionamiento de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, uno de los proyectos estrella del actual liderazgo chino, tanto en su orientación continental como marítima, constituyen valores que China no puede pasar por alto. Y se sobreponen a una relación comercial bilateral que si bien ha avanzado en los últimos años, tampoco ha cubierto todo el recorrido potencial que abriga. Por otra parte, en momentos económicos de especial dificultad como hemos vivido recientemente, en ambas capitales ibéricas se ha podido apreciar el compromiso de China cuando otros nos señalaban entre «los PIGS de Europa».

La Iberia exterior

No se trata ahora de exaltar una hipotética adhesión al iberismo como corriente política de mayor o menor envergadura en nuestra realidad territorial en diferentes etapas. Ciertamente, lleva siglos ahí, instalado en el imaginario de algunos segmentos de las respectivas sociedades, con altibajos reconocibles. Pero sí cabe alentar un acercamiento en la percepción de China, la interpretación de sus cambios y proyecciones, que pueden complementarse adecuadamente y servir de referente para la construcción de una agenda compartida que trascienda lo meramente académico. Y el primer paso consiste en propiciar espacios de reflexión y diálogo que fomenten el conocimiento mutuo, el diálogo enriquecedor, el intercambio de experiencias y la identificación de los vectores de aproximación principal.

Una coordinación ibérica a propósito de China tiene antecedentes singulares en otros escenarios. En primer lugar, en la propia Unión Europea (UE), como hemos visto en la reciente puesta en común en relación a los efectos de la guerra de Ucrania. También en relación a América Latina, con esa fórmula institucionalizada de las cumbres iberoamericanas. El África de expresión portuguesa bien pudiera ser otro ámbito geolingüístico a explorar teniendo en cuenta que en España el gallego nos ayuda a diluir esa frontera.

Probablemente, ambas capitales no representan ya el pivot que puede inclinar la balanza en la relación de China con América Latina o África, por citar dos continentes en los que cabe observar una dilatada proyección. Esta China no precisa intermediarios ni tampoco los países terceros desean otra cosa que no sea una relación directa. Esto no impide que en casos concretos pueda arbitrarse una cooperación significativa en virtud de la presencia de actores solventes que pueden entablar alianzas beneficiosas para todas las partes. Sin duda, esto es posible.

Desde hace más de 30 años, los gobiernos de Lisboa y Madrid celebran cumbres bilaterales en las que avanzan en su agenda. A nadie escapa la influencia de la Revolución de los Claveles en 1974 en el fin de la dictadura franquista y el inicio de la transición democrática en España, abriéndose entonces un tiempo nuevo, sobre bases sólidas, para la colaboración bilateral. Bien es verdad que ese camino no ha sido ni será rectilíneo, pero la corriente principal ha estado definida por la sintonía. Dotarla de contenido y asegurar la construcción eficaz de la relación sugiere, a veces, desacuerdos estratégicos que devienen de las diferentes prioridades de cada gobierno. Ello no debe ser óbice para seguir poniendo el acento en lo que puede impulsar la cooperación entre ambas sociedades.

A propósito de China hay coincidencias importantes que devienen de la asunción común de los principios y valores europeístas. También hay disonancias significativas, por ejemplo, a propósito de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, cuyo memorando de adhesión ha suscrito Portugal y España no.

Mirando al futuro, ese compartir intereses comunes en la UE, nos sugiere su normalización como vector de las políticas públicas, propiciando una mayor convergencia que, sin menosprecio de las diversas peculiaridades, sea capaz de reforzar la influencia conjunta de Portugal y España en aquellos temas geopolíticos (y China es clave) en los cuales la coordinación puede suponer una ventaja adicional.

Ya disponible en: https://editorialpopular.com/libros/chiberica/

Formato e-book: https://amzn.eu/d/fvjAjd

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *