China pierde impulso económico y deja en el aire su recuperación
Madrid. La recuperación de la economía de China flaquea. Así lo reflejan datos oficiales recientes, que muestran que la actividad del sector servicios y de la construcción ha caído a mínimos desde diciembre. Es la crónica de la palpable desaceleración del gigante asiático, que a comienzos de año ponía de nuevo en marcha su maquinaria con todos los cilindros a todo gas tras el largo paréntesis de la pandemia y ahora da muestras de debilidad.
El Índice de Gestores de Compra no manufacturero, un importante barómetro que mide la confianza en los servicios y la construcción, bajó a 53,2 en junio desde 54,5 en mayo, de acuerdo con las cifras publicadas por la Oficina Nacional de Estadística del país. Esta evolución sorprende después de que el mismo indicador tocara en marzo su cota más alta en casi 12 años gracias al resurgimiento del gasto de los consumidores, a medida que los chinos dejaban atrás tres años de duros confinamientos por el coronavirus. Los últimos tres meses han cambiado el rumbo de esa recuperación, que se ve rodeada de incertidumbre.
Eso también puede apreciarse en el subíndice de actividad de servicios, que marcó en junio un mínimo de seis meses al descender hasta el nivel de 52,8. ¿Por qué este énfasis en el sector servicios chino? Muy sencillo. Representa el 58 % del Producto Interior Bruto del país y el 48 % del empleo, por lo que es crucial para la segunda economía del mundo.
Precisamente, durante la primera mitad del año el gasto de los consumidores se ha producido fundamentalmente en los servicios y la construcción, lo que ha mantenido la dinámica de crecimiento de la economía. Sin embargo, la confianza en la continuidad de esa expansión se ha ido desvaneciendo y la recuperación ha perdido fuelle tras un incremento del PIB del 4,5 % en los tres primeros meses del ejercicio.
Muchos bancos de inversión internacionales han revisado a la baja sus estimaciones para la economía china de cara al segundo trimestre. Ahora, de media, prevén un crecimiento del 1 %, frente al 2,2 % registrado en el primer cuarto de 2023. Asimismo, han recortado sus proyecciones para el conjunto del año, situándose ahora más en línea con el cálculo de Pekín de un crecimiento del 5 %.
En enero, los economistas esperaban que el consumo y la inversión serían motores clave tras el levantamiento de las restricciones por la pandemia para los hogares y las empresas y así fue durante un tiempo. Sin embargo, esa tendencia no ha durado demasiado. En la actualidad, las compañías chinas son reacias a las inversiones a largo plazo y persisten las dudas sobre si el sector privado recibirá un trato por parte del Estado igual al de las empresas públicas. Además, está sufriendo una caída en las exportaciones debido a la ralentización económica global.
Más señales: el empleo juvenil tocó en mayo un máximo del 20,8 %, mientras que la actual incertidumbre ha impulsado a una reducción del gasto, a pagar las hipotecas antes de tiempo y a aumentar el ahorro por lo que pueda venir.
Pese a que el primer ministro, Li Qiang, ha avanzado que el crecimiento en el segundo trimestre -las cifras se conocerán el 17 de julio- será más vigoroso, esa tasa simplemente será más alta debido a la comparativa favorable con el mismo lapso del año pasado, no por su robustez, aseguran los economistas.
Y parece que Pekín, en realidad, está preocupado. De ahí que el Banco Popular de China redujera este mes los tipos por primera vez en 10 meses. Los analistas achacan la medida a un intento por alentar el consumo y mantener a flote la economía, pero consideran que no será suficiente y creen necesario un paquete de estímulos más audaz, que permita actuar más directamente sobre el consumo y el mercado inmobiliario.
Paralelamente, se ha nombrado recientemente a Pan Gongsheng, actual director de la Administración Estatal de Divisas (SAFE, el regulador nacional del mercado de divisas), como nuevo jefe del Partido Comunista de China (PCCh) en el banco central, lo que significa que podría ser el próximo gobernador de la institución.
En su cometido, Pan deberá lidiar con el actual debate sobre el momento de introducir un paquete de estímulos y su tamaño para espolear a la economía. No obstante, está por ver si este nombramiento supondrá un giro radical en el curso de la política monetaria del país, ya que Pan ha manifestado públicamente que respalda la postura del banco central de no implementar cambios dramáticos en los tipos de interés. Se desprende, pues, que da igual quién esté al frente del banco central: nadie quiere asumir riesgos.
Decía Confucio que «solo el más sabio o el más estúpido de los hombres no cambia nunca». Habrá que ver si la estrategia de Pekín se mantiene o, finalmente, da un vuelco ante el peso de la realidad.