El malabarismo de Obama en su reciente viaje por Asia
Madrid. El reciente viaje del presidente estadounidense, Barack Obama, por Asia ha estado lleno de destreza para no incomodar a China y reforzar los vínculos ya históricos con sus aliados como Japón y Corea del Sur, además de convencer a sus socios asiáticos de su compromiso de que este rincón del mundo es y sigue siendo una prioridad de EEUU, pese a que Ucrania, ahora, o últimamente Siria o Irán, desviaron sus atenciones con Asia-Pacífico.
Obama reiteró que este viaje no ha sido para “contrarrestar el poder de China. Nuestro objetivo no es contener a China”, pero es obvio que Washington no está tranquila ante la creciente pujanza militar y económica del “gigante asiático” y sobre todo cuando también contempla el papel de Pekín en la crisis de Ucrania.
Aunque China se abstuvo en la votación del Consejo de Seguridad de la ONU que condenaba a Rusia en la crisis de Ucrania, basándose en su política del principio diplomático de no injerencia en asuntos internos de otros países, Pekín no desea distanciarse de Rusia, cuyo presidente, Vladímir Putin, visitará al “gigante asiático” a finales de mayo, que coincidirá con unas importantes maniobras militares entre los dos países, en la que se pondrá a prueba una alta tecnología militar, y servirá para fortalecer sus lazos económicos, pero, de momento, la intervención rusa en Crimea no ha debilitado el frente común que China y Rusia han mantenido en los últimos años para frenar a Occidente, en especial, a EEUU.
Unos ejercicios militares vistos como una forma de mostrar el «malestar» de Pekín ante la actitud de Washington con respecto a las islas Diaoyu/Senkaku (disputadas entre Japón-China), pero con el apoyo de EEUU a Tokio en defensa de cualquier litigio ante China.
El presidente de EEUU, Barack Obama, ya ha dicho en más de una ocasión y lo repitió en su visita a Tokio en que la alianza con Japón obliga a su Gobierno a defender la integridad de todo el territorio nipón, incluido las islas, un mensaje destinado a frenar los movimientos de China en Asia, un rincón que Washington considera y sigue considerando prioritario.
Pero está claro que a China le preocupa cualquier movimiento secesionista por la existencia de grupos independentistas en el país, pero es un fuerte aliado de Moscú en esta crisis de Ucrania, en la que Estados Unidos pide más presión y sanciones a Rusia, mientras Alemania –por intereses económicos- más presión diplomática para resolver el grave problema ucraniano, ya a las puertas de una guerra civil.
Pero si Obama en Tokio prometió que defenderá a Japón ante China en sus litigios territoriales con Pekín e impulsó el acuerdo del TPP, en Seúl el presidente estadounidense en su encuentro con la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, además de otros asuntos de seguridad y económicos, trató de limar asperezas a causa de la disputa territorial en torno a las islas Dokdo (Takeshima en japonés) entre Japón y Corea del Sur, sus dos mejores aliados en la zona, pero que ha contribuido a enfriar la relación.
EEUU sabe que este conflicto existente sobre estas islas, gobernadas por Seúl pero reclamadas por Tokio, tendrá que tener su propia iniciativa estadounidense ante la firmeza de Corea del Sur con Japón por la legitimidad de esos islotes, que a la Casa Blanca si preocupa por considerar que podría mermar la alianza surcoreana-japonesa contra las aspiraciones chinas de expansión territorial en la zona.
En realidad, siempre prevalece lo económico, como estamos viendo diariamente con China, a la que no se le deja que su economía se resfríe por sus consecuencias, pero si en algún momento se elevara la tensión entre japoneses y surcoreanos por las islas en disputa, ¿qué hará EEUU cuando mantiene 28.500 soldados en Corea del Sur y unos 50.000 en Japón, en especial en Okinawa?
Lo que si dejó claro el presidente estadounidense fue su firme compromiso con la seguridad de Corea del Sur ante cualquier ataque de Corea del Norte y aclaró que “las amenazas de Pyongyang no van a ninguna parte”, reconociendo que no tiene una “solución mágica” para frenar las provocaciones norcoreanas, aunque matizó que habría más sanciones al régimen de Kim Jong-un si persiste en sus ensayos nucleares.
Pero uno de los principales ejes de su viaje por Asia ha sido impulsar el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, en sus siglas en inglés), considerado como uno de los procesos de integración comercial más ambiciosos de los que se están negociando actualmente, que contempla liberalizar las economías de los países de la región Asia Pacífico y que, de formalizarse, supondría el 40 por ciento del PIB mundial, una unión económica a la que quieren incorporarse tanto EEUU, como Japón y Malasia, luego podrían unirse también Corea del Sur y Filipinas, entre otros.
Sin embargo, hay que subrayar que Malasia es, al mismo tiempo, un importante socio comercial de Pekín y se ha opuesto a algunos aspectos fundamentales del TPP, un pacto comercial entre 12 países, en el cual no está China, y precisamente el TPP ha sido uno de los ejes claves de la política de giro estadounidense hacia Asia, prioritario en este reciente viaje de Obama por la región.
El presidente Obama en su periplo asiático visitó también Filipinas, donde estampó un importante acuerdo con Manila que refuerza la presencia militar estadounidense con un aumento de soldados, barcos y aviones de combate dentro de la estrategia política, económica y militar de Estados Unidos hacia Asia pero con el objetivo de contrarrestar la cada vez mayor influencia de China en la región.
Unos acuerdos que sirven para advertir a China que EEUU no dejara sola a Filipinas en sus litigios con Pekín, sobre todo cuando en diciembre pasado estableció la nueva Área de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ) en el mar de China Oriental, que Washington siempre rechazó. Filipinas está inmersa en reclamaciones con el “gigante asiático” como el arrecife Scarborough o las islas Spratly.
Pero lo mismo hizo en su visita a Malasia, donde ambos países acordaron elevar el nivel de relación dentro de la asociación de economía, educación, ciencia-tecnología y sobre todo seguridad.
Obama no ha querido “hincar el diente” en las querellas territoriales de China con sus vecinos, pero si ha dejado claro que siempre Estados Unidos será un firme defensor de sus aliados, en especial de Japón en las disputadas islas Diaoyu/Senkaku, aunque los fuertes recortes presupuestarios a los que se enfrenta el Pentágono estadounidense y la facilidad con que Rusia se anexionó Crimea despiertan muchos recelos y dudas a sus incondicionales aliados asiáticos.
En suma, un viaje difícil por estos cuatro países, donde la armonía, el equilibrio y la diplomacia de Obama han jugado un papel importante para que la relación y cooperación con China no se vea alterada en la región de Asia y el Pacífico.
Santiago Castillo, periodista, director Asianortheast y experto en la zona
7 Respuestas
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