Donald Trump puede reforzar la hegemonía mundial de China
Madrid. Donald Trump vuelve a la Casa Blanca con más seguridad y firmeza que cuando derrotó a Hillary Clinton en 2016, para un segundo mandato en el que los americanos votaron más por la economía, la carestía de la vida, la inflación o la inmigración, entre otros asuntos, y con el claro mensaje de que «cada uno debe resolver sus propios problemas», lo que significa que Estados Unidos endurecerá su política pidiendo más dinero a sus socios para el mantenimiento de sus bases militares, revisando sus aportaciones a la OTAN, la ONU, la guerra de Ucrania y otros organismos, que pueden debilitar a Washington en el exterior, beneficiando a China del cambio estratégico en la geopolítica mundial que Trump liderará en los próximos cuatro años.
El triunfo de Trump va a suponer un enorme cambio estratégico en la geopolítica mundial ya que tanto la guerra de Ucrania como la tensa situación en la península coreana, entre otros importantes escenarios políticos, sufrirán notorias novedades pese a la inestabilidad y al enconamiento de Rusia con Occidente y sobre todo con una OTAN que puede debilitarse con las nuevas políticas del nuevo inquilino de la Casa Blanca que tomará posesión como presidente de EEUU número 47 el próximo 20 de enero.
Está claro que a Trump no le gustan las organizaciones internacionales como la ONU, OTAN, e incluso la Unión Europea (UE), y está dispuesto a «pasar olímpicamente» de asuntos vitales en la política exterior americana como los litigios en el mar de China Meridional, todo lo relacionado con el Indo-Pacífico, Taiwán, la guerra de Ucrania, la crisis nuclear de la península coreana, una realidad que políticamente iremos viendo, la cual sólo ha manifestado claramente su firme apoyo a Israel para que acabe lo antes posible con Hamas en Gaza e incluso con Hizbulá en Líbano.
Donald Trump quiere terminar con todos los conflictos rápidamente. Ha heredado dos guerras. La que mantiene Israel en Oriente Medio su objetivo es apoyar al máximo a Benjamín Netanyahu, aunque dejará para mejor momento el problema del reconocimiento del Estado Palestino, y luego la guerra de Ucrania y Rusia su propósito sea frenando la ayuda de la OTAN a Ucrania y buscando algún acuerdo con Vladimir Putin, un acuerdo, sea cual sea, que nunca aceptará Kiev, lo que supondrá una verdadera tragedia para los ucranianos y el mundo occidental, empeñado de que Moscú no gane la guerra.
La subida de aranceles y las relaciones con China son otros dos capítulos que pueden derivar en tensas situaciones en la nueva política de Washington, ya que las divergencias de tipo económico con Pekín nos volverán a retroceder en el tiempo con su guerra comercial que no favorecerá a la estabilidad mundial. Los asuntos económicos y comerciales van a tener difícil encaje con la nueva Administración de Trump, y sin olvidar la situación de Taiwán, partidario de mantener su estatus actual, a cuya soberanía el gigante asiático no renunciara, e incluso su importante apoyo a Marruecos podría afectar a España. Eso sí, Trump ya ha dicho que Taiwán debe pagar más por su defensa o incluso la utópica petición de que devuelva la industria de los chips (semiconductores) a EEUU. Realmente los taiwaneses empiezan a estar «preocupados» por esta nueva política de Donald Trump. No obstante, habrá que esperar a los nuevos asesores del nuevo equipo gubernamental para sacar conclusiones más determinantes.
Lo que es evidente que las relaciones bilaterales con China no serán cómodas, la rivalidad estratégica entre la dos primeras potencias del mundo no le saldrá gratis a Occidente, pues la lucha hegemónica entre Pekín y Washington se va a recrudecer pero ojala se mantenga el principio de no dañarse económicamente, como así se ha tratado en la medida que se ha podido con la Administración de Joe Biden, pero ese proteccionismo que propugna Trump creara muchas turbulencias y en especial con China. Y fue Donald Trump quien inició en 2018 la guerra comercial con China.
Pekín puede beneficiarse de ese proteccionismo de Trump e incluso reforzar su posición con la UE, dado que tampoco va a aceptar las políticas económicas proteccionistas del nuevo inquilino de la Casa Blanca, que también va a remover todos su compromisos con sus socios europeos, africanos y asiáticos, lo que le puede permitir a China tener más espacios estratégicos y geopolíticos que Trump irá abandonando como ya hiciera en su anterior etapa presidencial.
Los americanos han visto como la cesta de la compra ha subido con Biden, el pollo, los huevos, el aceite o el deterioro del nivel de vida, y Trump lo sabe cómo también sabe el respaldo de latinos, jóvenes y negros en su triunfo electoral. Trump no quiere gastar dinero en el exterior. Y ahora dónde está la confianza, se perdió con Biden, veremos qué pasa con Trump y claro si logra su promesa de aranceles del 60 por ciento, e incluso más alto al sector chino y restricciones a la alta tecnología la nueva geoestrategia estadounidense va hacia caminos de tormentosas tensiones con China que pueden aislar a EEUU y crear una realidad de enorme desconfianza hacia la nueva política de la Casa Blanca.
China no va a debilitarse con Trump, incluso puede hacerse más fuerte con esa política proteccionista y con su firme objetivo de ir abandonando organismos militares y económicos que a la larga pueden favorecer a Pekín. Trump reducirá su aportación al AUKUS y al QUAD o el posible desmantelamiento del IPEF (Marco Económico para el Indo-Pacífico), como ya hizo en su momento con el TPP (Acuerdo Transpacífico), disminuirá su presencia y credibilidad en el Indo-Pacífico, y a la espera de nuevos acontecimientos en los litigios del mar de China Meridional y Oriental y, obviamente, todo ello favorecerá la estrategia de Pekín por mucha presión que pueda ejercer la Casa Blanca, incluso le puede servir para llevar a cabo nuevos planes de restructuración de su geopolítica social y económica.
Controlar el Pacífico, el océano mundial de mayor extensión de la Tierra, es objetivo de las dos primeras potencias del mundo, mientras siguen las tensiones entre Pekín y Filipinas en los asuntos de las islas del mar de la China Meridional que EEUU no quiere que Pekín se adueñe de ella. El Indo-Pacífico es una región de creciente importancia debido a la rivalidad entre Estados Unidos y China y las tensiones en Taiwán, el mar de China Meridional y Corea del Norte. El Departamento de Defensa estadounidense revela que en 30 años Pekín se ha convertido en una «potencia industrial global» en construcción naval, minerales críticos y microelectrónica mientras la industria de EEUU ha encogido.
Hay escepticismo en países como Corea del Sur y Japón, que pueden pagar hasta diez veces más por el mantenimiento de sus bases, al igual en otros rincones del mundo, con más de 700 instalaciones militares estadounidenses desplegadas en el extranjero, y claro si las aísla o las reduce será China la gran beneficiada o como el caso de Taiwán, la isla que tiene a EEUU como su mayor proveedor de armas, que junto a los litigios del mar de China Meridional se convierten en unas de las zonas más calientes del mundo.
A lo largo de este fin de semana se celebra en Perú la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) y después, semana próxima, la del G20 en Brasil, una nueva oportunidad para el presidente chino, Xi Jinping, en una nueva ofensiva estratégica ya no sólo para ganarse al Sur Global y presentarse como socio fiable tras el triunfo de Trump, sino consolidar a China como un socio dominante en América Latina tras haber desplazado a EEUU en la región.
En definitiva, Trump puede hacer más daño a Occidente que a China. Pero eso de restringir la inversión infraestructuras china en EEUU aumentará el peligro de una nueva guerra comercial. China es otro país y ahora con Trump se prepara para una nueva etapa. Pero el proteccionismo comercial, el rechazo al multilateralismo o cuestionar la OTAN traerá más dificultades que soluciones.