Las Coreas y EEUU, pese a la nueva prueba nuclear norcoreana, deben reanudar el diálogo
Madrid. Cuando aún el diálogo y los contactos entre las dos Coreas y Estados Unidos no terminan de fraguarse, Corea del Norte, empeñada en mostrar su propia seguridad y protagonismo, ha llevado a cabo este pasado fin de semana su primera prueba de armas en nueve meses, con el lanzamiento de nuevos misiles de crucero de largo alcance, que fortalece sus capacidades para esquivar sistemas de defensa, una acción que contribuye a crear más dudas sobre el ofrecimiento de Washington a Pyongyang a sentarse a un diálogo sin condiciones y a la vez hablar también con Corea del Sur.
La indiferencia de Corea del Norte sobre las llamadas de su vecina del Sur a través de las líneas directas de enlace y militares, después de que fuesen restauradas, a finales de julio, tras un año de suspensión y la oferta sin condiciones de EEUU al régimen norcoreano para sentarse en una misma mesa para negociar los asuntos nucleares y, por consiguiente, las sanciones, no han hecho mella en Pyongyang, que ha decidido, por ahora, mostrar su capacidad nuclear y al mismo tiempo lanzar una advertencia a nivel exterior e interior que el país está firme y seguro en todo.
La COVID-19 se ha convertido en un enemigo a batir para el régimen norcoreano. De hecho, ha blindado sus fronteras para evitar la llegada de la pandemia a su territorio, una situación que está dañando al país, lo que unido a las recientes inundaciones y a las sanciones que aún se mantienen, originan distintas prioridades económicas y políticas que dejan en segundo lugar el reavivar un diálogo estancado en todas las facetas desde la fracasada cumbre sobre la desnuclearización de Hanói en febrero de 2019 con EEUU.
No hay más realidad que reanudar los contactos para dar solución a un problema eterno y monotemático y pese a la desconfianza aún existente, el hecho de que la semana pasada se celebrase un desfile militar con un perfil bajo y sin exhibiciones de misiles ni discursos hostiles ha contribuido a sembrar cierta esperanza en el régimen que sabe que la única solución a los problemas actuales en la península coreana pasan inexorablemente por el diálogo y la reanudación de las conversaciones con EEUU, un escenario político que también aprueban China y Rusia, pero los misiles no van a arreglar ni la crisis alimentaria ni la económica.
En medio de toda esta vorágine de inestabilidad en la península coreana, Japón muestra una vez más su preocupación por el lanzamiento de nuevos misiles norcoreanos. “Es una amenaza a la paz y la seguridad regional”, dice el Gobierno japonés. Es obvio que Tokio muestre su inquietud, pero por ahora está lejos que Corea del Norte ataque a Japón o a su vecina del Sur, dado que las consecuencias serían monumentales, pero es razonable que el país nipón considere las pruebas nucleares de Pyongyang como una intranquilidad, pero una confrontación de cualquier signo militar está lejos de producirse, ya que lo único que interesa es el diálogo entre todas las partes, incluido el país nipón.
Hay que resaltar que las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que prohíben a Corea del Norte llevar a cabo las pruebas de misiles balísticos no se extienden a los misiles de crucero, considerados menos peligrosos porque vuelan a menor altitud y son impulsados por un motor a reacción en lugar de un cohete. No obstante, Estados Unidos tiene el compromiso de defensa con Corea del Sur y Japón, de ahí que sea prácticamente imposible una acción militar-nuclear por parte de Corea del Norte y más cuando China no lo aceptaría.
De esta forma, Corea del Norte ha efectuado su tercera prueba de misiles en lo que va de año, dado que el pasado 21 de marzo llevó a cabo el lanzamiento de dos misiles de crucero y cuatro días después disparó dos misiles balísticos. Y ahora ha efectuado una prueba de nuevos misiles crucero de largo alcance, pero todo sigue igual y nada de soluciones inminentes.
Los proyectiles lanzados este pasado fin de semana volaron durante más de dos horas en «órbitas en forma de ocho» y alcanzaron sus objetivos situados a unos 1.500 kilómetros de distancia tras sobrevolar territorios y aguas de Corea del Norte, según la agencia oficial norcoreana KCNA. E incluso ni la inteligencia militar surcoreana, japonesa o estadounidense detectaron estos lanzamientos, lo que evidencia del progreso tecnológico nuclear del régimen de Kim Jong-un.
Todo hace indicar que a lo largo de estos dos últimos años que duró el desarrollo de la nueva arma, fueron llevadas a cabo pruebas parciales y decenas de arranques de los motores sobre bancos de pruebas estáticos, así como distintas pruebas de vuelo con los correspondientes sistemas de control y guiado.
En definitiva, dentro de las resoluciones que le permite la ONU, el lanzamiento de estos nuevos misiles crucero de largo alcance son una clara advertencia al presidente de EEUU, Joe Biden, para impulsar las conversaciones sobre desarme nuclear que engloba también el levantamiento de sanciones, ayuda económica y, dependiendo de cómo vayan funcionando los contactos, hasta reconocimiento diplomático. Corea del Norte vive una aguda crisis económica y está en uno de sus peores momentos económicos desde los años noventa.