Las verdades y mentiras de la retirada de Afganistán: consecuencias para EEUU y China
Washington. El ministro de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, Antony Blinken, compareció la semana pasada ante la Cámara de Representantes y el Senado para contestar preguntas acerca de la operación de evacuación de Afganistán acaecida en agosto. Se ha escrito mucho acerca de cómo puede afectar a EEUU la retirada de los 2.500 soldados que tenía desplegados, el regreso al poder de los talibanes y la evacuación inicialmente caótica de los ciudadanos de EEUU y afganos que trabajaron para la coalición occidental. Republicanos y Demócratas tienen opiniones diametralmente opuestas sobre muchos temas. Afganistán no es una excepción. En otros países el análisis de la evacuación de 120.000 personas por parte de EEUU también es sesgado. Intentaremos ofrecer uno que sea equilibrado.
La comparecencia de Blinken aportó nuevos datos. Tendrá que volver al Congreso para contestar más preguntas. El 28 de septiembre lo hará el general Mark Milley, el presidente del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas de EEUU. Aunque los Demócratas gozan de una mayoría en ambas cámaras, sus líderes en la Cámara de Representantes y el Senado ejercen con responsabilidad la misión de control y supervisión de la rama legislativa sobre el ejecutivo. Según una encuesta de NPR/Marist del 2 de septiembre, el 71% de los estadounidenses consideran que el papel que desempeñó su país en Afganistán fue un fracaso. En relación con la ejecución de la retirada, un 94% de Republicanos, un 71% de independientes y 26% de Demócratas la censuran. Otros sondeos producen cifras similares.
Desde un punto de vista práctico, teniendo en cuenta la magnitud del descontento que reflejan las encuestas, los líderes Demócratas del Congreso no pueden ignorar el tema. Durante las numerosas horas de comparecencia de Blinken, los senadores Demócratas dedicaron su tiempo a atacar la gestión de Donald Trump en Afganistán y defender la de Joe Biden. Los republicanos hicieron lo inverso. La realidad es que el acuerdo de Donald Trump con los talibanes tenía muchos defectos. Fijaba en el 1 de mayo de 2021 la fecha de retirada de las tropas de EEUU. Durante las negociaciones que duraron meses en Catar y después de la firma del acuerdo, los talibanes se comprometieron a no atacar a las tropas de EEUU y no ocupar las grandes ciudades de Afganistán.
Pero desde 2015 EEUU había abandonado la misión de luchar contra los talibanes de forma directa. Entrenaba al Ejército Nacional Afgano (ENA) y realizaba operaciones para asegurar que no se establecieran terroristas en el país. También apoyaba con su fuerza aérea al ENA. Teniendo en cuenta que EEUU ya no luchaba contra los talibanes, el compromiso de no atacar a sus tropas no era una gran concesión. En el acuerdo no se estipulaba nada sobre los ataques y atentados de los talibanes contra el ENA y el gobierno afgano. El grupo podía asesinar con impunidad a cargos militares y civiles del gobierno de Afganistán, al cual además se ninguneó manteniéndolo apartado de la negociaciones de Catar. El acuerdo también establecía que se liberarían a 5.000 talibanes presos en cárceles de Afganistán.
Militares y ministros claves desaconsejaron la retirada total
Después de la llegada de Biden a la Casa Blanca, la cúpula militar pidió al nuevo presidente que se replanteara la retirada total del contingente estadounidense, una de sus promesas electorales. Los militares argumentaron que el mantenimiento de la cifra pequeña de tropas permitía mantener el status quo, que como mínimo suponía que el gobierno afgano controlara las ciudades y las capitales de provincia del país, relegando a los talibanes a su feudo del sur y zonas rurales en el resto. Nadie aconsejó aumentar el nivel de efectivos y todos eran conscientes de que no se podía derrotar completamente a los talibanes. Pero temían las consecuencias de una salida total.
El libro Peril que acaba de publicar el prestigioso periodista del Washington Post Bob Woodward relata que el ministro de Exteriores Blinken inicialmente era partidario de una retirada total. Pero después de una sesión con sus homólogos de los países miembros de la OTAN en marzo aconsejó al presidente que extendiera la misión para intentar alcanzar un compromiso político mejor con los talibanes. El ministro de Defensa, el ex general Lloyd Austin, propuso una retirada en cuatro fases para lograr concesiones.
Desde hace años Biden tenía una pésima opinión de la misión. Afirma que EEUU no tiene ningún interés en Afganistán más allá de evitar atentados terroristas ejecutados desde su territorio. Cree que los militares presionaron a Barack Obama a mandar 33.000 tropas en 2009, y considera que la retirada total se debía haber realizado hace una década. En Peril se afirma que Biden ya dijo que a él los militares no le iban a fastidiar, como cree que hicieron Barack Obama. Se celebraron un total de 25 reuniones del consejo de seguridad nacional sobre Afganistán en 2021. Por consiguiente, aunque alimente la polémica en Washington, la oposición de sus asesores era inútil.
Otro tema muy discutido es los informes de inteligencia que se suministraron acerca del tiempo que podía aguantar el ENA sin apoyo de EEUU. Aunque no había un consenso, se esperaba que las 280.000 tropas conjuntas del ENA y la policía aguantarían durante meses o incluso años contra los talibanes, que contaban con 80.000 hombres. Los talibanes ocuparon prácticamente todo el país en menos de 10 días.
Sin embargo, periodistas especializados han explicado las peores características del ENA. Los oficiales de mayor rango y políticos a menudo no pagaban a las tropas o se quedaban parte de los fondos. Aunque los talibanes sean más disciplinados, si Rusia y/o China pretenden insertar tropas en Afganistán deberán tener en cuenta que además de la corrupción endémica, la alta tasa de analfabetismo impide el funcionamiento de muchas instituciones, entre ellas los grupos armados. Muchos soldados y oficiales del ENA, al ser analfabetos, no podían leer mapas ni contar. Los Republicanos han reprochado a la administración Biden que abandonara y no destruyera miles de millones en armamento de EEUU.
¿Qué amenaza supone el armamento de EEUU en manos de los talibanes?
Blinken acierta al afirmar que los fusiles, lanzadores de granadas e incluso los tanques que han caído en manos de los talibanes obviamente no se pueden emplear para atacar territorio de EEUU. Pero sí pueden amenazar a aviones o fuerzas de élite de EEUU que pretendan realizar operaciones contra grupos terroristas ubicados en Afganistán. Dichos grupos terroristas, sean Al-Qaeda o ISIS, pueden apoderarse del armamento. El abandono de dicho material también permitirá que Irán, Rusia y China conozcan más detalles sobre su funcionamiento.
Sacrificar la base de Bagram ha sido objeto de crítica unánime por parte de los Republicanos. Muchos advierten que acabará en manos de Rusia o China. Delegaciones de los talibanes ya se han reunido con altos cargos chinos y rusos. La administración Biden defiende el uso del aeropuerto Hamid Karzai (KBL) en Kabul para la evacuación. Pero Bagram se encuentra a sólo 40 kilómetros al norte de Kabul. Sus dos pistas, la capacidad de tener un verdadero perímetro de seguridad y las escenas de multitudes intentando alcanzar el aeropuerto KBL acosadas por los talibanes sugieren que Bagram hubiera sido una mejor opción.
El mayor mito de la administración Biden respecto a Afganistán es que el acuerdo de Trump con los talibanes les dejaba solamente dos opciones: desplegar decenas de miles de tropas durante más años o retirar el contingente de 2.500 en el plazo previsto. Esta argumentación binaria es falsa. Las recomendaciones de la cúpula militar de mantener la fuerza de estabilización de 2.500 tropas y de Blinken y Austin en el sentido de aprovechar una retirada gradual para ejercer presión política lo demuestran. También es absurdo el argumento de la Casa Blanca según el cual si no hubieran retirado todas las tropas, los talibanes les hubieran atacado inmediatamente.
Dejando de lado que están a años luz por encima de los talibanes en su armamento y calidad, las fuerzas de EEUU fueron retiradas mucho más rápidamente de lo que los talibanes avanzaban. El grupo armado y apoyado por Pakistán se encontró con una vacía base de Bagram, y no contaba con suficientes efectivos para ocupar Kabul, una ciudad de 4,4 millones de habitantes. El mayor error de la retirada fue sacar las tropas antes de hacer lo propio con el personal civil de la Embajada y los estadounidenses residentes en el país. Después del caos inicial, las tropas americanas sí consiguieron evacuar a un total de 120.000 personas (estadounidenses y afganos) antes de finalizar de manera definitiva la misión el 31 de agosto.
Pero las imágenes de agosto han dejado en evidencia que las condiciones de dicha evacuación fueron dictadas por los talibanes, un grupo designado como terrorista por parte de EEUU. La salida precipitada y humillante provocará que países y fuerzas aliadas de Washington (especialmente en países emergentes y en vías de desarrollo) se planteen si también pueden ser abandonadas en el futuro. Es obvio que EEUU no va a retirar sus fuerzas estacionadas en Corea desde 1953, Europa occidental desde el final de la Segunda Guerra Mundial y Europa oriental desde el hundimiento de la URSS y disolución del Pacto de Varsovia.
Efectivos y bases que mantiene EEUU en la región
Biden por ahora no se plantea repatriar a los 2.500 efectivos que mantiene en Irak, aunque a partir de finales de año su misión se centrará en apoyar y asesorar al ejército iraquí en su lucha contra la degradada capacidad de ISIS. El mantenimiento de las tropas en Irak y los 600 miembros de fuerzas de élite estacionados en Siria demuestran que Biden es consciente que no puede acabar despliegues en el extranjero como parte de la guerra contra el terrorismo en Oriente Medio.
A pesar de la pérdida de la base de Bagram, EEUU sigue contando con bases importantes en la región. Baréin acoge a la Quinta Flota, que patrulla el Mar Rojo, el Golfo Pérsico y el Mar Arábigo. Catar es el cuartel general del Comando Central (con responsabilidad desde el Cuerno de África hasta Asia Central) y de dos bases de la fuerza aérea de EEUU. Se han trasladado efectivos de Catar a Jordania, al considerarse que el reino Hachemita tiene una localización mejor para contener a Irán. Pakistán, por su parte, continúa siendo un aliado que desde 2009 ha recibido 5.000 millones en asistencia de EEUU. Pero su gobierno ha sido tajante a la hora de descartar ofrecer bases a EEUU para compensar la pérdida de Afganistán.
La retirada total y precipitada ha perjudicado la imagen de EEUU ante sus aliados y enemigos, algunos de los cuales posiblemente pondrán a prueba a la administración Biden próximamente. Está claro que Biden tenía más de dos opciones, pero su firme oposición a la misión en Afganistán desde hace muchos años ha impedido que ejecutara las alternativas presentadas por sus asesores. La primera superpotencia mantiene bases y efectivos en la región, no solamente para acciones antiterroristas sino también para contener a Irán. En los próximos meses sabremos si Rusia y China desean llenar el vacío dejado por EEUU.
Las reservas de gas natural y metales de Afganistán son apetecibles. Pero sigue siendo un país sumamente pobre, con pocas infraestructuras y una orografía muy inhóspita. Rusia ya padeció una derrota después de intentar controlar el país entre 1980 y 1988. China cuenta con la capacidad de extraer recursos naturales de países mucho menos problemáticos. Asimismo, tanto China como Rusia deben lidiar con sus propios movimientos islámicos internos -en Xinjiang en el caso de China y el Cáucaso en el de Rusia.
A la vez, se ha producido ya un altercado entre los respectivos seguidores y una pugna entre el mulá Abdul Ghani Baradar y Khalil Haqqani, uno de los líderes de la red terrorista que lleva su nombre. El primero, que es viceprimer ministro del gobierno provisional, atribuye la victoria a la diplomacia, mientras que Haqqani cree en la lucha armada. Baradar se desplazó de Kabul a Kandahar después del enfrentamiento. Teniendo en cuenta dicha realidad y el pasado violento de Afganistán, es improbable que Rusia o China quieran invertir muchos recursos humanos o financieros en el país.