Corea del Norte condiciona las relaciones entre China y EEUU en el nordeste asiático

Madrid. Al igual que años anteriores los ejercicios militares conjuntos entre EEUU y Corea del Sur en la península coreana tienen una fuerte protesta en Corea del Norte que los aprovechaba, como acaba de hacer la semana pasada, para lanzar cuatros misiles, pero en esta ocasión, China, que siempre se opuso aunque con menos beligerancia, ha reaccionado con más contundencia a raíz de la inminente instalación de los antimisiles THAAD en territorio surcoreano, lo que ha supuesto una nueva tensión en la zona en la que Pyongyang vuelve nuevamente a ser protagonista condicionando así las relaciones entre Pekín y Washington.
Pyongyang tiene sus argumentos en su desarrollo nuclear al considerar que las actuales maniobras militares conjuntas entre Corea del Sur y EEUU son ensayos para invadir Corea del Norte, mientras Seúl y Washington, al igual que Japón, ven una seria amenaza a su seguridad que el régimen comunista siga lanzando misiles y realizando pruebas nuclearas con las protestas de la comunidad internacional, las fuertes sanciones de la ONU, así como las quejas de China al líder norcoreano, Kim Jong-un, por seguir con esta política nuclear.
¿Qué ocurre entonces? Pues el nordeste asiático cada vez está más militarizado, en una zona en la que tanto Estados Unidos como China quieren marcar su propia hegemonía y más cuando Pekín tiene en medio el reto rotundo de no permitir a nadie injerencias en las disputas de las islas del Mar Meridional, y menos a Estados Unidos, que desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de EEUU, la Casa Blanca la lanzado varios “dardos” contra la política china en esta zona que han incomodado mucho al “gigante asiático”.
Tampoco queda en el tintero las críticas del nuevo secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, en torno a las islas Senkaku/Diaoyu, reclamadas por China pero controladas por Japón, al igual que está ocurriendo con el asunto de Taiwán, la isla, que separa desde hace décadas a Washington y Pekín, donde “una sola China es lo único que vale”.
Obviamente no es que Corea del Norte influya en los litigios territoriales que mantiene China, claro que no, pero si es cierto que los misiles norcoreanos y la llegada de Trump a la Casa Blanca están creando una atmosfera distinta de la que veníamos disfrutando con vaivenes políticos muy rápidos donde cada “actor” defiende sus propios intereses.
La propuesta de China de una suspensión de los ensayos armamentísticos de Corea del Norte, condicionada a un cese de las maniobras militares de EEUU y Corea del Sur para lograr una reducción de la tensión que permita el retorno a las conversaciones a seis bandas es una buena fórmula, rechazada ya por Washington, pero esta propuesta evidencia lo mucho que puede influir Pekín en la autoridades norcoreanas para que desista en su desarrollo nuclear, el cual es vital para la supervivencia del régimen de Kim Jong-un al igual que el 90 por ciento del combustible que le facilita el “gigante asiático”.
Por su parte, el ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yi, destacó que, aunque las armas nucleares en esa zona son un asunto “principalmente entre Corea del Norte y Estados Unidos”, China es un vecino implicado en alcanzar la paz en la región.
Y señaló que las distintas resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que aprobaron sanciones a Corea del Norte por sus ensayos nucleares y de misiles balísticos incluyen también abrir la vía negociadora. Pero realmente el fracaso de las conversaciones a seis bandas es lo que también ha originado a los norcoreanos seguir con su programa nuclear y a EEUU y Corea del Sur instalar los THAAD, que ha supuesto una nueva tensión en la zona con la también fuerte oposición de Rusia, que los considera una amenaza al equilibrio estratégico.
Todo ello ha llevado que, con la excusa del desarrollo nuclear norcoreano en abril próximo y tras años de reticencias, Seúl acordara con Washington instalar en su territorio el Sistema de Defensa Terminal de Área a Gran Altitud (THAAD, por sus siglas en inglés), una herramienta militar para derribar misiles norcoreanos que amenacen con caer en su suelo.
El THAAD «hará menos segura» a Corea del Sur, opinó Wang, y reiteró que los potentes radares de ese sistema ponen en peligro los intereses de seguridad de China, de ahí, según expertos, Pekín y Moscú aseguren que el dispositivo no sólo se utilizará a modo de defensa, sino que también podría servir para obtener datos de inteligencia de sus bases militares.
China afronta dos problemas, por un lado, trata de influir para que Corea del Norte aparque su programa nuclear y, por otro, disuadir a Estados Unidos y a Corea del Sur para que no instalen los THAAD, incluso Pekín ha pedido, nada más conocerse la definitiva destitución de la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, que el futuro gobierno del país detenga el despliegue del escudo antimisiles estadounidenses en su territorio, ya que constituye el principal obstáculo para las relaciones bilaterales.
De hecho, cada vez más productos e industrias surcoreanas son el blanco de un duro boicot adoptado por China debido al despliegue de los THAAD que está dañando lazos entre los dos países y sacudiendo a la tercera economía de Asia.
China ya lo ha advertido y gratis no le va a salir a Corea del Sur poner en su territorio los THAAD, situación que está afectando más de lo previsto en las relaciones comerciales entre Seúl y Pekín, donde ya las autoridades chinas confiscaron dos cargamentos de alimentos surcoreanos por supuestas irregularidades en la última medida de Pekín tras los pasos dados por Seúl para acelerar la instalación del sistema antimisiles estadounidenses.
No obstante, pese a los THAAD, misiles norcoreanos, la destitución de la presidenta Park Geun-hye, los litigios territoriales en los mares de China Meridional y Oriental, así como la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca o las “escaramuzas” con el asunto de Taiwán, chinos y estadounidenses se entenderán con seguridad por los muchos intereses que hay por medio, y pueden hacer más ya no sólo con el asunto nuclear norcoreano sino diseñar nuevas directrices comunes que impidan la actual tensión en su lucha por la hegemonía de la zona.