China, economía y COVID-19, prioridades del nuevo primer ministro de Japón, Fumio Kishida
Madrid. El nuevo primer ministro de Japón, Fumio Kishida, que ganó los comicios legislativos el 31 de octubre pasado en una cómoda victorial electoral de la coalición gobernante, ha superado los trámites del Parlamento (Dieta) y se ha convertido así en el nuevo jefe del Ejecutivo nipón con el objetivo de mejorar sus relaciones con China para una mayor estabilidad en la región y con la promesa de llevar a cabo un plan de recuperación económica y su lucha por combatir la COVID-19.
El «nuevo capitalismo» formará parte de las prioridades del primer ministro nipón, Fumio Kishida, del Partido Liberal Democrático (PLD), quien se espera que mantenga de momento el grueso de la exitosa «Abenomía» con el objetivo de convencer con su política a los japoneses para que gasten más y espoleen el consumo interno, mientras asumen una considerable carga impositiva para sostener las pensiones de uno de los países que envejece a mayor velocidad del mundo.
Kishida acaba de presentar sus principales ejes económicos de su nuevo mandato en un plan destinado a apoyar a las «personas y empresas más afectadas por la pandemia», cuyo montante ascenderá a unos 230.000 millones de euros, y con ello importantes ayudas a ciudadanos y subidas salariales, lo que incluirá la entrega de una cantidad de unos 765 euros a hogares con bajos ingresos y de un montante similar a cada familia por cada hijo menor de 18 años.
En relación al turismo, un sector muy importante para Japón, el nuevo Ejecutivo tiene intención de reanudar la campaña de subvenciones al turismo doméstico conocida como «Go To Travel», que ya estuvo en marcha el año pasado mientras las fronteras del país permanecían cerradas para la entrada de visitantes extranjeros, restricción que continúa vigente. Medidas que se enmarcan dentro del «nuevo capitalismo» que Kishida quiere promover y con el que busca aunar crecimiento económico y una mejor distribución de la riqueza, para lo cual también «pedirá de forma directa a las empresas que suban los salarios» de sus trabajadores.
De cara al exterior, Kishida se esforzará también en intensificar la actividad diplomática japonesa con su principal aliado, Estados Unidos, como eje principal, así como con otros países «con los que Japón tiene valores compartidos». Y de esta forma, quiere «reforzar» los sistemas antimisiles del país ante los avances armamentísticos de Corea del Norte y de China y al mismo tiempo asegurarse sus capacidades defensivas en nuevas áreas como la ciberseguridad o el espacio.
El nuevo primer ministro nipón, que ocupó la cartera de Exteriores de su país de 2012 a 2017, es partidario de incrementar el presupuesto militar del país, frente al auge de China y a sus crecientes actividades en el Pacífico, aunque también se espera que mantenga un perfil conciliador con el gigante asiático, el principal socio comercial de Japón.
De hecho, el nuevo titular de Asuntos Exteriores nipón, Yoshimasa Hayashi, es un político bien considerado en China, donde ha liderado un grupo parlamentario de promoción de los lazos con el país vecino. De ahí, que el nuevo canciller haya manifestado por una diplomacia «constructiva» con China para la estabilidad y paz de la región defendiendo los valores universales.
«China es la segunda economía mundial y sus acciones repercuten a nivel internacional, por tanto debe acogerse a las reglas internacionales», afirmó Hayashi, al mismo tiempo que aludía a que Japón buscará el «diálogo continuo» para que Pekín asuma un rol responsable, en una situación en la que la postura de Tokio ante violaciones de derechos humanos alzando la voz contra estos actos y donde explicó la importancia del diálogo y la cooperación para fomentar esfuerzos voluntarios.
En cuanto al área sanitaria, el nuevo primer ministro, que gobernará en coalición con su socio del PLD, el budista Komeito, ya tiene lista una serie de iniciativas para preparar al país ante un posible repunte de los contagios del coronavirus como el aumento de las plazas hospitalarias o la adquisición de 1,6 millones de dosis de antivirales orales, y en un momento en que el número de infecciones se sitúa en niveles mínimos en todo Japón.
Japón no registró ningún fallecido diario por COVID-19 por primera vez en quince meses gracias al continuo descenso de los contagios, al mismo tiempo ha empezado a flexibilizar sus restricciones para permitir la entrada de estudiantes, trabajadores y viajeros al país.
Y sin olvidar ya el monotema de la reforma constitucional, a la que Kishida se refirió como un tema espinoso que ya fue uno de los ejes de la política del ex primer ministro Shinzo Abe, pero que quedó relegado a un segundo plano tras el nombramiento de Yoshihide Suga y la pandemia.
La economía nipona ha acusado el duro impacto de la pandemia a lo largo de 2021. El repunte de los casos de coronavirus durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio junto con el lento despliegue de las vacunas hizo que su recuperación haya sido mucho más floja que las de los países occidentales y pese a que la tercera mayor economía del mundo se expandirá en el tercer trimestre apenas un 0,8 %, las perspectivas de una mayor estabilidad económica con el nuevo gobierno de Fumio Kishida, en el que los ciudadanos han confiado en sus políticas, son considerables para la revitalizar el consumo, la asignatura pendiente del «nuevo capitalismo» en Japón y que será clave para mejorar sus índices económicos.