Yuriko Koike gana las elecciones para gobernar Tokio: las mujeres y la política en Japón
Madrid. Yuriko Koike salió ganadora en las elecciones del pasado domingo que asignaban a un nuevo gobernador en Tokio, convirtiéndose así en la primera mujer en ocupar el cargo en la historia del país nipón. Se presentaba de forma independiente frente a Hiroya Masuda, el candidato del Partido Liberal Demócrata, del cual Koike era miembro hasta las elecciones para el gobierno de la capital.
Nacida en el año 1952, Koike posee una amplia experiencia en el ámbito político: fue ministra de medio ambiente, ministra de defensa y ministra de asuntos del norte y Osaka. No obstante, su ascenso en la política no ha sido un camino de rosas. «Mujer con demasiado maquillaje» o que «por dentro es un hombre de línea dura» (nota: Koike carece de ovarios, ya que fue operada en 1998 por fibrosis quística) son solo algunos de los calificativos que ha recibido por parte de otros políticos de la oposición.
No es de extrañar, ya que Japón es, aún hoy en día, considerado un país machista. Al menos en lo relacionado con el ámbito político: solo un 11% del total del Parlamento lo ocupan mujeres. Una de estas políticas, Mizuho Fukushima, ex líder del Partido Social Demócrata, fue quien dijo lo de que Koike era realmente un hombre por dentro.
Parece que parte de la culpa de esta mentalidad imperante en la sociedad japonesa proviene de un manual, cuyo origen se remonta al siglo XVII (auge del confucianismo en el pensamiento social), titulado Onna-daigaku (女大学 «Manual de la mujer«). En él, se buscaba la educación y formación de la mujer perfecta, dentro de una sociedad profundamente jerarquizada. Así, las niñas debían ser obedientes al padre, posteriormente al marido y finalmente a los hijos. El Onna-daigaku estuvo vigente y en circulación hasta finales del siglo XIX.
A nivel jurídico, no se reconoció la igualdad de la mujer como ciudadana hasta la Constitución de 1946, tras finalizar la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, las japonesas se encuentran tan protegidas legislativamente como las europeas o las norteamericanas. Sin embargo, en la práctica todo cambia.
La escasa representación política es solo una pequeña muestra. En el año 2014, la diputada Ayaka Shiomura fue insultada en público por varios colegas de profesión durante su intervención en una asamblea del gobierno metropolitano de Tokio. «Date prisa y cásate», «Antes deberías tener un hijo tú misma» o «¿No puedes tener hijos?» fueron solo algunas de las frases que pudieron escucharse. De ellos, solo Akihiro Suzuki, diputado del Partido Liberal Demócrata, pidió disculpas públicamente y a posteriori, cuando el acontecimiento ya había llegado hasta la prensa internacional.
No ha sido un hecho aislado. La propia Koike solo permaneció 54 días al mando del Ministerio de Defensa (tras desatarse un escándalo en el que ella no estuvo implicada). Con anterioridad, Makiko Tanaka, ex ministra del anterior presidente Junichiro Koizumi, duró apenas un año al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores, del año 2001 al 2002.
El problema parece encontrarse muy arraigado en el imaginario colectivo. El acoso se naturaliza, las mujeres que los sufren lo llevan con resignación y son muy pocas las que denuncian. Con suerte, terminan cambiando de trabajo. «Estoy acostumbrada», fue lo que dijo Koike al ser cuestionada por los ataques que había recibido durante la campaña.
No obstante, ante Yuriko Koike se abre un camino político prometedor. Así lo afirma ella cuando habla de un gobierno en Tokio nunca visto, lleno de transparencia y comunicación directa con los tokiotas (haciendo referencia al anterior gobierno de Yoichi Masuzoe, quien se viera obligado a dimitir tras revelarse un escándalo de gastos de fondos públicos de forma indebida). Asimismo, serán ella y su gobierno los encargados de organizar y materializar los Juegos Olímpicos de Tokio en el año 2020.