Los BRICS, una alternativa real a la economía mundial con enfoques distintos entre China e India
Madrid. Los países integrantes de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) ya no sólo buscan una mayor cooperación política y de seguridad sino que los distintos antagonismos que pudieran existir han servido para que en esta ocasión, con motivo de la 15 cumbre, celebrada en la ciudad sudafricana de Johannesburgo de este pasado fin de semana, hayan dejado de ser una alternativa hipotética y se conviertan en una realidad cuya expansión se ha producido con la incorporación de otros seis miembros más para 2024 (de Argentina, Etiopía, Egipto, Irán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos-EAU) y que servirá para evaluar el importante protagonismo que tendrán tanto China como India con matices diferentes.
Claro que el orden global alternativo que propugna China, en especial en el sur global, saltándose las sanciones y la propia jurisdicción de Estados Unidos, choca con los postulados de India, que trata de permanecer neutral ante Occidente como medida contra la expansión militar china y al mismo tiempo manteniendo lazos comerciales con Rusia y negándose a condenar la invasión de Ucrania.
De hecho, la India, una de las economías más importantes en el mundo y gran defensor del orden mundial multilateral, sigue teniendo estrechos vínculos con Occidente, pero, en particular, con EEUU, pues tanto Nueva Delhi como Washington «desconfían» del auge chino en todas sus variantes, lo que hace que la posición india sea realmente importante a la hora de desarrollar políticas económicas globales en aras de un mayor beneficio mundial, dado que el nuevo orden mundial alternativo que propugna Pekín es considerado un desafío a Occidente. Ante esta realidad, la India considera que sobre estos nuevos socios que se adhieran en 2024, Pekín puede ejercer una influencia nada cómoda para Nueva Delhi. E incluso que Argentina se retirara del grupo si vence la oposición en las presidenciales.
Lo que es obvio es que India ve sus propios intereses perjudicados en unos BRICS que sean considerados como alternativa a Occidente. Y claro, si el multilateralismo indio consiste en reconocer los intereses económicos y estratégicos de todos los países en el mundo, la propia oposición de China y Rusia a Occidente no cuadra con los intereses indios, y más cuando tanto Pekín como Nueva Delhi no han mostrado en asuntos nada baladí desde el punto de vista político confianza alguna, lo que evidencia que la India, que aún sigue celebrando su éxito lunar, considere que la desdolarización no es posible, al contrario que Pekín. India considera que derrocar al dólar estadounidense de su trono parece una tarea desalentadora. Los aspectos prácticos, los acuerdos de larga data y el absoluto dominio del dólar son, por ahora, imbatibles.
Así, habrá que ver si el renovado el grupo de los BRICS resulta atractivo para la India. De los seis nuevos componentes, la India mantiene sólidas relaciones con Arabia Saudí y EAU. Sus relaciones con Irán son limitadas, debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos al petróleo iraní. Las que mantiene con los otros tres nuevos miembros siguen estando poco desarrolladas, pero sin embargo Pekín sí mantiene buenos contactos.
El Gobierno indio no obtiene beneficios de la expansión de los BRICS, ya que sus lazos con Arabia Saudí y los EAU ya son fuertes fuera del marco de los BRICS. China y Rusia sí promueven la justicia para el Sur Global y presentan a los BRICS como una plataforma atractiva para los países en desarrollo. La India, a pesar de ser una voz del Sur Global, es probable que se oponga a cualquier movimiento que pueda poner a los países en desarrollo en confrontación directa con Occidente.
Eso sí, mientras tanto, China e India, pese a sus diferencias, siguen hartándose de comprar petróleo con descuento a Rusia, saltándose las sanciones impuestas a Moscú por su invasión a Ucrania.
Los BRICS en su hipotético enfrentamiento a Occidente son desafíos que India no quiere tener e, incluso, no ve mal un dominio occidental, pero esta cumbre de Johannesburgo, pese a los avances logrados, no ha sido el éxito esperado, sobre todo cuando dos gigantes como China e India han reflejado sus propios matices en la economía multilateral. Dos grandes países con sus propias tensiones militares fronterizas no exentas de dificultades tal como se vio en el enfrentamiento de mayo de 2020 que dejó 20 muertos en el valle de Galwan, un territorio congelado y perdido de la mano de Dios en la disputada región de Aksai Chin-Ladakh, en el Himalaya occidental, reclamada por India, que reitera que no puede haber vínculos normales si China viola los acuerdos fronterizos, pero ambas potencias siguen construyendo infraestructuras en la zona.
La ambición de China de impulsar una política de utilizar a los BRICS como contrapeso de EEUU e incluso del G7 no ha inquietado a Washington, que no ve en la ampliación de los BRICS la formación de un grupo geopolítico rival. Además, India no va a aceptar el dominio chino y estratégico como potencia en Asia, pero habrá que esperar acontecimientos y tal vez en los próximos días 9 y 10 de septiembre en la cumbre del G20, que se celebra en Nueva Delhi, sea un primer paso para que los dos países diriman sus diferencias y Pekín ofrezca más garantías para evitar un mayor distanciamiento política multilateral entre ambos países.
El nuevo orden mundial no va a salir de la cumbre de los BRICS. Rusia y China están enfrentados a Occidente por la guerra de Ucrania y al mismo tiempo por la pugna por la tecnológica y comercial entre el gigante asiático y Estados Unidos, cuya secretaria de Comercio, Gina Raimondo, visita China en esta misma semana en un intento de mejorar las relaciones entre los dos países, en su punto más bajo en décadas y como telón de fondo está el asunto de las restricciones de EEUU a las exportaciones de tecnología a China, las preocupaciones de seguridad nacional y las áreas de cooperación potencial y para rebajar las tensiones.
Brasil, Rusia, India y China crearon en 2006 el grupo BRIC, un club informal al que se unió Sudáfrica en 2010 y cuyos países representan más del 42 % de la población mundial y el 30 % del territorio del planeta, así como el 23 % del PIB y el 18 % del comercio mundial. India se convertirá en la tercera economía más grande del mundo para 2027, e incluso desde Goldman Sachs, uno de los grupos de banca de inversión y de valores más grande del mundo, se vaticina que en 50 años podría arrebatar el segundo puesto a China, de ahí también las dudas de si el gigante asiático será la primera potencia mundial superando a Estados Unidos.