Birmania vuelve al conflicto después de una bocanada de libertad (y II)

Manifestación de protesta en Birmania contra el golpe de Estado, en 2021. | MgHla (aka) Htin Linn Aye, Wikimedia
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Madrid. Desde la llegada al poder de los militares a principios del año pasado no cesan las manifestaciones en Birmania (actual Myanmar). La brutalidad de la represión provocó que muchos se desilusionaran con la oposición pacífica. Cientos de manifestantes se dirigieron a las fronteras del país, donde se alistaron en guerrillas paramilitares. Los líderes de la Liga Nacional por la Democracia (LND) crearon la Fuerza de Defensa del Pueblo (PDF), brazo militar de la oposición que pretende lanzar una revolución popular armada contra el Gobierno.

El general Min Aung Hlaing prometió en abril solucionar el conflicto de forma pacífica, pero por ahora no hay indicios de que cumpla con su palabra. Las guerrillas opositoras siguen asaltando puestos del Ejército, mientras éste responde con bombardeos de aldeas enteras, donde supuestamente se encuentran los rebeldes.

En diciembre los habitantes de las grandes ciudades de Myanmar comenzaron una «protesta muda», temiendo ser represaliados brutalmente en las calles. Las calles de Mandalay y Rangún estaban completamente vacías. Solo de vez en cuando se podían ver a varios transeúntes y algunas tiendas abiertas. El Gobierno ordenó que todos sigan con su vida normal y que los negocios abran a la hora de siempre. Les amenazaron con una sentencia de cárcel y la expropiación de sus locales. Pero, aun así, muchos vendedores cerraron antes de la cuenta y alargaron las pausas de comida para apoyar a los manifestantes.

Según la agencia de análisis de conflictos ACLED, desde el golpe de Estado cerca de 13.000 personas perecieron durante manifestaciones o combate armado. Cientos de miles se vieron obligados a huir de la guerra, convirtiéndose en refugiados en los países vecinos. La junta declaró terroristas a todos los manifestantes y rebeldes, con lo que justifican su violenta represalia.

Myanmar, de vuelta al aislamiento total

Occidente reaccionó imponiendo duras sanciones contra el Gobierno birmano por la sentencia a Aung San Suu Kyi, la Nobel de la Paz y exlíder de facto del país. No obstante, la oposición birmana cree que la respuesta de las democracias no es bastante y no será suficiente para obligar a las Fuerzas Armadas a renunciar al poder.

Es una guerra injusta. Mientras los rebeldes disponen de escaso y precario armamento, el ejército birmano puede presumir de aviones, tanques y un contingente de alrededor de 400.000 personas. Todo ese armamento se lo suministran Rusia y China, dos de los mayores partidarios del régimen en el mundo.

Myanmar es casi un Estado fallido. ¿Qué intereses tiene China aquí? Apoyar a un régimen militar en medio de una guerra civil no es la típica estrategia de China. Pekín trata de evitar zonas de conflictos, lo que le permite ser un buen socio para cualquiera de los ganadores. Durante la época democrática las relaciones entre los dos países eran muy estrechas. Muchos proyectos económicos fueron pergeñados. Ahora, las fábricas y las infraestructuras china son asaltadas por los rebeldes, mientras muchas empresas se retiran de la región.

¿Por qué Pekín asume tamaño riesgo?

Algunos dicen que la causa pueden ser las promesas del Ejército, o ‘Tatmadaw’. El gigante asiático fue seducido por las supuestas concesiones económicas que Naipyidó (la capital) le daría en cuanto acabase la guerra. Además, la propaganda podía usar a Myanmar como un ejemplo de intromisión extranjera en los asuntos internos de un país, reforzando así su retórica antioccidental. Pero el velo de la dictadura no permitió ver al Gobierno chino la verdadera situación en la que realmente se encuentra el país.

Aparte de eso, defender abiertamente la junta puede ser peligroso para China también en las relaciones con el exterior. Ninguno de los países de la Asociación de las Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) reconoció a los golpistas como gobierno legítimo e incluso excluyeron a su representante de su encuentro este año. China se arriesga a echar por la borda todos sus meticulosos planes de los últimos años para ganar la predisposición de sus vecinos meridionales.

Birmania vuelve a ser un paria después de la normalización de los últimos años. Los combates se van esparciendo por todo el país. Mientras todos observan atentamente las tensiones en la frontera ruso-ucraniana, miles de personas mueren en una sangrienta guerra civil en un pequeño rincón de Asia, olvidados por el mundo.

Iván Ortega Egórov

Estudiante de Economía y Estudios Internacionales de la Universidad Carlos III de Madrid

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