4.000 «sí, quieros» en el año 1 del matrimonio homosexual en Taiwán

Desfile del orgullo LGTB en Taipei. | Kenny Mori
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Madrid. Más de ocho mil personas del mismo sexo -2.773 parejas femeninas y 1.248 masculinas- se han prometido fidelidad desde el 24 de mayo de 2019 en Taiwán, que ha autorizado 4.021 enlaces en el primer año de la legalización de los matrimonios de gais y lesbianas en la isla de Formosa, pionera de los enlaces igualitarios en Asia.

El 69 por ciento de los matrimonios fueron entre mujeres, mientras que por ciudades, según los registros del Ministerio del Interior citados por la agencia taiwanesa CNA, Nueva Taipei oficializó 815 enlaces, 633 parejas se casaron en Taipei y 534 en la urbe de Kaohsiung.

Solo en el 5 por ciento (189) de las uniones, uno de los miembros de la pareja era extranjero: 80 de los casados con ciudadanos taiwaneses procedían de Estados Unidos, 21 tenían pasado en Canadá y 17 habían emigrado desde Australia.

Con algunas restricciones, la legislación impone que para poder formalizar un matrimonio homosexual, siendo uno de los cónyuges de origen foráneo, el país de procedencia debe haber aprobado las bodas entre el mismo sexo.

Otra limitación avala únicamente la adopción, dentro de la pareja, de hijos biológicos.

El Parlamento taiwanés aprobaba el 17 de mayo de hace un año el matrimonio homosexual de la mano del Partido Democrático Progresista (PDP) de la presidenta Tsai Ing-wen, una medida que le sirvió para ganar con holgura las elecciones el pasado enero frente a la oposición del Kuomintang, contrario a consentir este tipo de uniones.

Después de que el triunfo por mayoría del no en un referendo meses antes diera alas a los sectores conservadores que rechazaban la reforma, un proyecto de ley del Ejecutivo del PDP daba la voz a la Cámara Legislativa, que la sacó adelante con 66 síes y 27 votos en contra.

En las primeras 24 horas, 526 parejas del mismo sexo contrajeron matrimonio en Taiwán.

Chi Chia-wei, un veterano activista por los derechos de la comunidad LGTBI en Taiwán, alcanzaba por fin el cielo. En 1986, a los 28 años, había salido públicamente del armario al solicitar al Parlamento permiso para poder casarse con su novio, pero la ley marcial que imperaba bajo el poder absoluto del Kuomintang acabó con sus huesos en la cárcel.

La cámara o Yuan Legislativo, que denegó la reclamación de Chi, argumentó que “el matrimonio no es simplemente para la satisfacción sexual. También sirve para producir nuevos recursos humanos. Está relacionado con la existencia y el desarrollo del Estado y la sociedad. Por lo tanto, es distinguible de la pura satisfacción sexual entre homosexuales”.

Sobre la premisa de que el código civil restringe el matrimonio a la unión de un hombre y una mujer, el Ministerio taiwanés de Justicia manifestaba que un enlace como el demandado por el activista era “inapropiado” porque “no solo está en conflicto con la buena moral de la sociedad, sino que también es incompatible con nuestra cultura tradicional”.

El sueño de una isla de Formosa con igualdad de elección imaginado por Chi surtió efecto cuando recurrió la prohibición al Tribunal Constitucional junto con el equipo de gobierno del ayuntamiento de la capital, Taipei.

“Prohibir que una persona se case con otra del mismo sexo no sirve a ningún interés público importante”, alegaba en la petición ante la justicia Chi, que denunciaba la “inacción” de los diputados “en aprobar tales leyes”, incumpliendo con “su obligación constitucional”.

El Tribunal Constitucional de Taiwán concedía en mayo de 2017 un margen de dos años para adaptar la Constitución, que impedía a gais y lesbianas formar “una unión permanente de naturaleza íntima y exclusiva” con el fin de disfrutar de “una vida común”.

La resolución del Constitucional entendía como contrario al derecho a la igualdad la discriminación a la hora de contraer matrimonio hacia las personas del mismo sexo, y a la par advertía al Parlamento de que si el plazo era superado sin ningún avance, permitiría las bodas en los registros civiles si la pareja presentaba un documento firmado por dos testigos.

“Ha sido muy largo, mi pelo se ha vuelto gris”, comentaba medio en broma Chi a sus 59 años de edad, en declaraciones recogidas por la agencia francesa AFP, al conocer la decisión judicial. Había esperado tres décadas.

Tras un año en vigor, Chi valora en una entrevista con la CNA que la conquista de ese derecho en absoluto supone un privilegio para el colectivo homosexual ni tampoco ha provocado daños a la sociedad taiwanesa, que sin sobresaltos se ha acostumbrado -resalta- a tener como vecinos a familias de gais, lesbianas o transexuales.

Ninguna nación de Asia había aprobado el matrimonio homosexual hasta que Taiwán, a la espera de ser respaldada por más países, decidió tomar la iniciativa.

Una encuesta asegura que de los 23 millones de habitantes de Taiwán, el 52,5 por ciento es partidario de conceder a las parejas del mismo sexo los mismos derechos que a los matrimonios de un hombre y una mujer, frente al 37,4 por ciento que lo pensaban en 2018.

España registró en 2006, un año después de que el Congreso de los Diputados diera luz verde al matrimonio homosexual, 4.313 bodas de parejas homosexuales.

Sergio Perea Martínez

Graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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