El coronavirus no rebajará la lucha entre China y EEUU por controlar el mundo

Madrid. Pese a que el control sobre el coronavirus va cercándose, cuya pandemia va a marcar nuevos escenarios económicos, sociales y políticos a nivel global, China y Estados Unidos siguen en su lucha particular con un Donald Trump que no hay día que no incremente sus ataques a Pekín con consecuencias nefastas para la estabilidad mundial y así será al menos hasta noviembre de 2020, cuando se celebran las elecciones presidenciales estadounidenses.
La tensión que originan los tuits de Trump contra China y luego las contestaciones del gigante asiático impiden la consolidación de los mercados, que tratan de estabilizarse, pero si sumamos la subida del precio de petróleo, que esta semana anduvo por encima de los 30 dólares, que algunos países europeos como Alemania van saliendo de la grave crisis económica actual, la fase de reconstrucción poscoronavirus, aunque lenta, siempre será positiva para Europa, y sobre todo que los alemanes empiecen a andar sin obstáculos.
Lo mismo está ocurriendo en otros países que se están reabriendo como Japón, Nueva Zelanda, Australia y parcialmente Estados Unidos, pero sobre el programa de reconstrucción algo positivo tiene que salir, dado que el mundo no puede estar como está desde el punto de vista económico. La reconstrucción es lenta y su cambio de velocidad dependerá de muchas variables, también de la imprevisible actitud de Trump, enormemente protagonista al ser un año electoral.
Desgraciadamente tanto la reconstrucción como el comercio van a estar sujetos a los mensajes de Trump. Vivir un corto periodo, lo imprescindible para una mejora económica, sin complicaciones, no será fácil, sobre todo cuando el flujo de noticias con un mercado imprevisible, y con chinos y estadounidenses en una lucha comercial con objetivos bien marcados en sus relaciones geoestratégicas, impiden una primera fase de consolidación en aras de una mayor estabilidad económica tras la hecatombe mundial con el coronavirus.
Precisamente la posible vacuna para finales de año inyectaría a la economía mundial parte esencial de la adrenalina que necesita, y China, que ya no registra nuevos casos de confirmados de coronavirus, ha presentado una vacuna contra la pandemia que parece segura y genera anticuerpos, aunque también EEUU está en la carrera científica por lograr una defensa contra el virus, lo que evidencia la lucha de ambos países en torno a este tema que salpica a todo lo demás, pero Trump, que quiere que el país funcione, sabe que los casi 100.000 muertos y los más de 1,6 millones de infectados dan alas a Pekín para acusar a Washington de su ineficacia por muchas acusaciones de la Casa Blanca contra el gigante asiático.
A China aún le falta tiempo para sustituir a EEUU como líder mundial pero sí es evidente que su progresión es constante, y guste o no, Pekín no cede en su trabajo en lograrlo, y pese a mantener el veto a la multinacional tecnológica china de Huawei por un año más, cuyo daño es considerable, el gigante asiático ha experimentado en las últimas décadas un enorme desarrollo económico y tecnológico que le ha situado como la segunda mayor economía del mundo y va camino en un futuro de ser la primera.
La multinacional de telecomunicaciones Huawei considera “muy perniciosa” la decisión de EEUU de restringir el negocio de la compañía con la imposición de más restricciones, con el objetivo de limitar la capacidad de la empresa para emplear tecnología estadounidense en la fabricación y diseño de sus semiconductores en el extranjero. El enfrentamiento comercial y otros similares van a ser constantes a lo largo de 2020 con repercusiones negativas para la economía global.
Los chinos acusan a Estados Unidos de «aprovechar su fortaleza tecnológica para aplastar a las compañías fuera de sus fronteras», dice la multinacional, y al mismo tiempo en esta guerra comercial advierte que la decisión de Washington “sólo servirá para minar la confianza que las compañías internacionales depositan en la tecnología y las cadenas de suministro estadounidenses, dañando así también los intereses de los propios EEUU”.
En este sentido, la compañía china ha advertido de que la decisión de Estados Unidos no solo afecta a Huawei, sino que tendrá un grave impacto en una gran cantidad de industrias mundiales, lo que, a la larga, dañará la confianza y la colaboración dentro de la industria global de semiconductores de la que dependen muchas industrias, aumentando las pérdidas dentro de estos sectores.
Para ello elabora su propia estrategia, donde la economía de mercado ha sido un modelo especial en una China de régimen comunista que aún ejercer control sobre las políticas económicas del país pero a la que favorece sus grandes inversiones en el exterior para lograr aliados y con la Nueva Ruta de la Seda fortalecen las condiciones internacionales para que sea la primera potencia del mundo, además el hecho de ir a favor de la globalización y contra el proteccionismo de Trump facilitan adeptos dentro de la Unión Europea (UE).
En más de una ocasión el Banco Popular de China ha advertido a Estados Unidos de que sus últimas acciones no solo contribuirán a socavar “gravemente el orden financiero internacional, sino que también desencadenará turbulencias en el mercado financiero, obstaculizará en gran medida el comercio internacional y la recuperación económica mundial”, pero Trump está en campaña electoral y así hasta noviembre próximo, pero sobre todo cuando ve que una parte de su electorado republicano está cuestionando sus medidas contra el coronavirus.
Los riesgos de un descarrilamiento de la economía mundial son totales a consecuencia del coronavirus, por ello los mercados financieros necesitan calma y recrudecer los enfrentamientos entre ambos países no soluciona nada y menos los ataques que Trump hace contra China al insistir que la pandemia podía haberla detenido y no lo hicieron, un argumento que ya venimos oyendo desde hace unas semanas y que volveremos a oír.
China y EEUU tienen que comprometerse a cumplir lo que firmaron el 15 de enero pasado, cuando todavía no había una emergencia mundial por la pandemia, para llevar a cabo la primera fase del acuerdo comercial, pero las amenazas de Trump de que si «el gigante asiático no compra el volumen prometido de productos estadounidenses, la primera fase del acuerdo no se cumpliría», aunque ambas partes quieren fortalecer la cooperación macroeconómica y crear unas condiciones favorables para promover resultados positivos. Con el coronavirus, los ataques diarios del presidente estadounidense y los vaivenes constantes del inquilino de la Casa Blanca va a resultar todo bastante complicado.
Donald Trump no lo quiere ver, pero desde que llegó a la Presidencia, hace ya casi cuatro años, China ha ido ocupando más espacio en el mundo, e incluso sus contribuciones a organismos internacionales han servido para lograr un protagonismo que la nefasta política exterior de Trump le favorece, además de otros recursos económicos a otros países.
China quiere desbancar a EEUU, no va a parar en ello, pero aún el gigante asiático va a tener en frente a Estados Unidos en asuntos que incomodan a Pekín, entre ellos, los retos de Taiwán, los litigios del mar de China Meridional o la crisis desde hace meses en Hong Kong tras impulsar una “ley de seguridad” y como no una desnuclearización de Corea del Norte, que la comunidad internacional vería muy positivo.
En definitiva, tal vez se necesite más globalización, más comunicación y menos aislamientos y barreras proteccionistas. Trump anda algo nervioso, y quizás el coronavirus al final le pueda impedir el próximo 3 de noviembre salir reelegido, pues su desastrosa política contra la pandemia no la van a olvidar fácilmente los estadounidenses, aunque la guerra comercial contra China la intensificará cada vez más para ganarse sus votantes que andan “desorientados”.