China y sus retos en las islas del mar de China Meridional y mar de China Oriental (I)
Madrid. Mientras la COVID-19 sigue muy presente y condicionando la economía mundial, China no es ajena a nuevos retos que le salpican con las quejas de EEUU sobre su dominio en las aguas del mar de China Meridional y las protestas de Japón por las últimas incursionas chinas en islas del mar de China Oriental (Senkaku/Diaoyu) que Tokio considera suyas.
China arguye razones históricas para certificar que lo que hace en el mar Meridional es totalmente legal. Sin embargo, EEUU considera ilegal las reclamaciones chinas sobre la soberanía de estas aguas, una postura estadounidense más dura que en anteriores ocasiones al detallar en un comunicado el perímetro que considera fuera del control legítimo de Pekín.
Al mismo tiempo ha servido para aumentar la tensión entre las dos potencias mundiales con la guerra comercial, que unido a la cuestión de dónde nació la pandemia de la COVID-19, bautizado como «el virus chino» por Donald Trump, o la polémica Ley de Seguridad de Hong Kong han convertido esas aguas en un nuevo escenario de hostilidades que no van a ceder hasta después de las elecciones presidenciales de noviembre próximo y con el agravante de un Trump con dificultades para su reelección.
China ha insistido que los movimientos militares de Estados Unidos en las disputadas aguas del mar de China Meridional son «inútiles» y ha alertado de que lo único que hacen es «poner en peligro a sus aliados». «Estados Unidos no es un país de la región y está haciendo ejercicios militares a gran escala en el mar de China Meridional, lejos de su territorio y al mismo tiempo que acusa a China de realizar maniobras militares al lado de su propia casa», decía el diario South China Morning Post.
Estados Unidos, que no participa en la disputa en la región, no reconoce las reclamaciones de China e insiste en la necesidad de mantener la «libertad de la navegación». Países como Filipinas, Brunéi, Malasia, Taiwán y Vietnam también reivindican la soberanía en algunas zonas del mar de China Meridional, por donde cada año pasan buques con mercancías por valor de 3,4 billones de dólares. Las recientes maniobras navales en la zona que tanto EEUU como China han desarrollado han contribuido a una nueva escalada de tensión militar y dialéctica que obviamente amenaza con desestabilizar el sudeste asiático.
EEUU desplegó el pasado 4 de julio sus buques de guerra USS Ronald Reagan y USS Nimitz, o sea, una sorprendente exhibición de fuerza en el Día de la Independencia estadounidense, mientras China, por su parte, hizo maniobras entre el 1 y el 5 de julio con su nuevo equipamiento militar -destructores de misiles guiados Tipo 052D y fragatas de misiles Tipo 054A- en los mares del Sur de China, de China Oriental y Amarillo.
Las maniobras incluyeron las islas Paracel, disputadas con Vietnam, lo que provocó una nueva protesta diplomática de Hanói, que acusa a China de «violar su soberanía y afectar a la paz».
Además de Vietnam, Filipinas, Malasia, Taiwán y Brunei reclaman partes de este estratégico mar -por el que circula el 30 por ciento del comercio global y que alberga el 12 por ciento de los caladeros mundiales, así como yacimientos de petróleo y gas-, aunque China se atribuye la soberanía del 90 por ciento de esas aguas en base a «derechos históricos».
El aumento de la tensión se produce cuando se cumple el cuarto aniversario del fallo del Tribunal de Arbitraje de La Haya que en julio de 2016 atribuyó a Filipinas, hasta el momento el único país de la región con una resolución internacional favorable a su reclamación, la titularidad de parte de las islas Spratly y del atolón de Scarborough, que Pekín no reconoció para continuar su expansión, pese a que Manila ha pedido a Pekín que respete el derecho internacional, aunque la postura del presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha sido tachada de tibia al desviar una política exterior más inclinada a China a cambio de inversiones.
De hecho, China creó en su momento dos nuevos distritos dentro de la ciudad de Sansha, en la sureña provincia china de Hainan, que cubren territorios de las disputadas islas Spratly, el atolón de Scarborough y el archipiélago Paracel, y de ahí que la comunidad internacional insista a Pekín que no lleve a lleve a cabo la construcción de islas artificiales en la zona para militarizarlas a continuación.
En cuanto a las islas del mar de China Oriental, el pasado 5 de julio Japón denunció la penetración en aguas de las islas Senkaku/Diaoyu, consideradas propias de Japón de dos buques de la Guardia Costera china que han permanecido en aguas niponas más de 39 horas, la incursión más larga desde 2012. Las islas Senkaku, bajo administración japonesa, también son reclamadas por China y Taiwán, las cuales están deshabitadas, pero contienen gran cantidad de reservas potenciales de petróleo y gas, de ahí su importancia.