La renuncia de Fumio Kishida no modifica la política actual de Japón

El primer ministro japonés, Fumio Kishida. | Kantei.go.jp, Wikimedia
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Madrid. Japón ha tenido siempre un protagonismo más económico que político, pero ya lleva años que el país tiene cada vez más influencia no sólo en Asia sino también fuera del continente asiático, siendo el principal aliado de Estados Unidos y firme opositor a la expansión de China. Eso le ha llevado a convertirse en un país cada vez más militarizado, pero la renuncia de Fumio Kishida como primer ministro abre un periodo de cierta incertidumbre política. No hay un sucesor claro en el gubernamental Partido Liberal Democrático (PLD) y el nuevo jefe del Ejecutivo decidirá si convoca nuevos comicios o espera a que concluya la legislatura en octubre de 2025, aunque, eso sí, sin grandes cambios en la política actual.

Kishida se va por un escándalo que le obligó a destituir a cuatro ministros de su gobierno en 2023, un Ejecutivo que se ha caracterizado por su pérdida de popularidad en los últimos meses de alrededor del 20 %, tras llegar a caer al 15 %, el mínimo registrado por un Ejecutivo desde 2012, tras el escándalo de financiación irregular que azotó a su partido a finales del año pasado y se saldó con una purga en el PLD y una remodelación del Gabinete nipón.

De hecho, muchos altos cargos de los que se ha apoyado Kishida para gobernar han dimitido este mismo año después de salir a la luz que utilizaron los fondos públicos para gastos personales. Las investigaciones publicadas señalan que al menos 85 de los 384 miembros del PLD declararon ingresos inferiores a los reales en esos fondos políticos.

En Japón es común que los partidos políticos organicen eventos (mítines con actuaciones musicales o distintos espectáculos) cobrando entrada a los asistentes. De allí sale la cobertura para financiar muchas de las campañas electorales. Pero en el caso actualmente abierto se denuncia que muchos parlamentarios del PLD no declararon en los libros de cuentas más de 3,25 millones de euros de esas ventas de entradas.

E incluso el apoyo a Kishida se erosionó también en medio de las revelaciones sobre los vínculos del PLD con la Iglesia de la Unificación del reverendo surcoreano Sun Myung Moon, al que se le vinculó con el posible móvil del asesinato, en julio de 2022, del exprimer ministro de Japón Shinzo Abe, la cual ya fue disuelta pero trajo multitud de interrogantes en la política doméstica.

Fumio Kishida, el político que rearmó a Japón con su acercamiento a la OTAN, se ha visto al final muy degastado por las «intrigas» de su propio partido, y se va sin resolver asuntos de notoriedad para el país como los retos económicos, demográficos y de seguridad o defensa, un país que hace tiempo abandonó su pacifismo y su rearme no deja de incrementarse, empujado por el desafío militar de China y la amenaza nuclear de Corea del Norte.

Japón metió en su programa de Defensa en 2023 unos 300.000 millones de euros, o sea, el 2 % de su PIB, basándose en las amenazas, como resalta Tokio, de China, Rusia y Corea del Norte, un espectacular rearme que rompe con su vieja tradición pacifista heredada de su derrota en la Segunda Guerra Mundial y que tiene como objetivo plantar cara a China, que no ha dejado de criticar a Japón y a EEUU, y sin olvidar que en el mar de China Oriental sigue el litigio por las islas Senkaku, un grupo de islotes controlados por Tokio, que China reclama y la cada vez mayor colaboración no solo de Japón sino también de Corea del Sur con la OTAN.

Japón apoya a Taiwán, lo que ha supuesto más tensiones entre Pekín y Tokio, y la última vez que hubo una protesta china fue el pasado 15 de agosto cuando la Cancillería china presentó una queja formal por la visita a Taiwán del exministro de Defensa japonés Shigeru Ishiba, cuya isla acaba de anunciar un aumento de su gasto militar en defensa en torno a los 20.000 millones de dólares para 2025, pero aun así es una cantidad, según expertos, insuficiente, aunque de ser aprobados en el Parlamento taiwanés supondría el 20 % del gasto total para el próximo año que representaría el 2,5 % del PIB.

Ahora hay que ver cuándo se va Kishida, aunque su mandato como primer ministro termina en otoño de 2025, pero su cargo de presidente del PLD concluye a finales de septiembre próximo, por lo que el partido gubernamental debe celebrar primarias antes de esa fecha para decidir al nuevo líder que con toda seguridad se convertirá en sucesor de Kishida. Una sucesión que andará entre otros, con el exministro de Defensa Ishiba, de 67 años, que ha manifestado su interés en concurrir a las primarias del partido y con cierta popularidad, y el ministro de Digitalización, Taro Kono (61), un político reformista, pero lo que es obvio que no va a ocurrir nada catastrófico a nivel político y todo su proceso se desarrollará con normalidad.

En definitiva, Kishida se va, pero la política nipona por ahora no va a cambiar. El auge militar chino inquieta a Tokio, los avances armamentísticos de Corea del Norte no deja indiferente a Japón y las relaciones con Moscú por la guerra de Ucrania son más tensas, desafíos que deberá afrontar próximamente el nuevo primer ministro de la cuarta economía mundial.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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