Asia se calienta pero lejos de un conflicto bélico por los litigios de las islas de los mares Meridional y Oriental
Madrid. La tensión reinante en los mares de China Meridional y Oriental sigue creando una enorme inestabilidad con distintos países que pugnan por consolidar su hegemonía en esas aguas, en las que China sigue considerando que son suyas.
Este fin de semana Filipinas acusó al gigante asiático de que un barco guardacostas chino colisionó «intencionadamente», hasta tres veces, con una de las embarcaciones filipinas, aunque los chinos dicen que fueron naves filipinas las que provocaron el incidente, mientras que Japón protestó de que un buque chino penetró este pasado sábado en aguas territoriales niponas, en un nuevo incidente después de que un avión de inteligencia del Ejército chino violara brevemente el espacio aéreo japonés el pasado 19 de agosto, hechos que se vienen sucediendo pero que por ahora no provocará conflicto alguno.
Mientras China reivindica, por razones históricas, prácticamente la totalidad de los islotes del mar de China Meridional, frente a otros países vecinos como Filipinas, Vietnam, Brunéi y Malasia, Japón trasladó su protesta a Pekín por vía diplomática por las frecuentes incursiones en sus aguas de mar de China Oriental de barcos chinos, muchas de las cuales tienen lugar cerca de las islas Senkaku, administradas por Tokio pero reclamadas por Pekín, que las denomina Diaoyu.
El 19 de agosto, Japón acusó China por la incursión en su espacio aéreo de un avión chino Y-9 en torno a la costa de las islas Danjo, un pequeño archipiélago deshabitado frente a la prefectura de Nagasaki (suroeste del país), la primera vulneración de este tipo en el archipiélago por parte de una aeronave del país vecino, aunque los litigios por el control de las islas Senkaku no es nuevo.
Desde 2022, tras la llegada al poder, el presidente filipino, Ferdinand Marcos, decidió con más firmeza sus pretensiones de soberanía en algunos arrecifes disputados frente a Pekín, y este nuevo incidente cerca del atolón Sabina (conocido por China como Xianbin Jiao), disputado entre Pekín y Manila y que forma parte de las islas Spratly, en el mar de China Meridional, alimenta la tensión entre ambos países, sobre todo cuando Estados Unidos apoya a Filipinas, y Pekín trata de que Washington no se entrometa en estos asuntos, que el gigante asiático reitera que son aguas chinas, pero que la Casa Blanca no lo considera así y apoya a Filipinas, que ha reforzado su alianza militar con EEUU y sobre todo teniendo en cuenta que los choques o tensiones entre barcos de ambos países en las zonas disputadas son semanalmente frecuentes.
El mar de China Meridional, que incluye los archipiélagos Spratly y Paracel, es un área estratégica por la que pasa un tercio del tráfico marítimo mundial y que cuenta con el 12 por ciento de los caladeros de pesca globales, así como potenciales yacimientos de hidrocarburos. China reclama por motivos históricos casi la totalidad de esas aguas, una reivindicación que choca con las posiciones de otros países como Vietnam, Malasia, Brunéi y Filipinas, además de la isla de Taiwán.
Y aunque en estas convulsas aguas el riesgo de que se convierta en un conflicto entre China y EEUU es considerable, realmente está muy lejos por ahora de producirse, dado que a las dos primeras potencias no les interesa un conflicto de esta envergadura, pero sí tiene claro Washington que no quiere que Pekín controle esa aguas, dado que con ello su posición en el Indo-Pacifico se reforzaría.
Y mientras tanto, Filipinas y Vietnam han estrechado sus lazos militares para garantizar la libertad de navegación en medio de las tensiones soberanistas en el mar de China Meridional, una realidad política que tiene su propia estrategia cuando ya en este mes de agosto el presidente chino, Xi Jinping, mantuvo una importante reunión con su homólogo de Vietnam, To Lam, a quien señaló que China «siempre considerará a Vietnam una prioridad» en su política exterior regional, pero Hanói ha dejado claro en más de una ocasión sus reivindicaciones en esas aguas del mar de China Meridional que reclama el gigante asiático.
Filipinas y Vietnam mantienen disputas soberanistas en el mar de China Meridional, donde ambos mantienen ocupados diversos atolones y arrecifes, pero el mayor litigio es con Pekín, que reclama casi la totalidad de este mar frente a otros países como Filipinas, Vietnam, Malasia y Brunéi y Taiwán. Además, Vietnam reivindica como propias las islas Paracel, ocupadas de facto por Pekín en el mar de China Meridional, y también las Spratly, archipiélago controlado por diversos países en la región.
En cuanto a Japón, Tokio y Pekín siguen en su conflicto por las islas Diaoyu/Senkaku, conquistadas por Japón tras la guerra con China en 1894-95, y que se ha recrudecido en los últimos años, a raíz de que en septiembre de 2012 Japón nacionalizara el suelo de tres de ellas. Así, en esta parte del mar de China Oriental, a unos 150 kilómetros al noreste de Taiwán, que también reclama su soberanía, estas islas deshabitadas tienen una superficie de unos siete kilómetros cuadrados y se cree que en sus aguas adyacentes podría haber importantes yacimientos de gas o petróleo.
El pasado 5 de julio, la instalación por parte de China de una boya en alta mar en aguas de una zona económica exclusiva (ZEE) de Japón ha originado un nuevo elemento de fricción diplomática bilateral, ya de por sí tensa ante la creciente presencia de Pekín en estas aguas como las del mar de China Meridional.
Japón consideró «lamentable» la instalación de la baliza en aguas del océano Pacífico entre la isla de Shikoku (oeste), una de las cinco mayores del archipiélago, y la isla más meridional del país, Okinotori, sin explicar su propósito, señalaron en su momento fuentes gubernamentales niponas. Barcos chinos entran con frecuencia en aguas alrededor de las islas, desatando protestas de Japón, y la tensión en el área es habitual, pero la zona de instalación de la última baliza es extremadamente inusual, en aguas junto a una de las cuatro islas principales del archipiélago.
No obstante, China y Japón, la segunda y tercera economía mundial, tienen cada vez más interdependencia, pero en sus relaciones bilaterales las islas Senkaku, en el mar de China Oriental, forman parte de uno de sus litigios territoriales más tensos entre las dos naciones, que marcan sus objetivos en consolidar sus intercambios económicos, pues Tokio ve a China como la principal preocupación en materia de seguridad en la zona, incluso, según expertos, por delante de Corea del Norte, dado que el expansionismo chino en las aguas del mar de China Oriental sobre las islas Senkaku/Diaoyu forma parte de uno de sus litigios territoriales más tensos.
En cualquier caso, no se puede pasar por alto que Japón y China también se necesitan, fundamentalmente por su proximidad geográfica, lo que supone numerosos intercambios en exportaciones e incluso a nivel turístico, dada el alto porcentaje de chinos que visitan Japón e incluso en el ámbito meramente económico, China y Japón alcanzan la cifra de 265.000 millones de euros al año en intercambios entre las dos naciones y ambos países, pese a sus diferencias políticas, buscan la estabilidad financiera, pero pese a las tensiones en los mares de China Meridional y Oriental por ahora un conflicto bélico queda descartado.