Pacto UE-Japón: Caída de murallas, oportunidad soñada

Madrid. El Pacto Comercial Unión Europea (UE)-Japón apareció el mismo primer día de su vigencia, 1 de febrero, con su cara más popular, en los periódicos japoneses. Sonreía ya a todos los ciudadanos en sus anuncios de vinos y quesos europeos rebajados entre un 20 y un 40 por ciento.
En la UE se anunció con su faceta más orgullosa en las palabras de su presidente Jean-Claude Juncker. Este pacto era hoy una imprescindible “declaración de principios de comercio libre y trasparente”. Principios básicos y bien concretos de unificación de normas, arbitrajes, fijación de estándar, libertad de inversiones, de tráfico internacional…Era su cara global más importante en este momento de proteccionismos nacionales e imperialismos pseudodemocráticos arrasadores. Un pacto poderoso entre dos de las cuatro más grandes economías mundiales. Un tercio del PIB global.
Y la cara más satisfecha era la de los exportadores españoles, que llevaban décadas esperando lo imposible. Por fin. Durante 2019 irán cayendo hasta el 99 por ciento las míticas murallas arancelarias. Más de cien años de espera. A los vinos y quesos europeos, de los stands fotografiados de los grandes centros comerciales, seguirá la liberalización de otros muchos productos de consumo, facturados, y semimanufacturados». Aceites, conservas, calzado, textil, pieles, moda, lubricantes, químicos y farmacéuticos, partes de maquinaria, paneles solares, mármoles, pieles, carnes…
Es hora de recordar la lista de exportaciones a Japón por más de 100 años. La bautizamos, hace tiempo, como “menú largo y estrecho”, por los múltiples productos que la constituyeron hasta el 2000 en cantidades mínimas. También era “cabezona”, pues la encabezaba siempre, sucesivamente, un solo producto estrella: la sal, el mercurio, el cefalópodo, algunos productos químicos, o semi-industriales. Ese líder en volumen salvaba los resultados. Los siguientes eran enclenques productos inconstantes, más o menos esporádicos y sin peso en el resultado final. La razón, en buena parte, eran las murallas visibles de aranceles, y las invisibles de regulaciones desconocidas, inesperadas, siempre paralizantes. Resonó el Pacto y el día 1 empezaron a caer las murallas.
La ocasión, en Japón, la pintan de “interesante y calidad”. Interesante, en japonés, dicen “omoshiroi”, palabra mágica en marketing. Al primer contacto te enteras de la prodigalidad con que la usan. Sus significados infinitos, porque abarca original, atractivo, nuevo, desconocido, sorpresivo…”con gancho”, se me ocurre casi como lo mejor… Sin él, ni lo miran, ni importadores ni usuarios.
Lo de “Quality”, sin traducción, todos lo hemos aprendido. En Japón hay que elevarla a su máximo grado para decir lo mismo que importador y consumidor. Sabemos de estos dos requerimientos, y por eso viajamos y ofertamos. Además, los dos coinciden perfectamente con nuestras dos muletillas, de bromas y veras, de nuestra frecuente presentación del producto. “Este producto es único”, ¿omoshiroi?.. “Esto es lo mejor en su línea”, ¿superprimera calidad? Nos entenderemos.
Japón es hoy un mercado de gourmets en alimentación, locos por originalidad en la moda y confección, superexigentes en los terminados, esclavos de novedades…Más de unos cuantos españoles están ya introducidos y posicionados en aquel mercado. Tenemos mercado para crecer en exportaciones, mucho más allá del 24 por ciento general que prevé la UE como media de crecimiento comercial entre Europa y Japón para 2035. Suerte, y al mercado japonés. Puede abrirnos también la puerta de otros países orientales. Lo que triunfa en Japón les convence.
Es interesantísimo siempre lo que escribe D. Pedro Gallo. Gran conocedor de Japón por sus palabras, y con una visión del negocio abrumadora. Me encantan sus artículos