Kim y Trump ante su histórica reunión bilateral que dará lugar a una nueva etapa

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Madrid. La cumbre de Singapur entre el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente de EEUU, Donald Trump, marcará una nueva etapa en la política internacional y en especial una nueva era en la península coreana, nunca vista desde su división en 1948.

Realmente en este encuentro lo más vital será crear la máxima confianza para llevar a cabo más reuniones, pero ambas partes negociarán la desnuclearización, un desmantelamiento completo que el régimen comunista no va a poner trabas, eso sí Kim exigirá la garantía de la permanencia de su poder y que al mismo tiempo no será derrocado.

Rumores muchos, incluso los cambios realizados en Defensa por Kim antes de salir para Singapur podrían estar relacionados con militares propensos a un “golpe de Estado”, pero fuera lo que fuese, el hecho radica que por primera vez desde la división de la península coreana en 1948 no se había producido un escenario como este encuentro que puede ser histórico desde todos los puntos de vista, en especial con la predisposición de Pyongyang.

Si todo sale correcto el joven Kim tendrá que recibir a otros dignatarios mundiales, entre ellos el primer ministro japonés, Shinzo Abe, que desea hablar con él, y al mismo tiempo su traje perfecto a lo Mao Zedong, su túnica ancha abotonada hasta el cuello, le marcarán notoriedad y al mismo tiempo la alternativa de una nueva revolución en Corea del Norte con su cita con Trump, es decir, son tiempos nuevos con escenarios diferentes y su vestimenta le sirve para proyectar una nueva Corea del Norte al igual que hizo en su día Mao con China.

Los dos dignatarios han exteriorizado sus propias ambiciones personales, mientras Kim Jong-un ha dejado de ser un paria, Donald Trump no deja de ser cada vez más inconsistente sembrando con su falta de dotes diplomáticos peligros de estabilidad por donde pisa, como se acaba de ver la recién finalizada cumbre del G7, y veremos si al final en su encuentro con el líder norcoreano no lo estropea por su forma de entender las relaciones internacionales.

Kim Jong-un ha demostrado más olfato diplomático y al mismo tiempo, pese a ser durante mucho tiempo objeto de toda clase de críticas, una habilidad inteligente en la que el principal beneficiario es su país, aunque de momento Trump sigue insistiendo que la cumbre será un éxito y “todo saldrá bien”.

El mundo entero espera que de esta cita histórica nazca el definitivo camino hacía la firma de un tratado de paz, sólo está vigente un armisticio firmado en 1953, y la desnuclearización de Corea del Norte, dos realidades que hasta ahora han marcado la situación política de la península coreana.

Las amenazas norcoreanas han sido siempre exageradas, sobre todo por Estados Unidos con la llegada de Trump, pero pensar en un ataque nuclear de Corea del Norte a EEUU o similares acciones a Japón o a Corea del Sur era y es desconocer la propia realidad de la infraestructura militar de Pyongyang, que se veía cada vez más arrinconada con las maniobras militares conjuntas de Washington y Seúl, pero ahora y en concreto en esta definitiva cumbre la realidad será otra y el escenario político-militar-económico también.

Nadie discute los avances nucleares de Corea del Norte y la prueba realizada el pasado año de su primer misil balístico intercontinental era una evidencia real, pero nunca para afirmar una nueva guerra, la cual EEUU y Corea del Sur saben que la ganarían, eso sí pese al daño que hubiera ocasionado previamente Pyongyang. Hay una oportunidad. Kim Jong-un ha sabido leer la realidad y al mismo tiempo ha actuado con suma cautela y con inteligencia.

Tanto Trump como Kim ya han pasado su primera noche en sus respectivos hoteles de Singapur, cercanos uno al otro, y realizando los últimos preparativos para un histórico encuentro bilateral, siempre el gran deseo del líder norcoreano.

Las perspectivas son optimistas, pues si recientemente Trump invitaba a Kim a visita EEUU, ahora el líder norcoreano ha hecho lo propio con el presidente estadounidense para que vaya a Pyongyang en julio, según medios surcoreanos.

La cumbre entre Trump y Kim, cuyo objetivo es tratar la posible desnuclearización del régimen, va a ser la primera entre dignatarios de ambos países tras casi 70 años de confrontación a raíz de la Guerra Corea (1950-1953) y 25 de negociaciones fallidas y tensiones a causa del programa nuclear norcoreano.

Tal vez y parece lógico que estos diálogos de Singapur podrían pretender ser una sesión para «conocerse mejor», con una promesa de Kim y Trump de volver a verse, pero de esta cita lo obvio es que salga lo mínimo para una larga relación y el comienzo de un diálogo sin condiciones, pero nadie desea y se espera que así sea que uno de los dos dirigentes se levante de la mesa de negociaciones o se declare que fue todo un fracaso y de nuevo a revivir las  fuertes tensiones militares.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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