Drones en los mares de China, ¿fuente de mayor tensión?

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Madrid. Las noticias en los medios de actualidad suelen hablar de los drones en el marco de la campaña de Estados Unidos. Pero estos aparatos tripulados a distancia están en los arsenales de multitud de países. China, Japón o Vietnam no son una excepción y los despliegan en los puntos calientes en Asia como son las zonas en disputa en los mares Oriental y Sur de China.

En septiembre de 2013 se estaban viviendo uno de los momentos más tensos en los últimos tiempos entre China y Japón por la disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu, era habitual que cazas nipones realizaran misiones scramble para interceptar a aviones chinos que se acercaban al espacio aéreo sobre el archipiélago. Pero fue la primera vez que un incidente era protagonizado por un drone chino. La respuesta de Tokio fue advertir que derribaría a cualquier aparato de este tipo que se aventurara sobre la zona que ambos países se disputan.

El uso de drones por parte de Beijing sobre las Senkaku/Diaoyu no se limitó a este incidente, o a un uso puntual. En el verano de 2015, unas imágenes publicadas en Bellingcat (blog de periodismo ciudadano sobre cuestiones de seguridad) mostraban como en la bahía de Hangzhou se había reacondicionado una base para albergar aviones no tripulados, destinados a operar en el mar de China Oriental.

Tanto China como Estados Unidos han anunciado el pasado mes de junio que va a incrementar sus operaciones con drones en estas aguas. Beijing ha anunciado que complementará con drones las patrullas aeronavales en las Senkaku. Mientras que Washington también ha indicado que el mar del Sur de China está entre las zonas sensibles donde en los próximos años va a aumentar en un 50 por ciento los vuelos de estos aparatos.

El Departamento de EEUU estima que China contará con unos 42.000 drones hacia 2023. Por su parte, desde 2014, Japón ha iniciado la construcción de tres unidades de Global Hawks, uno de los modelos para misiones de inteligencia más avanzados que fabrica Estados Unidos. Actualmente, Tokio tiene una capacidad muy limitada en el despliegue de los vehículos aéreos no tripulado (UAV, sus siglas en inglés), pero para 2023 se calcula que habrá invertido unos 372 millones de dólares, una de las principales inversiones en el planeta en este tipo de vehículos.

Los países ribereños en el mar del Sur de China, que también tienen alguna disputa territorial con Beijing como Indonesia, Filipinas o Vietnam, están contemplando la posibilidad de aumentar sus arsenales de drones para mejorar sus capacidades militares, especialmente en el ámbito de la vigilancia y de inteligencia en las zonas en disputa.

Tanto por parte de China como de los países con los que rivaliza en esos mares del Este de Asia el uso de drones no se trata de un tipo de equipo militar más que suman a sus arsenales. Sus riesgos no son solamente numéricos, sino que por las características de estas aeronaves no tripuladas hacen que se pueda propiciar con más facilidad las situaciones de tensión, que incluso acaben desembocando en un conflicto.

El informe de Council on Foreign Relations de 2014, Limiting Armed Drone Proliferation,  considera que los drones se pueden utilizar en zonas de tensión para probar al adversario de una manera que no se haría si se emplearan aeronaves u otros vehículos tripulados por militares. Por ejemplo, un vehículo aéreo no tripulado (UAV) puede que no actúe igual ante una amenaza de ataque del otro bando.

Por ejemplo, Estados Unidos ha utilizado drones en su guerra contra el terrorismo más allá de los escenarios de Irak y Afganistán donde tenía a sus fuerzas plenamente implicadas en combates. Ha podido lanzar operaciones en lugares como Pakistán, Somalia o Yemen sin tener que arriesgar a sus soldados y con un coste diplomático limitado.

Según el citado documento, en los mares de Asia las naciones que se disputan territorios pueden verse animadas a probar la voluntad de lucha o las defensas de sus rivales con estos aparatos donde en principio no se exponen vidas de pilotos humanos.

Iván Giménez Chueca

Licenciado en Historia y Ciencias de la Información y Máster de Estudios de Asia y Pacífico en la Universidad de Barcelona

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