Japón avanza en los derechos LGTB, pero aún falta mucho por recorrer

Manifestación en Tokio de la comunidad LGTB en 2006.
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Madrid. Japón es, a día de hoy, el único país de los que conforman el G7 que no ha reconocido legalmente a nivel nacional el matrimonio entre personas del mismo sexo. No obstante, se considera más una cuestión de cuándo que de si llegará a darse.

En 2015, los distritos de Shibuya y Setagaya, en Tokio, fueron los primeros en reconocer la unión entre personas del mismo sexo mediante un certificado que carecía de valor legal, ya que no contemplaba cuestiones como la herencia, el pago de impuestos o el reconocimiento en otros países, entre otros.

A Shibuya le siguieron ciudades como Sapporo en 2017, la primera en otorgar dicho reconocimiento en todo el país, Fukuoka en 2018 u Osaka el pasado enero, además de varias prefecturas y distritos. 

De momento, sí ha servido, al menos, como una forma de reconocimiento de la existencia de parejas de personas del mismo sexo y también para trámites administrativos como la atención hospitalaria o el alquiler de propiedades. 

Los nombres de los negocios que se nieguen a dicho reconocimiento son susceptibles de hacerse públicos, una práctica común en Japón y que se ha llevado a cabo, por ejemplo, con las casas de juego o «pachinko» durante la crisis de la COVID-19.

El Gobierno japonés, por su parte, se ha mostrado hasta la fecha reacio a promulgar una ley de reconocimiento matrimonial, al argumentar que el artículo 24 de la Constitución lo niega al sostener que el matrimonio «estará basado solo en el mutuo consentimiento de ambos sexos».

La oposición y diferentes ONG, no obstante, han respondido que el artículo 14 de la misma Constitución mantiene que «todos los japoneses serán iguales ante la ley», algo que no se cumple al no reconocer la unión de personas de mismo sexo.

El apoyo por parte de la población es un indicador más positivo, con casi el 79 por ciento de los japoneses de entre 20 y 59 años apoyando o «apoyando en cierto modo» el matrimonio entre personas del mismo sexo, según una encuesta realizada por la multinacional Dentsu en octubre de 2018.

Las relaciones homosexuales no siempre fueron tema tabú en Japón, o al menos no eran entendidas de la forma occidental, existiendo conceptos como las relaciones sexuales entre mentores y discípulos en el mundo samurái o «shudô», la prostitución en el mundo del teatro kabuki o «kagema» o el ideal de belleza masculina o «bishônen».

Con el fin del aislamiento de Japón y el inicio de la era Meiji (1868-1912), la llegada de la influencia de la mentalidad y religiones de Occidente, como el cristianismo, trajo consigo y fue instaurando en el imaginario colectivo nipón conceptos sobre el género, la sexualidad y tabúes que han ido tomando forma hasta nuestros días.

La crisis por el coronavirus no ha facilitado la lucha del colectivo LGTB, que ha sido más invisibilizado. En el caso de Japón, uno de los problemas de no contar con el reconocimiento legal del matrimonio a nivel nacional y en varias prefecturas ha causado que, si un miembro de una pareja homosexual falleciese por el virus, el otro no podría acudir a verlo ni despedirlo si la familia no lo autoriza.

Por otro lado está el aumento del discurso hostil hacia el colectivo por una parte de la prensa local y de las redes sociales. Ha sido el caso, por ejemplo, de uno de los rebrotes ocurridos en Seúl, Corea del Sur, a inicios de mayo, que fue localizado entre los asistentes a unos clubes gay del centro de la capital.

Y es que el 58 por ciento de los coreanos está en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, según los resultados de una encuesta realizada por Gallup en 2017. 

El hecho de que Corea del Sur haya basado buena parte de su campaña contra el coronavirus en la recogida de datos de los ciudadanos para poder localizarlos mediante el uso de aplicaciones en teléfonos móviles ha hecho sonar las alarmas de la comunidad LGTB, que teme se use esta crisis como excusa para llevar a cabo medidas de control y estigmatización.

Frente a este temor en el «país vecino», el gobernador de la prefectura de Mie en Japón, Eikei Suzuki, ha tomado la medida de que revelar la orientación o identidad sexual de una persona sin su consentimiento será delito, sosteniendo que «necesitamos hacer más para crear una sociedad en la que nos preocupemos los unos de los otros».  

Dentro del colectivo imaginario nipón, hablar abiertamente de cuestiones consideradas del ámbito privado sigue causando generalmente incomodidad, sobre todo en esferas del mundo laboral o político.

Mientras tanto, como nota positiva, en Japón ya han sido más de 900 las parejas del mismo sexo o transgénero registradas desde 2015, según los resultados de un sondeo de la agencia Kyodo hechos públicos hace unos días.

Ana Alonso Giménez

Licenciada en Historia (especialidad en antropología), directora de Fantasy Cloud S.L y colaboradora en varios blogs que versan sobre Japón

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