Irán tensa el golfo Pérsico con la captura de un barco surcoreano y la producción de uranio

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Madrid. Irán y Estados Unidos han tenido en los cuatro años de mandato de Donald Trump unas relaciones tensas que han salpicado a los mercados y han roto la “estabilidad” del golfo Pérsico tras la retirada de Washington de los acuerdos firmados en 2015 sobre el programa nuclear iraní, una situación que empeora con la captura de un petrolero surcoreano en la zona, escenario de otros muchos incidentes de seguridad, y la confirmación de Teherán que el país ya produce uranio enriquecido al 20 por ciento.

Pese a que el Gobierno iraní indica que ese 20 por ciento «no significa la muerte» del acuerdo nuclear de 2015, la captura del barco petrolero surcoreano ha tenido lugar en medio de las tensiones bilaterales entre Seúl y Teherán en torno a un conjunto de activos financieros de Irán que se encuentran congelados en Corea del Sur a causa de las sanciones impuestas por EEUU contra Irán.

La Guardia Revolucionaria de Irán apresó el petrolero de bandera surcoreana en aguas del golfo Pérsico, según señalan medios iraníes, dado que la tensión existente entre los dos países radica en los fondos congelados en bancos de Corea del Sur. Seúl ha pedido la liberación inmediata del petrolero confiscado.

Corea del Sur e Irán mantienen un litigio luego de que Seúl confiscara 6.000 millones de euros propiedad de los iraníes, procedentes de las ventas anteriores de crudo iraní. No obstante, Seúl ha lamentado que las sanciones estadounidenses no les permiten poner esa cantidad a disposición del Gobierno iraní, que había pretendido emplearla durante la lucha contra el coronavirus

El golfo Pérsico lleva tiempo en el centro del incremento de las tensiones entre Irán y los países occidentales, en especial Estados Unidos y Reino Unido, a raíz de la decisión de Washington de abandonar en 2018 el acuerdo nuclear suscrito en 2015 bajo la Presidencia de Barack Obama y reimponer sanciones contra el país, pero con Trump en la Casa Blanca Washington ha venido acusando a Teherán de llevar ataques en la zona, mientras que Reino Unido desplegó en 2019 dos buques de guerra tras la interceptación por parte iraní del petrolero británico Stena Impero.

Y todo vino después de que destacamento de los Marines británicos apresara el superpetrolero Grace 1, contratado por Irán, cuando navegaba cerca de Gibraltar ante la sospecha de que trasladaba un cargamento de crudo con destino a una refinería de Siria.

Fuentes iraníes señalan que el barco apresado mostraba una fuga de petróleo a través de su casco, lo que provocaba una fuerte contaminación ambiental. El barco Hankuk Chemi, que cubría la ruta entre Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU), transportaba 7.200 toneladas de etanol, y la tripulación -integrada por ciudadanos de Corea del Sur, Birmania, Indonesia y Vietnam– se encuentra detenida.

Las sanciones están haciendo mella en la economía iraní y la prueba de ello es que dos cargueros iraníes que iban a transportar maíz a Irán llevan dos meses sin poder partir de Brasil porque le empresa petrolera estatal, Petrobras, se niega a venderles petróleo para combustible por alinearse con las sanciones de EEUU.

A Irán no le interesa salirse del guion establecido en 2015 y que Trump ha roto, pues la única forma del levantamiento de las sanciones radica que Teherán no se desvíe del pacto nuclear que en su día firmó con Obama, pero si empieza a enriquecer uranio la tensión en el golfo Pérsico tendrá un alto poder de inestabilidad, porque además Israel no va a permitir que Irán se haga fuerte nuclearmente. «Israel no permitirá que Irán desarrolle armas nucleares», advirtió el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

Eso sí, los incumplimientos de Irán, especialmente este gran avance en la pureza del uranio, pueden dificultar los esfuerzos del inminente presidente electo de EEUU, Joe Biden, para que Washington regrese al acuerdo nuclear que Trump rompió durante su mandato.

Irán ya acusó en noviembre pasado a Israel del asesinato de su científico nuclear, Mohsen Fakhrizadeh. Teherán amenazó con darle una “severa” respuesta, una tensión que no cede y más cuando Rusia advirtió de que si Israel ataca a Irán podría desencadenarse una guerra nuclear. Ahora llega Joe Biden a la Presidencia de EEUU, pero el tablero de Oriente Medio con el petróleo por medio necesita políticas distintas a las que ha desarrollado en los últimos cuatro años Donald Trump.

Por otra parte, la decisión de Trump de retirarse del acuerdo firmado en 2015 sobre el programa nuclear de Irán originó cierta desconfianza a Corea del Norte, que ha visto en Trump muchos altibajos. Una imprevisible y cambiante política estadounidense que actúa como factor de riesgo para sellar cualquier pacto que ponga fin a la desnuclearización de la península coreana.

Irán, aliado de Corea del Norte, que ha suministrado material radiactivo a Teherán, no ayuda para nada en fabricar confianza en la península coreana, pero la decisión de Trump de romper el acuerdo nuclear sirvió al régimen norcoreano para considerar a EEUU como un país no fiable de negociar el programa nuclear norcoreano.

Corea del Norte siempre ha defendido a Irán sobre las presiones estadounidenses a Teherán y alabó el programa de misiles de la República Islámica, que consideraba sus actividades nucleares como defensa de su soberanía nacional.

Tanto Irán como Corea del Norte han sido objeto de las sanciones de Estados Unidos, y en el caso iraní Trump ha tratado de restringir el programa de misiles, al alegar que viola el acuerdo nuclear.

Corea del Norte e Irán han sido aliados tecnológicos desde hace décadas. Ya en los años 80, Teherán importaba misiles y tecnologías balísticas de Pyongyang, luego que Rusia y China redujeron el flujo de tecnología a los iraníes. Entonces el régimen norcoreano se constituyó en la fuente principal de la tecnología de misil balística y de componentes de Teherán.

Santiago Castillo

Periodista, escritor, director de AsiaNortheast.com y experto en la zona

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