La India desbanca a China y se convierte en el país más poblado del mundo

Vista de una calle de Nueva Delhi, en India. | Aleksandr Zykov, Wikimedia
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Madrid. Numerosos analistas vaticinaban que 2023 sería el año en el que China, la segunda economía del mundo, perdería su liderazgo mundial en población en favor de su vecino meridional, la India, que aspira unirse al club de las potencias mundiales desde hace décadas. Se decía que el histórico acontecimiento tendría lugar en algún momento a lo largo del año, tirando hacia la mitad. No obstante, nadie esperaba que ocurriese en enero, tan solo varios días después de que comenzase el año del conejo.

‘Bloomberg’ informó el 18 de enero de que, según los datos de World Population Review, la población india alcanzó los 1.417 millones de habitantes a finales de 2022, que es cinco millones más que la china en ese momento. Correctas o no, estas estimaciones muestran lo inevitable: India, tarde o temprano, se convertirá en 2023 en el país más poblado del mundo, lo que permitirá a Nueva Delhi demandar privilegios como gran potencia, que antes se le negaban por la élite internacional convencional. Mientras tanto, el gobierno chino anunció no sin ansiedad y amargura que la población del gigante asiático perdió unas 850.000 personas en 2022, el bajón más repentino desde las hambrunas de 1960, el año más difícil del «Gran Salto Adelante», plan megalómano de Mao Zedong.

Durante las últimas décadas China consiguió mantener su imagen de locomotora del mundo subdesarrollado: una historia de éxito de la nación más numerosa del mundo. Así podía legitimar sus ambiciones internacionales y, entre otras cosas, su asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero el hecho de que Pekín ya no posea este récord es una cuestión a tener en cuenta, aunque pueda parecer solamente numérica a primera vista. Los indios son más de una sexta parte de todos los seres humanos del mundo, que, sin embargo, no tienen representación permanente en el mencionado Consejo de Seguridad, a diferencia de otros países, cuya estancia muchos consideran rudimentaria.

India es, además, la quinta economía mundial, posee un considerable arsenal nuclear y tiene el segundo Ejército más extenso después del chino. Este cambio de ranking podría poner en duda la propia esencia de las Naciones Unidas. Si el país más populoso no forma parte del club elitista de los cinco países con poder de veto, ¿qué es el Consejo de Seguridad sino una lista de ganadores de la Segunda Guerra Mundial, que acabó hace casi 80 años y no representa el escenario político actual?

Durante 2022 se hicieron cada vez más claras las voces que llamaban a expandir el Consejo, para incluir a otros candidatos, como Japón, Alemania o, incluso Brasil, además de la India. La guerra en Ucrania, que vio un enfrentamiento diplomático sin precedente desde la Guerra Fría entre Occidente y Rusia, no hizo más que exacerbar estos rumores y reforzarlos con argumentos: Moscú usó su poder de veto en múltiples ocasiones para evitar que se aprueben resoluciones que condenen su agresión. Esto se suma a la larga lista de violaciones de la Carta de la ONU que no fueron punidas debido a intereses de las grandes potencias involucrados en los casos.

La solicitud de Nueva Delhi de formar parte como miembro permanente del Consejo de Seguridad es un elemento clave del discurso internacional del primer ministro indio, Narendra Modi. El dirigente nacionalista pretende sacar a la India al Gran Juego mundial como el nuevo gigante asiático. Modi defiende un modelo internacional multipolar, lo que demuestra con su relativa neutralidad en el conflicto ucraniano. Y el hecho de ser el país más poblado le daría aún más legitimidad a este argumento, ya que la India sigue siendo un país relativamente pobre, con un PIB per cápita muy por debajo de la media europea o incluso china, dándole el mandato a abogar por los intereses de los países en vías de desarrollo.

Aun así, el camino a la meta no se presenta fácil. La ONU vio varios ejemplos fallidos de romper con el statu quo establecido tras la conferencia de Potsdam: Japón, que en 1988 se convirtió en la segunda economía mundial después de EEUU (puesto que mantuvo hasta 2010) sigue sin conseguirlo. Tampoco Alemania, que es cuarta en la lista. Esto se debe a la rigidez del esqueleto del Consejo. Es imposible destruirlo desde fuera: solo se podría hacer desde dentro. Pero para eso se necesitaría el apoyo unánime de todos los cinco poseedores del poder de veto, algo que es muy poco probable en el panorama internacional actual. Aunque tanto Washington, Londres, París y Moscú apoyan la iniciativa de Nueva Delhi, Pekín lo ve como un rival geopolítico.

Aunque el Consejo de Seguridad ya vio un cambio radical en 1971, cuando la República Popular China sustituyó a la China del Kuomintang en la ONU. Sin embargo, este caso es diferente, ya que consiste en un reconocimiento internacional del gobierno de Pekín y no la admisión de una nueva entidad. Legalmente, para la ONU sigue siendo el mismo país, mientras que la admisión de la India supondría un paso más.

Además de nuevas oportunidades en la ONU, el liderazgo en población le permite a la India acelerar su crecimiento económico. La edad promedia en el país es de 29 años (comparada con 38 en China). Nueva Delhi tiene la capacidad de emular el sistema construido por Deng Xiaoping en su vecino septentrional, atrayendo empresas extranjeras con la mano de obra barata.India tiene un considerable arsenal de potenciales trabajadores que carecen de educación y protección laboral, a diferencia de sus homólogos chinos o malayos. Se habla India como la nueva fábrica del mundo, juzgando por megalópolis como Bangalore que, según algunos vaticinios, podrán competir en el futuro con los gigantes de Shanghái, Shenzhen y Hong Kong. Además, la India es considerablemente más liberal económicamente que su vecino comunista en su época de despegue económico, lo que le permitiría evitar los defectos de la extensa corrupción del sistema mixto establecido por Deng.

Aun así, no será suficiente simplemente copiar el modelo chino. La región vio varios ejemplos fallidos de países usando la mano de obra barata para atraer inversiones: Camboya, Bangladesh o Pakistán. Estos países, a diferencia de China, no consiguieron salir de la trampa de bajos ingresos y especializarse en una producción más eficiente y lucrativa de promedio, como hicieron Vietnam, Malasia e Indonesia. El boom poblacional deberá ser acompañado de medidas proteccionistas moderadas (como en los tigres asiáticos) para evitar que las empresas locales queden demolidas por la competición extranjera.

Para el primer ministro indio, esto significa unas perspectivas considerables para triunfar en las siguientes elecciones generales en 2024. Es poco probable que se publiquen datos oficiales sobre la población india hasta ese momento, ya que el censo planeado para 2021 fue cancelado debido a la pandemia. Las recientes encuestas vaticinan una victoria aplastante para la Alianza.

Iván Ortega Egórov

Estudiante de Economía y Estudios Internacionales de la Universidad Carlos III de Madrid

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